Por segundo año consecutivo, el coronavirus ha enturbiado las festividades de San Isidro, el patrón de Madrid, al no celebrarse grandes festejos, pero los madrileños no han podido resistir la tentación de acudir a la pradera con sus mejores galas de chulapo para bailar el chotis. Sin poder beber ni una gota de la fuente del santo y con las praderas isidriles que inmortalizara Goya desérticas a causa de la pandemia, Madrid ha trasladado parte de sus fiestas más castizas a un escenario inédito y alejado del centro, el recinto ferial de Ifema.
Es un San Isidro con control de aforo y de temperatura, mascarilla obligatoria y gel hidroalcohólico en cada atracción. Un San Isidro especialmente pensado para los más pequeños. Algunos de ellos visten por primera vez de chulapos en la fiesta del patrón.
La noria, el barco pirata o el tren de la bruja han vuelto a arrancar en el recinto ferial y, a pesar de la ilusión palpable de los visitantes, era reseñable la ilusión de los feriantes, como María del Carmen, quien espera que este festejo marque un “antes y después” en su industria y “se les permita trabajar como al resto porque ellos también pueden cumplir los protocolos contra el coronavirus”.
Esta feria abrió en la tarde del viernes después de retrasar su apertura prevista para el pasado jueves, por una serie de deficiencias e informes desfavorables que ya se han solventado: “Tenemos muchas ganas y mucha ilusión. Es la primera feria desde que empezó la pandemia y trabajar para ver a la gente disfrutar y recuperar un poquito eso de la nueva normalidad, me hace muy feliz”, ha asegurado a EFE mientras vendía entradas a dos niños saltarines.
En la otra punta de Madrid, en la pradera de San Isidro, que hace dos años estaba llena de bullicio, olor a fritanga de gallinejas y música atronadora, el chotis no podía faltar en el día más madrileño del calendario, a pesar de la pandemia. Mientras algunos hacían cola en la ermita para honrar al santo, la improvisación de los chulapos y chulapas ha asaltado la pradera para hacer un gesto a lo castizo y un par de parejas han mostrado sus dotes en la danza madrileña.
Al menos 2.240 agentes de refuerzo entre Policía Nacional y Policía Municipal estarán hasta el domingo controlando las áreas de la Pradera, Parque de San Isidro, y en Las Vistillas, durante todo el día, para que no se produzca la venta ambulante y los botellones.
Algunos han aprovechado este primaveral día de San Isidro para hacer un pequeño picnic con manteles a cuadros rojos y blancos, además de la distancia de seguridad, en la Pradera con la nostalgia y la esperanza de que el jolgorio vuelva a llenar este parque.
Ni siquiera las mascarillas ocultan las sonrisas ni los rostros de la diversión. Aún queda un tramo para salir del largo túnel con la vida pendiente del virus, pero ya se siente que el próximo año podrá disfrutar del San Isidro de siempre.