Con tan solo 99 kilómetros cuadrados superficie, viajar a Tristán de Acuña es toda una odisea. Esta isla es un territorio británico de ultramar de 245 habitantes que posee un volcán activo en el centro y está rodeada de acantilados de hasta 600 metros de altura, lo que dificulta notablemente su acceso. Sin embargo, no es el único impedimento a superar si quieres visitarla.
El viaje a Tristán de Acuña requiere de dinero, tiempo y paciencia, en primer lugar se necesita volar a Ciudad del Cabo para allí encontrar un velero que navegue con nosotros durante 18 días en el océano Atlántico hasta llegar a la isla. Y, en caso de que quieras viajar un poco más rápido puedes optar por el SA Agulhas, un barco en que tardarás solo seis días en llegar a Tristán de Acuña, pero solo viaja una vez al año. En total, solo pasan unos 9 barcos al año, la mayoría pesqueros con 12 camas. Además, no es una zona donde el mar suela estar apacible y solo puede desembarcar en la isla unos 60 días al año.
De hecho, fue el archipiélago fue descubierto por un explorador portugués que se llamaba Tristão da Cunha, que dio nombre a la isla, pero que, sin embargo, no pudo visitarla porque el mar estaba revuelto ese día.
Esta diminuta, aunque encantadora isla, solo cuenta con 245 habitantes, de los cuales 133 son mujeres y 112 hombres que conviven en la parte llana del territorio, denominada Edimburgo de los Siete Mares. En ella, los lugares de recreo a encontrar son: una cafetería, un salón para eventos multitudinarios, una oficina de correos y un pub, aunque ninguno de ellos posee una buena conexión a Internet.
Dado su difícil acceso solo seis apellidos dominan la isla: Lavarello, Repetto, Rogers, Swain, Green o Glass, por lo que todos se conocen entre ellos y según los locales, no existe delincuencia en la isla. La mayoría de las familias están relacionadas entre ellas y la endogamia ha producido que muchos habitantes tengan enfermedades como asma y glaucoma. Además, en la isla no existen los resfriados. Tan solo hay dos habitantes que no nacieron en la isla y que se quedaron a vivir porque se casaron con nativos de Tristán de Acuña y decidieron quedarse allí con ellos.
Esta pequeña población se dedica principalmente a la pesca de una especie local de langosta de agua fría, los ejemplares de Tristan Lobster suponen el 70% de los ingresos de la isla, ya que es el principal bien que exportan y comercian.
La langosta en cuestión les ha sido especialmente de ayuda durante la pandemia, ya que, aunque no hayan registrado ningún positivo en covid, sí se detuvo el comercio de suministros y esta ha sido su principal fuente de alimentación durante muchos meses.