Javier Huete, Fiscal de Menores: "Los delitos por violencia de hijos a padres aumentan cada año"
"Cada vez hay más padres que acaban llevando a sus hijos a centros para menores con trastornos de conducta "
Cerca de 41.000 niños en España están tutelados por las comunidades; el 52% vive en centros de protección y el resto con familias de acogida
No se ha detectado que los menores extranjeros cometan más delitos que los nacionales
Javier Huete Nogueras es el Fiscal de Sala Coordinador de Menores. Desde hace cuatro años se encarga de dirigir a todos los fiscales de menores que hay en España, con el fin de unificar sus criterios de actuación.
Es el máximo representante del Ministerio Público en esta materia. El responsable de los niños cuando quedan sin amparo, son víctimas de delitos o cometen infracciones. Su misión es garantizar la protección de la infancia y la reforma del menor. También supervisar a las administraciones que lo llevan a la práctica.
Sustituyó en este cargo a Consuelo Madrigal, tras ser nombrada Fiscal General del Estado, en marzo de 2015. Antes fue Fiscal en el Tribunal Supremo y comenzó su carrera hace 38 años en la Audiencia Provincial de Bilbao.
Esta semana ha participado en el IV Congreso 'El Interés Superior del Menor. El acogimiento familiar, hacia nuevos modelos', un encuentro organizado por familias que han acogido a niños bajo el lema 'Tú serás mi hogar'. Tras su discurso, concedió esta entrevista a NIUS.
Pregunta. ¿Cuál es la situación actual en España?
Respuesta. El modelo tradicional está cambiando. Hasta hace poco teníamos la visión de una familia estructurada sobre una determinada concepción. Un modelo heteroparental con una autoridad muy asentada. Pero este modelo se va a ir transformando poco a poco porque hay que reconocer nuevas formas de familia, que ya se están instaurando.
Estas nuevas familias no funcionan con el modelo de la imposición y la autoridad indiscutible, sino sobre la base del diálogo y del acuerdo. Si ésto lo fomentamos desde que los niños son pequeños, cuando sean adolescentes no tendremos tantos problemas. Porque ahora queremos imponerles algo que no hemos sembrado previamente.
P. ¿Y cómo debemos hacerlo?
R. Debemos formar ciudadanos en libertad y responsabilidad. Hay que enseñar a los niños desde pequeños a ser responsables de sus actos y a tener tolerancia a la frustración. Deben aprender que cuando te dicen 'no', eso no significa que el mundo se ha acabado. Quizás tengan que esforzarse de otra manera para conseguirlo. Es cuestión de formación y educación. Pero además debemos enseñarles que no todo se consigue y que no todo se obtiene ya.
Debemos enseñarles que no todo se consigue y que no todo se obtiene ya"
A veces veo a padres que le dicen 'no' a sus hijos y el niño pega al padre. Y no le dicen nada, no hay una respuesta adecuada, una represalia. Mal ejemplo damos porque luego nos pedirá la tablet y si no se la das se tirará al suelo; después te dirá que quiere un ordenador y que lo quiere en su cuarto, luego que con la puerta cerrada...pero no estás haciendo nada.
Las familias son las primeras que tienen que ponerse las pilas, formándose. Todos tenemos que aprender ante las situaciones nuevas. Antes se solucionaban de una determinada manera y ahora lo solucionamos de otra. Si una madre a las siete de la mañana tiene que preparar al niño de tres años y medio para ir al colegio y el niño se pone con la rabieta, si ella entra en la discusión de "cuando te calmes ya veremos qué pantalón te pones" y todo eso, pierde el autobús, no llega al colegio...Tenemos que empezar a enseñar a esos niños que no pueden cogerse esa rabieta y que hay que ponerse el pantalón porque es necesario. Esa es la obligación de todos los padres, pero el problema es que las familias no están funcionando.
Otro ejemplo es el de un niño al que su padre deja su tablet. De pronto le llega una factura de 60.000 euros. Al final es una estafa para el propio padre. Pero es un caso tremendo porque da a entender la desatención que hay de ese niño, las horas que pasa jugando, incluso generando un gasto sin que nadie se aperciba en el entorno familiar. Y entonces los padres no saben qué hacer ni cómo corregirlo.
Es necesaria una mayor conciliación laboral y familiar y eso en las circunstancias actuales es prácticamente imposible. Debemos pasar más tiempo con los niños o tener una interacción. Sería más razonable que esos padres estuvieran con sus hijos viendo lo qué hacen en internet, pero no para censurarle o vigilarle, sino porque así si encuentran algo inadecuado podemos razonar y explicarle: ¿ves lo que nos hemos encontrado? ,¿a que eso no nos ha gustado?. Podemos decirle que hemos visto algo que no debíamos ver, que no está bien y mostrarles una reacción que tampoco sea desaforada. ¿Eso evitará que vuelva a la misma página? No, pero al menos le hemos inculcado unos valores para que sepa lo que está bien y lo que no.
