La madre de la niña de 13 años asesinada en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) en junio de 2018 por un vecino de sus abuelos ha llegado este martes al Palacio de Justicia de Barcelona para testificar por el crimen. Ante los medios de comunicación ha reclamado una condena a prisión permanente revisable y ha negado que el presunto violador confundiera a su hija con un ladrón: "Esta en sus cabales porque lo recogió todo y se duchó".
Así lo ha sostenido a los medios a su llegada al Palacio de Justicia de Barcelona, sede de la Audiencia Provincial, tras suspenderse ayer durante 24 horas su testimonio en el tribunal donde se juzga desde este lunes a Juan Francisco L.O. por matar y agredir sexualmente a la menor, cuyo cadáver fue hallado semidesnudo y con una correa de perro alrededor del cuello bajo un colchón en el domicilio del procesado.
"Va a ser un momento duro tener al acusado ahí cerca, pero es la oportunidad que tengo y no podemos fallar" ha señalado la madre que quiere que todo el mundo sepa que "el malo es él", por lo que asegura que "este señor no puede tener una pena corta. Tiene que ser permanente revisable. Que lo intenten enderezar en prisión para volver a vivir en sociedad".
Sobre el testimonio del acusado, la madre de Laia resta veracidad a sus palaras: "No me creo el testimonio de persona desequilibrada. Esta en sus cabales porque lo recogió todo y se duchó. No pudo confundir a mi hija con ningún ladrón. Mi hija tenía 13 años. Estaba en sus cabales. No tiene perdón de Dios lo que hizo", concluye.
Este lunes, tras conocerse el aplazamiento de su declaración, la madre de Laia aprovechaba su salida del palacio de Justicia para asegurar que "a la Justicia no le puedo pedir que me devuelva a mi hija. Como somos personas civilizadas, las cosas se arreglan aquí".
También reclamó que a la Justicia que nos "ampare" para que el jurado popular falle a favor de imponer la prisión permanente revisable al acusado, la misma pena que solicita tanto la Fiscalía como la acusación particular.
"Que la Justicia nos ampare y nos apoye y que la condena sea prisión permanente revisable para que este señor esté muchos años en la cárcel y, cuando salga, tengamos la garantía de que esté preparado para vivir en sociedad porque ha sido un peligro para Laia y seguirá siendo un peligro para cualquier persona", ha señalado. Y ha apostillado: "Esperamos que el jurado lo vea también así".
Juan Francisco está acusado de haber perpetrado un "salvaje y brutal" crimen contra Laia, a la que interceptó bajando del piso de sus abuelos para después matarla y "vejarla hasta la saciedad", según la tesis del ministerio público, que solicita también que se le imponga una década de cárcel por un delito de agresión sexual a menor de 16 años.
Ya en el juicio, la madre de Laia se ha encarado este martes con el acusado, que durante horas ha asistido impasible al desgarrador relato de los familiares de la víctima: "Espero que el miedo no te deje vivir nunca más". Así se lo ha espetado al terminar su declaración en la segunda sesión del juicio contra Juan Francisco L.O., de 45 años, que arrancó este lunes en la Audiencia de Barcelona con jurado popular y en el que la Fiscalía pide prisión permanente revisable por asesinato con alevosía y ensañamiento en el contexto de un delito contra la libertad sexual, y 10 años de cárcel por agresión sexual a menor de 16 años.
"Espero que el miedo no te deje vivir nunca más en la vida. Que vivas muchos años, pero con mucho miedo, el mismo miedo que pasó mi hija en tu casa a oscuras. Tu olor, tu peso... morirse es muy malo, pero morirse contigo encima, oliéndote y con tu peso, a oscuras, es peor", ha exclamado la madre de Laia antes de separarse del micrófono, lo que le ha valido una reprimenda del magistrado presidente de la sala.
Poco antes, el juez ya había censurado al padre de la menor por reprochar a la abogada de la defensa que le transmitiera su pésame ante el jurado y no durante la instrucción del caso, que se remonta a la tarde del 4 de junio de 2018, cuando el asesino confeso interceptó por las escaleras del vecindario a la niña y la asfixió y apuñaló tras agredirla sexualmente, según la tesis fiscal. Ambos padres han explicado que Laia era una niña feliz y obediente -"le gustaba el mundo, le gustaba la vida"-, con un leve grado de autismo y a la que no le gustaba la oscuridad ni tampoco esconderse, tratando de desmontar de esta forma la versión del acusado de que la menor se coló por iniciativa propia en su casa, lo que habría motivado que la confundiera con un ladrón.
"En ningún momento se me pasó por la cabeza que la niña estuviera escondida. Lo primero que pensé es que se había ido para casa", ha señalado el padre, quien ha aseverado que la escalera de los abuelos, en cuyo domicilio vivió más de 20 años, "no es de compadreo", por lo que no acuden los unos a casa de los otros.
También han declarado los tíos de la menor, quienes hallaron su cadáver semidesnudo, encajado en una maleta, con una correa de perro alrededor del cuello y debajo de un colchón en el domicilio del acusado, en el que irrumpieron tras detectar un comportamiento "sospechoso" en el procesado.
Tal como han relatado, la primera vez que llamaron al piso de Juan Francisco, este abrió con una toalla en la cintura y les dijo que se acababa de duchar y que allí no había nadie, pero no se prestó a colaborar en la búsqueda como el resto de vecinos, sino que reaccionó, han asegurado, "sereno", con "absoluta indiferencia" y "sin empatía". "Estaba intranquilo, me quedé con la sensación de que escondía alguna cosa", ha indicado uno de los dos para argumentar por qué acudieron una segunda vez a la vivienda.
Fue entonces, han continuado, cuando el acusado, que tenía la puerta de casa cerrada con llave, "empezó a decir incongruencias y respuestas contradictorias": "Nos dijo que teníamos que esperar a que viniese su madre, lo que era totalmente inverosímil porque estaba moribunda, y entonces dijo que tenía drogas en casa y no quería líos con la policía". "Su afán era quitarnos de encima lo antes posible. Intentó poner todas las excusas que se le ocurrían", ha subrayado el familiar.
Como no se creyeron lo que les contaba, decidieron entrar en la casa, hasta que uno de ellos halló el cuerpo de la menor debajo de un colchón sobre el que había todo tipo de objetos en una habitación "revuelta" y cuya pared estaba manchada de sangre.
"Me puse a gritarle al acusado y se tiró al suelo como un niño pequeño diciendo que él no había sido", ha recordado. A lo largo de la sesión han testificado también allegados de la víctima que ayudaron en la búsqueda, y uno de ellos, que acompañó a los tíos cuando entraron en casa del procesado, ha contado que el interior del piso, cuyo suelo estaba mojado, "olía a rancio y a lejía".
Todos los que vieron al acusado ese día han coincidido además en que no tenía apariencia de ir ni bebido ni drogado: "Estaba perfectamente consciente", ha afirmado uno de ellos, al tiempo que otro ha apuntado que "no tenía los ojos dilatados"