Mariana Morales (Madrid, 1975) está convencida de que las notas no sirven para aprender. Es lo que ocurre con la zanahoria y los conejos; pueden ser un gancho en un principio, pero cuando ya no hay zanahoria, la motivación se esfuma. "Las notas son un motivador extrínseco del aprendizaje, que aunque funcionan en algunos casos, en otros muchos, no; sobre todo, cuando el resultado no es positivo", explica.
Profesora de secundaria durante 15 años, Morales es, actualmente, consultora educativa independiente para instituciones y centros educativos en España y Latinoamérica. Además, está especializada en evaluación formativa y se dedica a la formación del profesorado. En solo unos días saldrá el libro La evaluación formativa: Estrategias eficaces para regular el aprendizaje (Editorial SM), del que es coautora junto con Juan Fernández.
Pregunta. ¿Por qué defiende que las notas no sirven para aprender?
Respuesta. Existe investigación desde finales de los años 80 que nos dice que el tipo de feedback que sirve para regular el aprendizaje es de tipo cualitativo y no cuantitativo. Hay autores de mucho renombre a nivel internacional que defienden esta misma idea: que las notas hay que darlas lo menos posible y que la evaluación ha de ser de tipo cualitativo.
P. Determinados sectores defienden, sin embargo, que ni no hay notas, la calidad baja porque los alumnos no se esfuerzan.
R. Las notas están actuando como un motivador extrínseco del aprendizaje y, en muchos casos, funcionan y, en otros muchos, no, sobre todo, cuando el resultado no es positivo. El problema de las notas como motivador extrínseco es que en el momento que las quitas, la motivación caen en picado, es decir, solo funciona cuando tienes el gancho. La idea de fondo es que deberíamos buscar una motivación intrínseca.
P. ¿Qué tipo de evaluación habría que hacer?
R. Hay que distinguir entre lo que es la evaluación sumativa, al final de un proceso, y lo que es la evaluación formativa, la que se hace durante el proceso de aprendizaje. La evaluación formativa lo que tiene que hacer es regular los procesos de aprendizaje, es decir, conseguir que los alumnos aprendan más y mejor. Además, tiene que tener un proceso interno con tres pasos: la recogida de las evidencias, analizar esas evidencias y tomar decisiones para mejorar esos resultados que has obtenido.
P. ¿Cómo sería en el día a día?
R. Imagínate una tarea escolar típica como, por ejemplo, redactar una noticia. El alumno debería para empezar tener muy claro cuáles son los objetivos de lo que tiene que hacer, no tanto en términos de nota, sino en términos de aprendizaje. Eso ya formaría parte de la evaluación. Una vez que se pone a redactar la entrevista, conviene que haya una parada para que reciba feedback de lo que está haciendo, cosas concretas para mejorar eso que está escribiendo o lo que está haciendo bien. Hay que darle la oportunidad de que siga trabajando con su texto hasta conseguir una versión mucho mejor. En todo ese proceso, el alumno habrá aprendido cosas que tienen que ver con la redacción. Y eso es evaluación formativa, es decir, la que haces durante el proceso.
P. ¿Y luego?
R. La evaluación a base de notas continuas, sin tomar decisiones después sobre qué podemos hacer para que el alumno se centre en ciertas cosas o mejore en algunos errores, se convierte en burocracia. La evaluación debería servir para regular el aprendizaje a partir de decisiones dentro de nuestro ámbito de actuación como docentes para que los alumnos puedan corregir esas cosas que aún no saben hacer, con nuestra guía y nuestro apoyo.
P. Pero si no hay una nota final, ¿cómo se informa de cómo lo ha hecho? ¿Cómo queda reflejado si ha conseguido esos objetivos o no?
R. Hay una lista de criterios y le dices cuáles ha conseguido y cuáles están pendientes de conseguir. Y, sobre todo, hay que decirle qué tiene que hacer para conseguirlos.
P. Las notas son, además, una excusa para que unos alumnos se consideren mejor o peor que otros…
R. Comparar por números es muy fácil porque solo hay tres opciones, mayor, menor o igual. Esto está estudiado y lo que sabemos es que a nivel de los alumnos esto lo que provoca es ego feedback, es decir, un efecto que va al ego de la persona que recibe esa calificación. Y si la calificación está acorde con lo que él se espera (siempre que sea positiva), se refuerza su autoestima, y al contrario. El ego feedback se construye en relación con el resto de los compañeros. Si siempre estás a la cabeza del pelotón, se reforzará tu autoestima y tu motivación; pero si estás en la cola, todo lo contrario. Al final lo que pasa con esto es que los alumnos en lugar de centrarse en los aspectos concretos de lo que pueden mejorar, se quedan en ese sentimiento de ego.
P. ¿Qué le parecen las pruebas externas que llevan a cabo las administraciones en determinados cursos escolares?
P. Son pruebas para testear el sistema y hay que entenderlas como diagnóstico. Si se quieren utilizar como una evaluación en un sentido de regular lo que está pasando, lo que hay que hacer es aplicarlo al sistema. Es decir, trasladar a los colegios sus resultados desglosados para que sepan exactamente en qué apartados está haciéndolo muy bien y en cuáles regular y así poder tomar decisiones. Esto ocurre ya en determinadas comunidades, por ejemplo, en Cataluña. Utilizar, en cambio, estos resultados para hacer ránkigs de colegios, no le veo mucho sentido. Sí me parece correcto que si hay colegios que lo están haciendo muy bien, investigar por qué están funcionando, y en los que hay resultados mediocres, darles los recursos para que obtengan mejores resultados.
P. ¿Si se evalúa distinto, se debe entonces enseñar y aprender distinto?
R. Sí, claro, implica muchos cambios. Dependerá de cuál es tu punto de partida. Hay muchos que han hecho cambios metodológicos pero no en evaluación, y se sienten incómodos. Sería interesante que reflexionaran en cómo están haciendo la evaluación y dieran unos primeros pasos para desarrollar y profundizar en la evaluación formativa. Hay gente, en cambio, que a nivel metodológico sigue dando clases igual que hace un montón de años. Y, a lo mejor, le funciona. Hay que analizar cada caso. El hacer evaluación formativa sirve tanto si das clase con metodología muy activa como si lo haces con metodología tradicional.
P. Ha habido muchas críticas a la propuesta del Ministerio de Educación del aprendizaje por competencias.
R. El enfoque por competencias lleva ya unas cuantas leyes; no es un invento español. Es algo que está planteado a nivel internacional desde hace un montón de años. La mayoría de los currículums de países occidentales se articulan por competencias. El concepto de competencia no se opone a aprender conceptos. La propia definición de competencia que da la OCDE implica que tienes que saber previamente unos contenidos. No se excluye el aprender cosas de memoria con una aprendizaje competencial, sino que se complementan.
P. La nueva ley educativa establece que en la ESO no se repetirá con un determinado número de suspensos sino que esta decisión tendrá que tomarla el equipo docente. Además, se quitan los exámenes de recuperación de junio. ¿Qué le parece?
R. Aquí se está tratando de solucionar un problema como es la enorme cantidad de repeticiones que hay en nuestro país. Creo que es un paso en la dirección adecuada porque estás dando más autonomía a los equipos docentes y metiendo una serie de factores a la hora de decidir. Hay gente que esa autonomía le da un poco de vértigo y otra lo agradece y le parece un paso en la dirección correcta, como a mí. Si hacemos, además, una buena evaluación formativa durante el curso con todos los alumnos, tratando de solucionar los problemas que encontramos, vamos a conseguir solucionar ese problema que muchos tienen a final de curso de si repite o no repite.