Un incendio aparentemente accidental que tuvo lugar el pasado 5 de enero en Chiprana (Zaragoza) y que se cobró la muerte de un hombre de 60 años en realidad pudo haber sido obra de uno de los hijos del hombre, que le roció con líquido inflamable y le prendió fuego con la intención de acabar con su vida.
Así lo cree que la Fiscalía, que ha acusado al chico, de 16 años, de un delito de asesinato con los agravantes de ensañamiento y parentesco, otro de incendio y otro de amenazas a la madre en el ámbito de la violencia familiar, según 'Heraldo'. El ministerio público solicita la pena máxima para un menor de edad, esto es, ocho años de internamiento en un centro cerrado.
Los hechos sucedieron el 5 de enero sobre las 16:30 de la tarde. La casa en la que vivían padre e hijo empezó a arder. Las llamas y el humo alertaron al vecindario. Cuando llegaron los bomberos comprobaron que el muchacho estaba a salvo, porque había salido de casa por una terraza. Su padre, sin embargo, se había quedado atrapado en el interior y pedía ayuda a gritos de forma desesperada. Los bomberos lo hallaron tumbado en un pasillo del primer piso, con gravísimas quemaduras. Falleció el 18 de enero en la unidad de quemados del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde permaneció trece días en estado crítico.
La Guardia Civil abrió una investigación para averiguar el origen del incendio y aclarar lo sucedido. Interrogó a testigos, entre ellos el adolescente. Pronto detectaron que algo no encajaba en su declaración. Sus sospechas se vieron corroboradas también por los informes médicos y forenses, que indicaban que la víctima tenía las lesiones más graves en la cabeza y en la cara y luego se extendían por el torso. También que eran compatibles con que hubiera sido rociado con un líquido inflamable (alcohol de quemar) y luego prendido fuego.
Además, la biografía del menor revelaba un historial conflictivo, ya que había pasado ya por los servicios de Menores de la Generalitat de Catalunya, mientras vivió en esa comunidad. Sus padres se separaron y lo reclamaron al trasladar su residencia a Aragón. El fallecido, psicólogo clínico de profesión, fue quien finalmente lo acogió.
Según fuentes cercanas al caso, el menor ha negado ser el autor del crimen y ha dicho que fue la propia víctima, que se desplazaba en silla de ruedas a raíz de haber sufrido dos ictus, quien se quitó la vida, versión que la policía no cree. Ahora el caso queda en manos de la Justicia.