El misterio de la montaña que se divisa desde la A-340
El monte artificial, visto a su paso por la autovía dirección Algeciras, ha sido bautizado por los vecinos de la zona con el nombre de La Cabeza de Epi.
Se trata de un antiguo puesto de observación situado en un cerro, construído durante el franquismo.
Circulando por la A-340 en dirección Algeciras (Cádiz), una imagen llama la atención al pasar por la localidad de Los Barrios. En medio del paisaje, lo que queda de lo que fue una montaña de decenas de metros. Coronando ese cono de tierra, un par de acebuches. Los habitantes de la zona lo llaman La Cabeza de Epi. Viéndolo, uno se pregunta cómo el monte fue roído hasta quedar en eso, qué hacen allí esos árboles, por qué ni montaña ni vegetación desaparecieron por completo.
"Muchas personas que pasan por allí ven este monte artificial y piensan que no lo han tirado porque allí hay unos arboles muy valiosos", confiesa sonriendo el historiador Ángel Sánchez. "No es así", añade, y nos cuenta la historia.
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Mayo de 1939. La Guerra Civil española acaba de terminar. La Segunda Guerra Mundial se avecina. El Régimen franquista alineado con Alemania recibe noticias de sus servicios de espionaje. "Llegan noticias del espionaje franquista en Gibraltar de un movimiento inusual y sospechoso de tropas y de material bélico, tanto británico como francés, que se está produciendo en el Peñon", dice Sánchez. "Tanta verosimilitud, tanta seguridad se le da a esta amenaza que la respuesta por parte del cuartel general de Franco es inmediata".
Entre esas fechas y el año 1940, con la Guerra Mundial comenzada, el Régimen se lanza a construir más de medio millar de fortificaciones en la zona: "Aquí se movilizan todo tipo de recursos, regimientos de fortificación y un número muy importante de soldados republicanos represaliados que son los integrantes de los batallones disciplinarios", apunta el historiador.
Se estima entre 10.000 y 15.000 prisioneros de guerra los que trabajan en condiciones penosas en esas defensas. "Una mano de obra gratuita y numerosísima que se trae de otras regiones militares, que es alojada en tiendas de campaña, en condiciones de insalubridad y a la que no se proporcionan suministros", añade.
La percepción de los militares era que no podrían resistir ante un ataque del ejército aliado
Bunkeres, baterías de costa, nidos de ametralladora y puestos de observación se despliegan en la Bahía de Algeciras para una invasión que, de haber llegado, los hubiera revelado inútiles: "La percepción de los propios militares que ocupaban esas posiciones" , cuenta Sánchez, que ha entrevistado a algunos de ellos, "es que en caso de ataque, ellos no tenían la menor posibilidad de resistir ni un rato ante un ataque frontal del ejercito aliado".
Una de estas construcciones, la 258 A, nos conduce a La Cabeza de Epi. Era un puesto de observación situado en un cerro, mirando a Gibraltar para dirigir el tiro de la artillería, llegado el caso. Tiene unos seis u ocho metros cuadrados, con una aspillera muy ancha, de ciento ochenta grados, que permite observar una zona muy amplia.
La Guerra Mundial, afortunadamente, nunca llego al campo de Gibraltar. Los hombres que custodiaban esa posible invasión fueron destinados a otras plazas o volvieron a sus casas. El monte quedo ahí unas décadas porque con el desarrollo de la zona llego la necesidad de arena para la construcción. Las maquinas avanzaron sobre la montaña hasta que el propietario de la finca se dio cuenta de que allí arriba había un fortín. El hombre llamó, preguntó y le explicaron que se trataba de un bien de interés cultural. "Así que decidió sacar el albero, preservando el cono sobre el que se asienta el fortin", cuenta el historiador que recibió esa llamada.
Las maquinas pararon. Las señales se ven en las paredes del cono, pero ahí arriba sigue 258 A. Dominando el territorio, haciendo que muchos se pregunten al pasar qúé hacen ese cono y esos árboles ahí. Ahora ya lo saben, el secreto se llama 258 A.