P. ¿Cómo actuar para corregir determinadas conductas?
R. Siempre debemos contar con la voluntad del menor. En el caso de una madre que le dice a su hijo que recoja su habitación y él le dice que no, ¿qué hacemos? si esta madre le sujeta por los brazos y le dice que no sale, el niño puede denunciarle y no recoger la habitación.
Esto supone una confusión entre los mensajes. A la sociedad le hemos transmitido cuáles son los derechos de los niños pero se nos ha olvidado decirles que la propia ley, junto a los derechos, contempla un montón de deberes. El problema es que los deberes contemplados en la ley no conllevan sanción. Por eso debemos encontrar el equilibrio entre derechos y deberes, enseñar a los niños que tienen derechos pero siempre deben ir asociados a una responsabilidad.
A la sociedad le hemos transmitido cuáles son los derechos de los niños pero se nos ha olvidado decirles que la propia ley, junto a los derechos, contempla un montón de deberes"
El problema es que no podemos imponernos, ni poner medidas privativas o restrictivas de su libertad. Hay que acudir a la psicología para captar la atención del menor para que desde su propia perspectiva asuma que lo que le estás diciendo le beneficia. Porque si él considera que lo hacemos como imposición lo va a rechazar, porque no parte de él.
P. ¿ Qué medidas judiciales pueden adoptarse cuando delinquen?
R. Estamos viendo que muchos adolescentes son absolutamente contrarios a seguir las normas de convivencia. Eso se demuestra en la violencia filio-parental, que aumenta en número de hechos delictivos anualmente. Eso es un síntoma de que la educación está fallando. Cuando se producen estas reacciones violentas los padres intentan corregirlas en la medida de lo posible, pero una vez que el problema está instaurado es muy difícil solventarlo.
Por eso debemos educarles para que cuando haya un problema no respondan con violencia. Cuando ya hay un hecho delictivo el fiscal de menores valora la situación y determina la medida que adopta pero hay que intentar que lleguen a ese punto. Debemos retomar los valores de convivencia y tolerancia para que no respondan con violencia, aunque sea leve.
También hay que decir que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva situación: adolescentes que acaban sometidos a una institucionalización por el fracaso familiar. Cada vez hay más padres que llevan a sus hijos a centros de menores con trastornos de conducta -lo que antes se llamaban correccionales- y ceden la tutela a una entidad pública porque estas son las únicas que tienen reconocido en su reglamento la posibilidad de utilizar medidas de restricción y contención contra la voluntad del menor: sujecciones fisicas, mecánicas, aislamiento...Estamos volviendo a retomar modelos a los que nunca deberíamos volver.
P. ¿Ocurre los mismo en los países europeos?
R. El modelo europeo es distinto. Con 14 o 15 años estos chicos empiezan a salir del modelo familiar. Un holandés a los 15 años está pensando en emanciparse. Mientras que en España chavales de 18 años no quieren irse de casa ni con agua caliente porque están muy a gustito en casa de sus padres.
Acogimiento familiar
P. ¿Funciona en España el acogimiento familiar?
R. Hemos partido de cero hace poco. El punto de inflexión llegó con las leyes del 2015 y vamos poco a poco. Que vaya mejorando el acogimiento familiar es importante por que el acogimiento residencial siempre ha existido. Que ya estén casi igualándose significa que está funcionando, aunque no va al ritmo que debería.
P. ¿Cómo se puede fomentar el acogimiento familiar?
R. Primero hay que dar a conocer el acogimiento familiar. Luego formar, informar y definir mejor esta figura para que no se tenga miedo a acoger. Que el Estado también se preocupe de proteger a esas familias. Si en las familias españolas sólo se tiene uno o dos hijos, hay que tener muchas ganas de hacerse cargo de un chico de 12, 13, 14 años con lo que eso comporta.
Hay que definir bien cómo vamos a tratar a las familias acogedoras y después fomentar, difundir y hacerlo atractivo para que se convierta en una solución. Hay niños de 12 años, que no son conflictivos ni tienen problemas físicos o psicológicos pero por mucho que buscamos un acogimiento, no encontramos familias que quieran quedarse con ellos.
Ya bastante es acoger a personas en formación, con experiencias vitales complejas. Por eso debemos conseguir que los acogedores vean recompensada su actuación y se les brinden todas las ayudas posibles para evitarles cargas innecesarias. SÍ podemos buscar familias de acogida pero creo que hay un problema inicial con el sistema educativo de nuestra sociedad. Hay que aprender a dar respuestas adecuadas a problemas que se van a plantear porque la sociedad ha cambiado.
Hay que aprender a dar respuestas adecuadas a problemas que se van a plantear porque la sociedad ha cambiado."
