¿Por qué los huevos en las tiendas están almacenados a temperatura ambiente y luego nada más comprarlos corremos a meterlos en la nevera? Pues bien, hay una razón que explica porque los supermercados no tienen los huevos refrigerados. Cuando hay cambios bruscos de temperatura, la conservación de los alimentos se convierte en un tema crucial para evitar sustos.
Según ha explicado la directora del Instituto de Estudios del Huevo, María del Mar Fernández, “cuando se pasa de frío a calor, lo normal es que se condense agua en la superficie, como un yogur o una fruta. En el huevo es muy peligroso porque tiene una capa porosa y permitiría que cualquier contaminación del exterior, al humedecerse, pasara al interior del huevo”.
Otro de los graves errores que cometemos todos en casa, es que no debemos guardarlos en la puerta de la nevera, es decir, en la huevera. Tal y como explica Gemma del Caño, farmacéutica especializada en innovación, biotecnología y seguridad alimentaria, lo ideal es guardar los huevos en la parte media o superior del frigorífico, en su propio envase y no en la puerta.
El cambio de temperatura en el huevo puede provocar que la membrana que tiene este en su interior altere la temperatura interior dilatándose y contrayéndose, con lo que podría conllevar un riesgo de contaminación por diversos patógenos. El más habitual suele ser la Salmonella, que puede provocar desde náuseas o vómitos hasta diarrea, fiebre y sangre en las heces.
“Cuando se pasa de frío a calor, lo normal es que se condense agua en la superficie, como un yogur o una fruta. En el huevo es muy peligroso porque tiene una capa porosa y permitiría que cualquier contaminación del exterior, al humedecerse, pasara al interior del huevo”, ha señalado Fernández.
Guardado correctamente en el frigorífico, este producto puede aguantar incluso más allá de los 28 días recomendados tras la puesta. Este periodo sería el de su «consumo preferente», constantemente confundido con la fecha de caducidad.
Según explica María del Mar Fernández, “hay que guardarlos sin haberlos lavado. Si lo lavamos y después lo guardamos, la contaminación externa que se diluye contaminaría el interior del huevo”.
Además, el Instituto de Estudios del Huevo ha añadido que la composición del huevo facilita su contaminación, debido a que “la cáscara del huevo está compuesta en su amplia mayoría por carbonato cálcico (94%), carbonato magnésico (1%), fosfato cálcico (1%) y materia orgánica (4% de proteína). Además, en su superficie hay una enorme cantidad de poros”.
Distintos estudios han demostrado que la ingesta diaria de huevos no está relacionada con un aumento del riesgo cardiovascular. En nuestro país, según ha afirmado el Informe del Consumo Alimentario, elaborado por el Ministerio de Agricultura, los españoles tomamos alrededor de 8,4 kilos de huevos al año.