El misterio infinito de Emanuela Orlandi
Emanuela Orlandi despareció con 15 años. Hoy tendría 51 años
Toda Italia perpleja porque la joven no estaba enterrada en las tumbas de dos princesas alemanas, ni las princesas tampoco.
Italia es un país entregado a los misterios. Los llaman gialli, o lo que es lo mismo casos sin resolver, que terminan pasando al terreno del suspense y en ocasiones de la mitología. Su milenaria historia se lo permite y tampoco quienes nacieron después de Julio César han hecho nada por impedirlo. El último enigma abierto lleva el nombre de Emanuela Orlandi, una niña de 15 años, hija de un funcionario del Vaticano, que desapareció en 1983 y de la que no se ha vuelto a conocer su paradero. Todo un récord en tiempos de lo instantáneo.
Tumbas vacías
Este jueves se exhumaron dos tumbas de un cementerio ubicado junto a la basílica de San Pedro buscando poner fin a esta novela por entregas. Pero lo que encontraron fue un nuevo acertijo. Nada. Los nichos estaban vacíos y ni siquiera había restos humanos de las dos princesas que debían ocupar legítimamente ambos enterramientos. “Giallo” en el Vaticano, vuelve a titular la prensa, 36 años después de que comenzara este episodio.
Para conocer al personaje hay que retroceder a su época. El 22 de junio de 1983, como cada día, Emanuela salió de su casa -dentro de los muros vaticanos- para asistir a una clase de música en Roma. La diferencia es que en esta ocasión no volvió. Unas semanas antes había desaparecido también Mirella Gregori, una niña romana de la misma edad, que tenía amigos en común con Orlandi, por lo que los casos rápidamente se relacionaron.
Eran, una vez más, tiempos tumultuosos en Italia. Poco antes habían raptado y asesinado al primer ministro Aldo Moro. A Juan Pablo II, un terrorista turco llamado Ali Agca estuvo a punto de matarlo en la plaza de San Pedro. Y el Banco Ambrosiano, una entidad católica privada estrechamente ligada al Vaticano, acababa de quebrar y a su presidente, Roberto Calvi, se lo encontraron colgado de un puente en Londres. Los casos, en los que se mezcla la lucha que se libraba entonces contra el comunismo, la mafia, el terrorismo y la Iglesia, nunca se aclararon. Como para no entregarse al misterio…
Orlandi entra en esta coctelera gracias a la sospecha bastante fundada de que el Vaticano había contraído una deuda importante con la Banda de la Magliana, un clan mafioso asentado en la capital, que tenía grandes inversiones en el Banco Ambrosiano. Una de las hipótesis más fuertes es que la mafia habría tomado a la niña como rehén para recuperar su dinero. La otra teoría más asentada es que la menor fue víctima de algún juego sexual en el que habría participado algún peso pesado del Vaticano y había que deshacerse de la prueba del delito.
Muchas versiones y leyendas populares
Ha habido después muchas más versiones y otras tantas pistas. Todas en vano. Hace siete años se abrió una tumba en la basílica romana de San Apolinar, donde está enterrado un supuesto capo de la banda de la Magliana, pensando que el cuerpo de Emanuela podría haber sido escondido allí. Se encontraron restos de otras personas, pero no de la chica. El caso empezaba ya a apolillarse cuando hace unos meses hallaron unos extraños huesos en el edificio de la nunciatura vaticana en Roma. Después, resultaron tener siglos de antigüedad, según los estudios de un instituto de la ciudad de Caserta, pero la prensa ya había recuperado la historia.
Hace unos meses hallaron unos extraños huesos en el edificio de la nunciatura vaticana en Roma.
Las últimas pistas
Detrás ha estado siempre la familia de la chica, que pese a la muerte del padre, no se ha cansado de buscar con la esperanza, incluso, de que siga viva. La última pista llegó por carta, con un mensaje que parecía regodearse en la intriga. “Buscad donde indica el ángel”, decía simplemente la misiva, acompañada de una foto con dos tumbas del Cementerio Teutónico del Vaticano, decoradas por sendos ángeles de piedra. Emanuela y Mirella, pensaron algunos. La familia de Orlandi trasladó el mensaje a la Secretaria de Estado de la Santa Sede y desde allí le dieron validez suficiente como para iniciar una investigación.
Los Orlandi han lamentado siempre recibir poca ayuda del Vaticano. Pero este jueves eso cambió con la exhumación de las tumbas de las princesas Sofía von Hohenlohe y Carlota Federica de Mecklemburgo, enterradas allí desde hace más de 150 años. O eso es lo que se suponía, porque al abrir las lápidas, los funcionarios no encontraron absolutamente nada. “Habíamos manejado mil hipótesis, menos encontrar una tumba vacía”, reaccionó poco después la abogada de la familia, Laura Sgrò.
Las tumbas de Sofía von Hohenlohe y Carlota Federica de Mecklemburgo, enterradas se suponía hace 150 años, estaban vacías.
Más que decepción fue “una gran sorpresa”, en palabras del hermano de la muchacha, Pietro Orlandi. Un falso final, que no sólo no cierra el misterio, sino que lo amplifica. “¿Por qué alguien nos ha llevado a una tumba vacía?”, se pregunta la letrada.
En el Vaticano pensaban finiquitar cualquier tipo de sospecha con la apertura de la investigación. Pero ahora tendrán que responder también por la desaparición de los cuerpos de las dos princesas de origen germano. El folletín sigue sumando personajes. Para qué versionarlo en una ficción, teniendo la historia todavía abierta.