En el curso 2017/2018, el 47,03 por ciento de los alumnos de bachillerato científico eran mujeres, un 1,1 por ciento más que diez años antes, según datos estadísticos del Ministerio de Educación. Es un porcentaje muy superior al que luego se observa en las matriculaciones CTIM (ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas, industria y construcción), donde la presencia media de mujeres en estas especialidades se sitúa en torno al 33’17 por ciento, con un paupérrimo 13 % en Informática.
La importancia de lograr un cierto equilibrio en la presencia de mujeres y hombres en este tipo de especialidades radica en que son las que mayores salidas laborales tienen en la actualidad así como que algunas de ellas son las que ofrecen mejores sueldos en el mercado de trabajo. Y todas las proyecciones de organismos internacionales apuntan que las disciplinas CTIM (STEM por sus siglas en inglés) reforzarán esta posición predominante.
Esta falta de matriculaciones de mujeres en los estudios con más proyección choca con una doble realidad: el 54,3 % de los estudiantes de las universidades españolas son chicas; y hace unos años había un 20 por ciento de alumnado femenino en ingeniería, y anteriormente incluso había un 30 por ciento en las carreras de ciencias cuando “en estos momentos tenemos un 11 por ciento de alumnas en la carrera de ingeniería electrónica y automática, y en ingeniería informática, un 8 por ciento", explicaba recientemente Inmaculada Plaza, directora de la Escuela Universitaria Politécnica de Teruel (EUPT).
Las Administraciones públicas en España, siguiendo los consejos de la Comisión Europea y las organizaciones de mujeres profesionales han empezado a entender que la economía del futuro necesitará a más titulados en ciencia y tecnología, y por extensión a más mujeres en el entorno CTIM.
Por ello están articulando mecanismos para corregir esta falta de talento femenino en las aulas científico-técnicas de las universidades. La última oferta lanzada por el Gobierno en funciones es la de becar a las mujeres en estos estudios en las que la presencia femenina esté por debajo del 30 por ciento.
En el ámbito autonómico, la Comunidad Foral de Navarra, por ejemplo da ayudas adicionales para la contratación de mujeres. En Cataluña, la Universidad Politécnica (UPC) ha puesto en marcha el programa 'Aquí Steam' destinado a niñas de 9 a 14 años para atraerlas a los estudios de tecnología e ingeniería, con el fin de que el porcentaje de mujeres crezca del 25 % al 30 % en cinco años.
La diferencia de género es tan abrumadora que hay concentraciones informáticas de eventos o juegos en las que solo un 16 por ciento de los participantes son mujeres.
Para los especialistas, los roles tradicionales en una sociedad patriarcal como la nuestra han dirigido las carreras profesionales de las mujeres hacia otro tipo de estudios más relacionados con la asistencia a terceros o la educación, mientras que los hombres han buscado otras en las que pesaban las expectativas de futuro económico.
Este es el caso de María José Martín Rodrigo, profesora del Departamento de Gestión Empresarial de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Pontificia Comillas (ICADE) que avisa contra “la pérdida de tiempo” debido a que padecemos “una herencia de una sociedad muy patriarcal en la que los estereotipos han delimitado las funciones muy claras para los hombres y diferentes para las mujeres”, lo que supone una “baja representación de las mujeres” en un escenario real de “alta demanda laboral de perfiles tecnológicos”.
Para esta profesional, “asusta pensar que en nada esta discriminación o esta brecha lejos de hacerse más chiquita se va a agrandar”, algo nada extraño cuando observamos que “existen teorías psicológicas que justifican los estereotipos como explicación de esta brecha” como es el caso de “los biologicistas que viene a decir que las mujeres no teníamos capacidades intelectuales innatas para afrontar con éxito este tipo de materias”.
“Qué duda cabe que hombres y mujeres somos distintos y que ahí también se pueden encontrar algunas diferencias en cuanto a motivaciones o intereses pero mucho me temo que también están pesando las expectativas que se tienen de cómo me imagino trabajando cuando esté queriendo desarrollar mi vida personal en el futuro dentro de una tecnológica”, asegura Martín Rodrigo “porque no se explica que solo el 30 por ciento de las mujeres estén trabajando en tecnológicas frente a sus compañeros que son el 70 por ciento”.
Una brecha que no siempre es así, según ha comprobado esta profesional que hace años realizó un estudio “para ver si había una diferencia entre chicos y chicas para cursar este tipo de estudios y efectivamente en materias de cálculo, álgebra, ecuaciones diferenciales, ¡ellas han tenido mejores resultados que los varones!”, lo que le lleva a deducir que “obedece a las influencias en esas fases de la prepubertad entre los 11 y los 17 años en los que algo está fallando en nuestro sistema educativo”.
La tendencia parece ir pareja en la mayor parte de los países occidentales. En su último informe titulado "Panorama de la Educacion 2018", la OCDE apuntaba que "se observa un fuerte sesgo por género en la elección de campos de estudio. En los promedios de OCDE y UE22, mientras que en el campo de Ingeniería, Industria y Construcción solo 1 de cada 8 graduados es mujer, la proporción de mujeres graduadas sube en el resto de campos: en torno a 2 de cada 3 en los campos de Derecho y Administración de Empresas y Servicios, y 3 de cada 4 en el campo de Salud y Bienestar. El patrón es el mismo en España, salvo en el campo de Servicios, en el que la proporción de mujeres graduadas no llega al 50 %".
Los investigadores de la Universidad Leeds Beckett, en Reino Unido, y de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos creen que existe una "paradoja de la igualdad de género" por la que los países con mayor igualdad de género tienen una proporción menor de mujeres que cursan estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (carreras STEM) que aquellos países en los que se considera que no hay igualdad de género.
