La Sociedad Española de Medicina Preventiva Salud Pública e Higiene (Sempsph) no recomienda hacer obligatorias las mascarillas FFP2 en el transporte público o los espacios interiores con poca ventilación, lugares para los que aconseja el uso de las quirúrgicas.
Es el posicionamiento de la Sempsph sobre el uso de estas mascarillas en espacios interiores compartidos y transporte público en el que analiza los pros y contras de la obligatoriedad del uso de las FFP2 y señala que estos argumentos son "en muchos casos opinión de expertos".
Entre los argumentos en contra destaca que una obligación parcial, como en el transporte público, puede facilitar un mal uso de la mascarilla al colocarse y quitarse, y que puede dar una falsa sensación de seguridad que derive en la relajación de otras medidas preventivas.
Recalca que el control de la transmisión a partir de una persona con covid asintomática "se consigue de una forma eficaz con las actuales mascarillas higiénicas homologadas y las mascarillas quirúrgicas".
Recuerda que un uso incorrecto disminuye la eficacia de la medida y que también pueden registrarse dificultades de disponibilidad o accesibilidad para la población en algún momento y que la obligatoriedad conlleva "una obligación institucional" de facilitar a la población mascarillas para "un uso diario y correcto".
Sostiene, asimismo, que no es necesaria una medida obligatoria para asegurar un buen cumplimiento de una preventiva y que la obligación debe implementarse como "último recurso", cuando no se espera que las medidas voluntarias tengan éxito.
"Una medida obligatoria genera un sentimiento de limitación de libertades individuales", indica el documento, que abunda también en que las mascarillas autofiltrantes requieren un entrenamiento por parte del usuario y un ajuste facial "adecuado".
Entre los argumentos a favor recoge que una obligación generalizada facilita el cumplimiento de la medida y que una parcial, como en el transporte público, es "más fácil de implementar y controlar"; además, su uso puede tener un efecto protector individual.
Con el uso voluntario "podría no asegurarse su cumplimiento en un porcentaje de la población suficiente como para proporcionar la protección", señala el documento y no siempre se puede garantizar una ventilación adecuada en los espacios públicos compartidos ni evitar aglomeraciones.
Tras analizar estos argumentos a favor y en contra, la Sempsph no recomienda la obligatoriedad del uso de mascarillas autofiltrantes por parte de la población general.
Además, aconseja el uso de mascarillas quirúrgicas para la población "en espacios interiores con poca ventilación o esta no puede ser evaluada o mantenida de forma adecuada".
Resalta que cualquier regulación de la obligatoriedad de la medida "debe estar enmarcada en una estrategia más amplia de salud pública".
Una estrategia que, a juicio de esta sociedad, debe garantizar que la medida está acorde al riesgo de transmisión en el momento de su implantación y que se cumplen el resto de medidas preventivas; también que los mensajes llegan de forma eficaz a la población y que los precios sean asequibles al nivel de renta.
Igualmente debe asegurar la estrategia que no hay escasez de suministro de este tipo de mascarillas para las personas y situaciones "en las que estas están claramente indicadas", como por ejemplo en el personal sanitario cuando atiende a pacientes con covid o sospechosos de tener la infección.