Jaun José López ingresó un 22 de diciembre en urgencias con su suegro, en su casa cogieron el covid todos menos su hijo el mayor. A él en unas horas le dijeron que estar en la habitación no le llegaba que tenía que estar en la UCI. Reconoce que perdió un poco la noción del tiempo. El 24 su suegro falleció. A Juan le aconsejaron entubarse. El 26 y 27 de enero fue cuando se dio cuenta al despertarse de su realidad. Cuando despertó sin musculatura, no podía mover bien brazos y piernas.
"33 días estuve en la UCI", recuerda ahora. Y desde ese momento llegó la recuperación "Yo soy cabezón y me pongo metas. Hacía movimientos en piernas y brazos. El primer día le preguntaron si podía andar un poco. Empezó a andar con mucho trabajo. Pero en rehabilitación hay tanta gente que te dan media hora. Hay mucha gente mayor y yo sufría mucho. Yo animo a la gente a lo que le digan lo repita. A mi mujer la decía que me agarrara. De esto sales, pero no sin trabajo.
"Llegué el 15 de febrero a casa y le dije a la mujer vamos a andar hasta la esquina. Ahora Juan hace 10 kilómetros y cree que la vida le ha dado una nueva oportunidad. Este bicho te deja vacío, pero se sale". Ahora Juan José tiene claro que lo primero es su familia y valorar los momentos.
La incertidumbre y el cambio constante de instrucciones en torno a la covid-19, unido a la carencia de equipos de protección y la falta de información, provocaron numerosos episodios de estrés agudo en los profesionales sanitarios a partir de hace justo un año, con la inesperada propagación del virus. Pero también hay que fijarse en los enfermos que tienen ante sí una rehabilitación crucial después de contraer la enfermedad. Y que como Juan, ya lo advierte él, tienen que superar no solo el impacto de la enfermedad sino también sus secuelas.