Todos los medios están dispuestos para la búsqueda incansable de Julen, el pequeño de dos años desaparecido en Totalán, Málaga. Más de 24 angustiosas horas después, los efectivos desplazados hasta el estrechísimo pozo en el que tanto su padre como una prima de éste aseguran que cayó, trabajan contra reloj.
De apenas 25 centímetros de diámetro y 107 metros de profundidad, ambos afirman haber sido testigos, –a escasa distancia–, de cómo el pequeño caía por el agujero. Incluso, le escucharon sollozar, tal como ha manifestado la familia.
Fueron los propios padres quienes dieron el aviso de la desaparición a las autoridades. En ese momento se encontraban en una finca junto a otra pareja, también con una niña. Mientras preparaban un almuerzo, los menores jugaban en el campo. Fue entonces cuando se habría producido lo que relatan como un terrible accidente.
“Los padres eso es lo que nos han dicho. Yo no puedo desmentir a los padres, que son los únicos que estaban aquí entonces”, ha explicado Bernardo Moltó, portavoz de la Guardia Civil de Málaga.
El pozo, que estaba mal cerrado, se había hecho para ver si había agua en ese punto, dado que allí tenían intención de construir una vivienda.
Tras recibir la llamada de alerta, durante la tarde de este domingo la Guardia Civil también peinaba los alrededores por si podría haberse perdido en otra zona. Sin embargo, el trabajo principal se centra ahora en el pequeño agujero. Gracias a la ayuda de un robot equipado con una cámara y especializado en la exploración de tuberías para facilitar tareas de desatascos y excavación, en el interior del pozo se ha encontrado un vaso y una bolsa de chucherías que el niño tenía en el momento de la desaparición. De este modo, día y noche, los esfuerzos se centran sin descanso en localizarle en este lugar. “El dispositivo va a estar funcionando todo el tiempo que sea necesario”, ha subrayado el portavoz de la Guardia Civil de Málaga, Bernardo Moltó.
Como las circunstancias que rodean al caso, abordar el rescate del pequeño Julen en este estrecho pozo encierra una enorme complejidad. Cualquier fallo o error de cálculo podría poner en peligro la operación, siendo la prioridad que no se produzca ningún desprendimiento o derrumbe. Para abordar el rescate contemplan tres alternativas: excavar a cielo abierto; intentar romper el tapón de tierra o abrir un túnel paralelo. Sin embargo, todas ellas entrañan ese riesgo de desprendimiento. Por eso, a pesar de que el tiempo corre en contra, y a pesar de que los equipos de rescate son conscientes de la necesidad de actuar con rapidez, no pueden hacerlo de forma precipitada.
Tras llegar a 73 metros y retirar 30 centímetros de tierra, han hecho tope al llegar a una zona de tierra muy dura. Trabajar en un espacio tan pequeño es sumamente difícil. Tanto como reconstruir lo sucedido: los investigadores permanecen sorprendidos por la fatalidad de los hechos. El niño cayó por un hueco minúsculo, pero de una profundidad de 107 metros en medio del campo.
La Guardia Civil revisa todas las circunstancias del caso, mientras familiares y vecinos viven con tensión y angustia el paso de las horas.
Los padres ya perdieron a un hijo hace un año y nueve meses. Tenía tan solo tres años y padecía una cardiopatía congénita.