Por ejemplo el caso de una niña rumana que tenía 14 años. Quería viajar al extranjero para estudiar inglés y su familia de acogida llevaba cinco años intentando obtener la documentación necesaria. No lo conseguía porque no le expedían el pasaporte y esta familia no podía justificar su relación con ella". Un caso en vías de solución.
Menores extranjeros no acompañados
P. ¿ Cuál es la situación de los llamados 'mena'?
R. A un niño que le dicen que Europa es el Edén, si cuando llega aquí se encuentra que no lo es, se acaba frustrando. Porque las penurias que ha vivido en el viaje las pensaba compensar con una vida aquí, mejor que la que tenía fuera. Hay chicos que lo canalizan, lo superan y salen adelante. Pero otros se quedan en el camino y son víctimas del sistema. Nuestra sociedad está dotada de unas leyes que dicen que a todos los niños hay que darles una protección y no se la estamos dando, que hay que protegerles y no lo estamos haciendo.
A un niño que le dicen que Europa es el Edén, si cuando llega aquí se encuentra que no lo es, se acaba frustrando."
P. ¿Qué está ocurriendo en el centro de Primera Acogida de Hortaleza, en Madrid?
R. El centro de Hortaleza es una bomba de relojería desde hace mucho tiempo. Está saturado y la comunidad de Madrid ha intentado paliar la situación, aunque no lo ha conseguido. El flujo es muy elevado y la sobresaturación hace que los educadores no puedan prestar la atención adecuada estos niños y ellos no quieran estar en los centros.
En el entorno social la presencia de estas personas distintas genera intranquilidad. Y en cuanto hay un detonante -como puede ser el caso de una señora que le han dado un tirón y le han quitado la cadena- lleva a criminalizarlos a todos como si fuesen todos culpables y provoca una reacción violenta.
La administración ha incrementado en 20 plazas este centro y ha buscado otros lugares para acomodarlos. La solución sería desmasificarlo pero en cuanto se rumorea que va a abrirse una nueva residencia en un barrio los vecinos se oponen. Hacen falta más recursos y buscar otras soluciones como poder ser acogidos por familias temporales.
P. ¿Por qué se produce esta saturación?
R. Estos centros de primera acogida están pensados exclusivamente para la observación de los chicos y en muy poco tiempo decidir qué recurso es adecuado para él. No es lo mismo atender a un niño de 12 años que a uno de 16. Ni es lo mismo uno que ha tenido una experiencia vital en su migración en el que haya sido víctima de malos tratos o violaciones, que otro que no haya sufrido un trauma psicológico parecido. El número de educadores, orientadores y asistentes sociales es insuficiente y no tienen tiempo material para realizar bien su trabajo. Tienen un volumen de trabajo muy elevado.
P. Se han producido varios ataques recientemente en el entorno de este centro de menores, ¿qué se sabe?
R. Están siendo investigados por la Fiscalía Provincial porque los agresores son mayores de edad. Es una situación muy compleja. Quizás tendría solución si el ciudadano de la zona notase más presencia policial para sentirse más protegido. Eso podría ser disuasorio, aunque no se evitarían algunos robos que sí que se han cometido, aunque los autores son una minoría, un grupo muy reducido, y se está criminalizando a todos. El problema es que los ciudadanos sienten inseguridad y eso provoca miedo. Y el miedo provoca reacciones violentas como las que estamos viendo.
P. ¿Hay alguna cifra de los menores extranjeros que cometen delitos?
R- En las memorias de la Fiscalía yo no detecto un aumento, ni que cometan más delitos que los nacionales. Los porcentajes son similares. Las cifras no son muy relevantes, están más o menos controladas. Lo que pasa es que cualquier acción puntual grave tiene una trascendencia mediática que genera sensación de inseguridad.
P. ¿Y qué se hace con estos menores extranjeros que delinquen?
R. Si el menor es refractario no se puede hacer nada con él. En los centros de protección de menores no les puedes sancionar ni obligarles a hacer nada. Yo siempre pongo un ejemplo: si tienes un hijo de 14 años que a las doce de la noche te dice que va a salir, tú le puedes decir que no...pero ¿y si él quiere irse, qué haces, te pones delante, le pegas un bofetón?. Pues en un centro de protección de menores ocurre igual. Intentarás convencerle, hacerle razonar de qué es lo mejor para él, pero ¿y si no lo quiere aceptar?
P.¿ Qué pasa cuando los niños que están tutelados alcanzan los 18 años?
R. Con 18 años y un día les damos una patada y les dejamos en la calle porque no tenemos recursos suficientes para hacer ese acompañamiento en el tránsito hasta los 18 y luego durante un tiempo. Y esa suele ser siempre la respuesta de las administraciones: Sería la medida más adecuada, pero no hay recursos.