Según estos expertos países como Albania y Argelia tienen un mayor porcentaje de mujeres entre sus graduados de STEM que países aclamados por sus altos niveles de igualdad de género, como Finlandia, Noruega o Suecia.
Ellos creen que esto podría deberse a que los países con menos igualdad de género a menudo tienen poca asistencia social, lo que hace más atractiva la elección de una carrera STEM, relativamente bien remunerada.
El estudio, publicado en 'Psychological Science, también analizó qué podría motivar a las niñas y los niños a elegir estudiar asignaturas STEM, como la capacidad general, el interés o el disfrute en la materia y si las asignaturas científicas eran una fortaleza académica personal.
Utilizando datos de 475.000 adolescentes de 67 países o regiones, los investigadores encontraron que, aunque el logro de los niños y niñas en las materias STEM era similar, era más probable que la ciencia fuera el tema predilecto de los niños. Ellas, incluso cuando su capacidad en la ciencia igualaba o superaba a la de los niños, a menudo eran mejores en general en la comprensión lectora, lo que se relaciona, según los expertos, con una mayor capacidad en las materias que no son STEM.
Además, las niñas tienden a mostrar un menor interés en las asignaturas de ciencias. Estas diferencias fueron casi universales en todos los países y regiones estudiados, lo que podría explicar parte de la disparidad de género en la participación STEM, según explica Gijsbert Stoet, profesor de Psicología de la Universidad de Leeds Beckett.
"Cuanto más avanzas en la educación secundaria y luego en la educación superior, más asignaturas tienes que dejar hasta que acabas con una sola --justifica el investigador--. Nos inclinamos por elegir en lo que somos mejores y de lo que disfrutamos. Esto tiene sentido y coincide con el consejo común de la escuela. Entonces, aunque las niñas pueden equipararse a los niños en términos de lo bien que se desenvuelven en ciencias y matemáticas en la escuela, si esas no son sus mejores materias y están menos interesadas en ellas, entonces es probable que elijan estudiar otra cosa".
Los investigadores también analizaron cuántas niñas se podría esperar que eligieran más estudios en STEM según estos criterios. Así, tuvieron en cuenta el número de niñas en cada país que tenían la capacidad necesaria en materia científico-técnica y para quienes también era su mejor materia y lo compararon con el número de mujeres que se graduaron en carreras STEM. Los investigadores descubrieron que había una disparidad en todos los países, pero con la brecha de género más grande en países con mayor igualdad de género.
Por ejemplo, en Reino Unido el 29 por ciento de los graduados de STEM son mujeres, aunque se espera que el 48 por ciento de las niñas decidan estudiar estas materias basándose únicamente en la capacidad científica. Esto se reduce al 39 por ciento cuando se tienen en cuenta tanto la capacidad científica como el interés en el tema.
El coinvestigador David Geary, de la Universidad de Missouri, Estados Unidos, señala que aunque los países con mayor igualdad de género tienden a ser aquellos en los que se alienta activamente a las mujeres a participar en STEM, éstos "pierden más chicas hacia un camino académico STEM que podrían elegir basado sobre sus fortalezas académicas personales". "Factores económicos más amplios parecen contribuir a una mayor participación de las mujeres en STEM en países con baja igualdad de género y una menor participación en países con igualdad de género", agrega.
Los países con una mayor igualdad de género también suelen ser estados de bienestar, proporcionando un alto nivel de seguridad social para sus ciudadanos, en comparación con aquellos con menor igualdad de género, que tienden a tener condiciones de vida menos seguras y más difíciles. Utilizando las cifras de la satisfacción general de la vida (OLS, por sus siglas en inglés) de la UNESCO como un indicador de las oportunidades económicas y las dificultades, los investigadores encontraron que, en países con mayor igualdad de género, la satisfacción general con la vida era más alta.
"Las carreras de STEM son' generalmente seguras y bien remuneradas, pero los riesgos de no seguir ese camino pueden variar --comenta el profesor Stoet--. En los países más prósperos donde cualquier elección de carrera se siente relativamente segura, las mujeres pueden sentirse capaces de tomar decisiones basadas en factores no económicos. Por el contrario, en países con menos oportunidades económicas, o donde el empleo puede ser precario, una carrera de STEM relativamente bien remunerada y segura puede ser más atractiva para las mujeres".
Por su parte, el profesor Geary sostiene que, esencialmente, cuando se disminuyen las preocupaciones económicas, como en el caso de los países con igualdad de género, las preferencias personales se expresan más fuertemente. "En esta situación, las diferencias de sexo en fortalezas académicas e intereses ocupacionales influyen más en las elecciones universitarias y profesionales, creando la paradoja STEM que describimos", dice.
"A pesar de los extensos esfuerzos por aumentar la participación de las mujeres en STEM, los niveles se han mantenido ampliamente estables durante décadas, pero estos hallazgos podrían ayudar a focalizar las intervenciones para hacerlos más efectivos", aseguran los investigadores.
Por ello, Stoet pide tener en cuenta que las niñas eligen no estudiar STEM por lo que consideran "razones válidas", por lo que las campañas dirigidas a todas las niñas pueden ser "un desperdicio de energía y recursos".
"Si los gobiernos quieren aumentar la participación de las mujeres en STEM, una estrategia más efectiva podría ser dirigirse a las chicas que claramente se están 'perdiendo' de la vía STEM: aquellas para quienes las ciencias y las matemáticas son sus mejores materias y quienes las disfrutan, pero no las eligen", añade el profesor, que concluye que si se pueden entender sus motivaciones, entonces pueden diseñarse intervenciones para ayudarlas a cambiar de opinión.