Nunca ha probado el hachís, pero sí lo ha analizado. Y mucho. Manuel Pérez Moreno es doctor en Farmacia por la Universidad Complutense y, probablemente, una de las personas que más sabe de esta droga. Se ha gastado más de 2.000 euros analizando el hachís de toda la comunidad de Madrid para poder hacer su tesis doctoral.
"He comprado a decenas de camellos más de 90 muestras de resina de cannabis, es decir, hachís. Y tras analizarlas todas, puedo decir que la inmensa mayoría de las chinas de hachís que se compran en Madrid contienen heces".
De su trabajo publicado en la revista Forensic Science International también se desprende que el 88,3 % de las muestras de hachís no eran aptas para el consumo humano, sobre todo el nivel de impurezas que contiene que suponen un peligro para la salud.
El doctor Pérez lo tiene clarísimo:las heces encontradas en el hachís que se consume en Madrid provienen casi siempre del menudeo. Es decir, la droga es ingerida en origen, en Marruecos. Allí envuelven las bellotas de hachís en film transparente y quien las transporta hasta Madrid, se las traga una a una. "Cuando llegan a España toman laxante y eliminan las bellotas. Y eso es lo que se pone a la venta. El 40% de las bellotas huelen a heces", añade Pérez.
A los que trafican de esta forma se los conoce como culeros. Por eso es mucho más característico el olor a excremento en las llamadas bellotas de hachís, que en las tabletas (las incautadas por la policía), porque estas son mucho más grandes y no son transportadas dentro del cuerpo humano.
"Es verdad que elaboré mi tesis con solo 90 muestras, pero creo que si lo hubiera hecho con más, no hubiera variado mucho el resultado. Y esto las autoridades sanitarias deben tenerlo en cuenta. En realidad, conseguí muchas más muestras pero había algunas que tuve que desechar directamente porque no eran ni hachís".
Lo más importante que quiere señalar Manuel Pérez es que el hachís consumido en las calles de Madrid es un problema de salud pública. Sobre todo, para los jóvenes que no saben ni de dónde viene. "Un chico de 16 años fuma porque su amigo le pasa hachís, y así sucesivamente".
La tesis recoge que el 93 % de las muestras de bellotas analizadas contenía, por si fuera poco, la bacteria E. Coli (Escherichia coli), presente en el aparato digestivo de los mamíferos. Y eso sí que es un indicativo de contaminación fecal. El segundo factor contaminante examinado fue el hongo Aspergillus, presente en el 10 % de las muestras. Alguna de las 90 muestras analizadas superaban hasta 500 veces el límite de sustancias no aptas para su consumo.
Otro factor importante es lo que él denomina como adulteración intencionada. Los traficantes insertan sustancias para que la muestra parezca de mejor calidad. El 18,3 % de las muestras estaban adulteradas con glucosa, sacarosa o resina de pino. Básicamente, con dos fines: aumentar el peso y/o el volumen de lo que te venden. Manuel Pérez explica que meten resina o un preparado de azúcar en la muestra para que así la "piedra de hachís parezca más fresca cuando en realidad no lo es".
"Esto no es comprar una cosa de segunda mano, que lo puedes probar. No, el hachís cuando lo compras solo puedes tocarlo u olerlo", asegura. En otras ocasiones, Pérez ha encontrado arena. "Y claro, dependiendo del tamaño del grano puede ser verdaderamente peligroso. Con que solo un grano llegue al pulmón puede crear una neumonía". El farmacéutico advierte: quemar con el mechero el hachís para preparar el canuto no elimina tan fácilmente ni la contaminación fecal ni las otras sustancias.
"Nos gustaría volver a repetir la muestra, pero esta vez con ayuda. Quizá con un acuerdo con la comunidades autónomas. No es de recibo que yo haya tenido que ir a buscar las muestras y pagarlas de mi bolsillo. No resultó agradable. Estaba comprando una sustancia ilegal. Lo pasé mal, me han engañado muchas veces", cuenta Manuel.
"Además teníamos claro que no queríamos hacer una muestra con los grandes alijos que incauta la policía. Eso no está contaminado. Nos interesaba lo que realmente compra en la calle el consumidor habitual".
Manuel Pérez dividió la Comunidad de Madrid en cinco zonas a las que acudía a comprar el hachís: norte, sur, este, oeste y la capital. Tras analizar las zonas reveló que en las zonas este y sur de la Comunidad de Madrid se encontró la resina de cannabis de mayor calidad con mayor concentración tanto de tetrahidrocannabinol (calidades excelente y muy buena,respectivamente), como de cannabidiol. Y en la zona oeste, el farmacéutico, encontró las muestras de menor calidad.
"El 50% de las urgencias psiquiátricas que se producen en los hospitales son por el consumo de sustancias derivadas de la resina de cannabis, sobre todo de hachís. La mayoría de las muestras analizadas tenía más de un 15% de el tetrahidrocannabinol (THC), que es el principal constituyente psicoactivo del cannabis. Y ese principio activo es muy peligroso para el cerebro de los jóvenes. Cuando la concentración es superior al 15% el consumo no es seguro. Y puede producir, alucinaciones, escenas de pánico, ataques de ansiedad, es cuando los jóvenes dicen: 'me ha dado un amarillo", asegura Pérez.
"Esto hace daño a largo plazo. En el caso de brotes psicóticos puede quedar dañado el sistema nervioso central. Ellos creen que se elimina mejor, que es menos agresivo que el alcohol, han oído que es más sano que un cigarro normal. Pero no es así. Para prevenir hay que informar", afirma.
"Yo soy muy partidario del uso terapéutico de la resina de cannabis. La planta en sí se esta estudiando mucho y ya están demostrados tratamientos. Tiene efectos muy positivos sobre la gente con cáncer. Mejora los vómitos, el dolor crónico, levanta el ánimo. Soy partidario de la regulación de esta sustancia como terapia. España es el primer productor de marihuana de Europa que es el otro derivado del cannabis más consumido en España por jóvenes y adultos. El hachís se produce casi en su totalidad en Marruecos. El problema es que luego se vende fuera", añade.
Según los últimos datos del último informe sobre drogas del Ministerio de Sanidad el 31,1% de las personas encuestadas de entre 15 y 64 años ha consumido, al menos en una ocasión en su vida, cannabis y más concretamente alguno de sus derivados más conocidos, el hachís y la marihuana. Además, según este mismo informe, el 18,3% de los encuestados lo hicieron en el último mes, el 2% consumen a diario y casi 800.000 personas en todo el país hacen un consumo de riesgo, entendiendo como tal, aquel que pone en peligro a la persona, tanto en el ámbito laboral, como en el personal o familiar.
Lo mejor para prevenir es informar. "Si cuentas a los jóvenes lo que contiene el hachís que compra en la calle y de donde viene quizá la próxima vez se lo piensen dos veces. Si con esto conseguimos que unos cuanto jóvenes no lo vuelvan a probar habrá merecido la pena", concluye Pérez.