La Audiencia de Barcelona continúa con el juicio por el crimen ocurrido en Terrassa en 2018 en el que un hombre, –asesino confeso–, acabó con la vida de su expareja matándola con un hacha.
En total, le asestó once hachazos en el cráneo y tres en la espalda. Después, cogió su cadáver y lo enterró en un jardín de su casa. Sin embargo, y pese a todo ello, el jurado popular ha resuelto que no hubo ensañamiento.
Concretamente, en su veredicto, el jurado popular ha determinado por unanimidad que el hombre, Jaume B., mató a su exmujer, Mónica B., como él mismo reconoció en el juicio, mientras por siete votos a favor y dos en contra ha concluido que actuó con alevosía por traición, algo clave para que ahora pueda ser condenado por asesinato, como solicitó la Fiscalía, que pide que se le imponga una pena de 20 años de cárcel. Sin embargo, por otro lado, ha rechazado también por unanimidad, –por falta de pruebas–, que el hombre se ensañara con la víctima, a la que asestó al menos catorce hachazos antes de enterrarla en el jardín.
En el juicio, que arrancó la pasada semana, el asesino confeso manifestó que mató a su expareja en torno a las doce del mediodía del 7 de agosto de 2018. Fue en el lavabo del piso que ambos seguían compartiendo, pese a no mantener una relación de pareja.
Según explicó, todo se produjo tras una discusión, momento en que la empujó al lavabo y la golpeó con lo primero que encontró: “Le pegué con lo primero que cogí”, reveló, contando que comenzó a golpearla hasta que cayó al suelo, inconsciente.
Ante el jurado popular, alegó que acabó con la vida de su expareja en un momento de desesperación, y declaró haber sufrido agresiones por parte de la víctima meses antes del asesinato, como prueba de que la relación entre ambos se había vuelto difícil.
El jurado, sin embargo, considera probado que el hombre propinó los golpes a su expareja sabiendo que el daño que le podían causar la podían matar, incluso en el caso de que su intención no fuese acabar con su vida.
Del mismo modo, concluye que el acusado utilizó la relación que ambos seguían teniendo para asestar los golpes a la víctima en un momento en el que la víctima no se lo esperaba, por lo que se deriva el grado de alevosía; punto trascendental para que pueda ser condenado por asesinato.
Una vez leídas las conclusiones del jurado popular, tanto la Fiscalía como la acusación particular han exigido la pena máxima para él, de 20 años de prisión.
Mientras, la defensa ha pedido la pena mínima, de 10 años de prisión por un delito que solicita tipificar como homicidio imprudente, tal como recoge EFE.