Es algo que los expertos han repetido, repiten y repetirán por activa y por pasiva: hacer deporte tiene múltiples efectos positivos para nuestra salud; para nuestro cuerpo y nuestra mente.
Sin ir más lejos, la pasada semana era un estudio publicado en el Journal of Clinical Oncology el que defendía que el ejercicio físico disminuye entre un 6% y un 27% la posibilidad de padecer cánceres de colon, mama, riñón, mieloma, hígado, linfoma no Hodgkin o endometrio.
Hacer deporte es una potente “herramienta terapéutica, eficaz en la prevención y el tratamiento de enfermedades prevalentes que provocan morbi-mortalidad en la población”. Así lo expresa también el Comité de Actividad Física de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que defiende como “esencial” ser conscientes de la importancia que posee el ejercicio físico.
No obstante, cambiar el estilo de vida y dejar atrás los hábitos sedentarios, para muchas personas no es una tarea fácil. Demasiadas horas sentados en el trabajo; fórmulas de ocio asociadas a permanecer también estático en una silla; opciones de consumo a golpe de click y sin necesidad de moverse a ninguna parte; servicios de entrega de comida que te dejan la cena ya en la puerta… Son multitud los factores que amenazan con atraparnos en las fauces del sedentarismo, pero es importante tener voluntad y constancia, organizarnos en la medida de lo posible trazando un plan y, sobre todo, encontrar una fórmula que nos guste y nos convenza. Esto último es fundamental para que lo que es un simple propósito se convierta en hábito.
Ni Roma se hizo en un día ni es aconsejable pretender abandonar el sedentarismo de golpe la primera semana, asumiendo una carga de ejercicio físico para la que los primeros días no estamos preparados. Es fundamental comenzar de forma gradual: regular los tiempos, la intensidad, la carga de trabajo.
Tampoco es recomendable, tras un largo y considerable periodo sin hacer deporte, intentar empezar desde el punto exacto en el que estaba nuestro cuerpo cuando sí hacíamos actividad. Retroceder para avanzar: esa es la recomendación en estos casos. Dar pasos lentos, pero hacerlo con firmeza y constancia.
Los expertos aconsejan, ante todo, entrenar con inteligencia. De nada vale someternos a un esfuerzo físico inmenso nada más retomar la actividad si los próximos días ese esfuerzo nos sobrecoge y nos quita las ganas de volver a desarrollarla; o si, en el peor de los casos, nos lesionamos.
Nuestro cuerpo es un gran indicador. Conocerlo e interpretar sus señales es importante para aprender a regular esa intensidad, esos tiempos y esa carga de trabajo que vamos a aplicar a la hora de realizar ejercicio físico. Al igual que no se recomienda excederse, tampoco se aconseja subestimar sus capacidades. Las agujetas son parte del regreso. Sentirlas no debe alejarnos de la lucha contra el sedentarismo.
De nada sirve realizar un ejercicio físico que no nos guste y no nos motive. Tenemos infinidad de deportes a nuestro alcance, tanto en interiores como en exteriores. Hacer una selección inteligente y escoger aquellos que más nos reconfortan es fundamental para tener éxito en una carrera que ha de ser a largo plazo. Si en nuestra primera elección fallamos, el siguiente paso no es rendirse; es probar con otra actividad. Si algo nos gusta es mucho más fácil tener voluntad y constancia.
Del mismo modo en que la vuelta al ejercicio físico ha de ser gradual, se ha de ser consciente de que los resultados llegan con esfuerzo, trabajo y constancia. Por tanto, conseguir resultados es parte de un proceso que no se produce espontáneamente y al instante. Se ha de tener paciencia y no desistir si dichos resultados tardan en llegar.
Si hay algo en lo que los expertos en el ámbito del deporte coinciden es una cosa: la técnica es una cuestión fundamental, esto es, cuando hacemos ejercicio no debemos ejecutarlo de cualquier manera, sino llevarlo a cabo de una forma adecuada que prevenga de las lesiones y garantice que ese esfuerzo que estamos realizando se convierta en algo productivo.
En el caso de actividades muy específicas, preguntar a los profesionales es la mejor opción para asegurarnos de estar haciendo las cosas bien.
En otros ejercicios físicos como el mero hecho de salir a caminar, también es importante prestar atención al equipamiento: llevar un calzado cómodo que nos aleje de una pisada incorrecta --o la temida fascitis plantar, entre otras--; usar prendas adecuadas y acorddes al clima, y que nos permitan un correcto movimiento… Todos estos factores se deben tener en cuenta.
Es una práctica extendida, pero no debemos fiarnos: el doctor Google no tiene la respuesta de todos los males. Ante una molestia, a quien se debe acudir es a los que saben, es decir, a los profesionales del sector sanitario encargados de dar respuesta a esos dolores.
Acudir al fiseoterapeuta, por ejemplo, es algo que se recomienda no solo cuando se produce una lesión, sino también como forma de prevención ante distintos tipos de dolencias que pueden complicarse.