Una modelo ha denunciado a un popular fotógrafo en la red social Instagram tras recibir “azotes, guantazos, tocamientos y mordiscos” mientras estaba atada y maniatada durante una sesión.
“La verdad que no sé muy bien cómo empezar esto, ni cómo exponer esta situación en general, pero lo intentaré hacer lo mejor que pueda porque quiero que esto termine lo antes posible”, comienza relatando la joven en una publicación que no ha tardado en viralizarse y tras la que se han sucedido otras denuncias.
La modelo habría quedado con el fotógrafo en casa de este para realizar una sesión de fotografías de Shibari, una práctica erótica japonesa que consiste en atar a una persona con una cuerda.
“Yo era consciente de que esta persona está especializada en desnudos/fotografía en ropa interior, accediendo a ello sin problema ya que me aseguró que podía confiar en su profesionalidad. Cosa que hice”, explica.
Al parecer, el fotógrafo, un especialista en imagen erótica y de desnudos conocido en la red social Instagram, ató a la joven y la amordazó, tras lo que comenzó a golpearla, morderla y tocarla sin su consentimiento. La joven no tuvo ocasión de defenderse al encontrarse maniatada. Defiende que confió en él debido a su popularidad en la red social Instagram.
“Fue precisamente esa confianza en su profesionalidad la que me hizo llevar a cabo la técnica Shibari, la cual me expuso como no sexual. Dejándome así atada (y también amordazada) de cuerpo entero en una postura completamente vulnerable donde recibí por su parte estímulos violentos como azotes, guantazos, tocamientos y mordiscos. Estos dos últimos en mis partes íntimas. No sólo fotografiando, que era para lo que habíamos quedado, sino también grabando todo el proceso y directamente mis partes íntimas, sin haberlo consultado previamente conmigo”, escribe.
Y, añade: “Traté de apartarme como pude en numerosas ocasiones, ya que seguía atada, a lo que las respuestas que recibía por su parte eran desde más azotes y mordiscos a un “que no me revelara, que eso le ponía todavía más y que no me soltaría”. Esto último mientras, repito, yo me encontraba boca arriba atada en el suelo y él se colocaba a escasos centímetros encima de mí. Esto se repitió durante tantas veces que perdí la cuenta”.
“Una vez llegado ese punto mi cabeza trató de normalizar la situación, queriendo confiar aún en que todo aquello tuviera un sentido racional y profesional que buscara un buen resultado fotográfico”, cuenta la joven, que lamenta que “tampoco fue así. No me soltó hasta pasado un largo rato (había perdido toda noción del tiempo, y aunque llegué a estar tres horas en su casa no sabría decir exactamente cuánto tiempo estuve atada) hasta que se me durmieron las manos debido a las cuerdas”.
“Cuando finalmente me soltó opté por actuar de la forma más educada, tratando de mostrarme lo más natural y normal posible respecto a él, aunque sin esconderle que me sentía muy agobiada e incómoda por la situación que acababa de vivir”, agrega, expresando que “fue la única manera en la que me sentía capaz de gestionar aquella situación, lo último que quería era quejarme ya que no me veía capaz de recibir una increpación más por su parte. A pesar de que, ya una vez suelta, le dije que no quería seguir con la sesión de fotos él siguió fotografiándome, mientras yo trataba de recomponerme, completamente desorientada, agotada y sin saber cómo comportarme respecto a él”.
“Salí de su casa sin saber cómo sentirme, desconcertada y sintiéndome culpable conmigo misma”, concluye la modelo que especifica que nada fue pactado ni consensuado y que en todo momento habla desde su “experiencia personal, sin poner en duda su profesionalidad durante sus otros trabajos fotográficos realizados a otras personas”.
Lo publica, no obstante, con la intención de alertar a otras personas que puedan llegar a trabajar con él y afirma que “lo anteriormente relatado está hablado con él por mi parte y admitido por la suya en una conversación de WhatsApp”.