Un mal enemigo pese a tener con él una íntima relación, con unas familias que parecían muy unidas. Demasiado. Javier Ardines parece que cruzó las líneas rojas ante una persona que no estaba dispuesto a consentirlo. Pedro Luis Nieva, de 48 años, considerado el cerebro del crimen es gerente de una pequeña empresa de electricidad, Instalaciones Mugarra, que él mismo puso en marcha en el 2002, con 40 empleados.
Un tipo con fama de malcarado, protagonista de enfrentamientos violentos con sus vecinos y extremadamente celoso y posesivo. Padre de dos hijos de 18 y 22 años, y casado más de media vida con Katia. El perfil siempre estuvo en el punto de mira de los investigadores. La relación de amistad se tornó en venganza cuando Pedro confirmó que su mujer y Javier mantenían una relación pese a que Katia era prima hermana de la mujer de Javier. Desde entonces, planeó una venganza que pasó de susto a asesinato. Hasta el momento, cuatro personas han sido detenidas, pero no se descartan más.
La operación para dar caza a Pedro sin problemas fue espectacular. Un centenar de agentes participaron y la dentención fue grabada con un dron. La idea era sorprender a todos y se logró, porque el perfil de Pedro hacía que los agentes se mostraran cautos. Ahora, detenido, su imagen es distinta. Cabizbajo, callado, con una barba que antes no tenía. La viuda de Javier ya notó algo después de su muerte. Como una distancia de los que hasta ahora eran sus amigos inseparables. Nuria Blanco sabe ya las razones y es consciente de que al dolor de la pérdida puede sumar la traición. Ahora sabe por qué en sus peores momentos la pareja en la que confiaba parecía distanciarse.
Katia, la mujer de Pedro, es ahora una pieza fundamental de la investigación. Fue interrogada y certificó las sospechas de los investigadores. Ella no podía saber con certeza las acciones de su marido esa noche porque no se movió de Amorebieta.
La Guardia Civil ha pasado dos horas inspeccionado la casa en busca de pruebas o el objeto del crimen. Lo cierto es que Amorebieta no da crédito a lo sucedido porque creen que si era un asunto sentimental se podía haber solucionado hablando. Los investigadores han buscado hoy pistas que conduzcan a Pedro que, aunque dice que solo quiso dar un susto, los expertos opinan lo contrario ya que a Javier le cogieron y le golpearon por detrás con saña. Los sicarios, a los que puso en contacto con Pedro un amigo, sabían lo que había que hacer. Ahora los investigadores también lo saben.