Uno de los protagonistas del verano en las playas son los drones. Son muchos los ayuntamientos que utilizan estos aparatos para controlar la afluencia y las distancias entre bañistas -para evitar contagios de coronavirus-. Pero su uso ha causado malestar entre aquellos que creen que supone una violación de su intimidad.
Sobrevuelan nuestras costas y graban en tiempo real el aforo de las playas. En la de Sanxenxo, este año se vigila que en al aforo no supere los 5.000 bañistas. "Si es por nuestra seguridad, no hay ningún problema. Se entiende que lo van a hacer para un uso correcto", ha señalado una turista este domingo a Informativos Telecinco.
Más seguros, pero menos libres; o al menos, eso opinan quienes creen que su intimidad está en riesgo. "Me intimida un poco, la verdad; saber que hay alguien que me puede ver cuando pienso que estoy en absoluta tranquilidad. Puede que atente contra la privacidad", añadía otra ciudadana. Pero el uso de los drones está regulado desde 2014. Graban a 70 metros de distancia y utilizan una técnica que distorsiona la figura.
"Lo que reconoce el software son píxeles. Por lo tanto, no se reconoce a las personas", explica a Informativos Telecinco el CEO de Aerocámaras, Jaime Pereira. Esta grabación, con una cámara térmica, es la única que aporta un plano más detallado, pero sólo se utiliza para salvamento o para uso de las fuerzas de seguridad.
"Estamos buscando puntos de calor, por lo tanto estamos buscando personas en la playa, estamos haciendo algún tipo de seguimiento policial o algún rescate", añade Pereira. Las empresas que manejen drones, no cumplan la ley, y vulneren la intimidad de alguien se exponen a una reclamación por daños y perjuicios.
"Estamos hablando que puede ir de los 3.000 euros hasta los 40.000. Depende un poco de la difusión y la repercusión que hayan tenido esas imágenes", asegura el abogado Carlos Borrás. El objetivo es garantizar la privacidad de quienes quieren un verano seguro y sin riesgos.