Existen muchos motivos por los que podemos encontrar humedad en las paredes de nuestra casa y, por ello, la forma de hacer frente a este problema no será siempre la misma. Si existe un factor en común entre todas ellas es que, pase lo que pase, lo importante es atacar el problema de raíz ya que, en caso de no hacerlo, por mucho que repares el daño externo, la humedad volverá a aparecer al poco tiempo.
Además, en algunos casos la acumulación de agua puede comprometer la estructura de la vivienda y dañarla, por lo que no se trata de un problema menor: las humedades son capaces de reducir la capacidad de carga de los muros y cimientos de las casas hasta un 50 por ciento. ¿Cómo solucionar los problemas de humedad en las paredes? ¿Cuáles son las causas más frecuentes de humedad?
El primer paso para solucionar un problema de humedad es detectar la causa que lo origina: no es lo mismo que la humedad proceda de falta de ventilación a que se trate de un caso de humedad por capilaridad, y las maneras de tratar el problema serán, por tanto, distintas.
La zona en que aparecen los 'síntomas' nos dirá mucho al respecto: pintura o papel levantado o con apariencia hinchada, manchas de moho, revoque desprendido, presencia de partículas blancas que se desprenden al tocarlas (se trata de sales de sodio o potasio)... En cualquier caso, lo mejor es actuar ante los primeros signos para que el problema no aumente: una filtración importante puede afectar tanto a la estructura como a la electricidad de la vivienda, entre otros. También la salud de los habitantes de la casa puede verse afectada: inhalar o tocar moho o esporas de moho puede causar reacciones alérgicas o crisis de asma en personas sensibles, así como infecciones micóticas e irritaciones en ojos, piel, nariz, garganta y pulmones.
Una posible causa es una fuga de agua interna provocada, por ejemplo, por una tubería rota y, aunque la reparación puede resultar costosa económicamente, se trata de una causa fácil de eliminar y no recurrente que, una vez solucionada, desaparecerá. En estos casos será imprescindible contactar a un fontanero para que arregle el problema de raíz para posteriormente reparar la pared, dejando secar la mancha y aplicando productos específicos que transpiren (por ejemplo, pintura antihumedad), algo que siempre es recomendable en habitaciones húmedas, sobre todo en el baño y, especialmente, si este tiene poca ventilación.
La humedad también puede aparecer por una filtración de agua a través de la estructura de la vivienda (desde un muro exterior, por ejemplo) y también en este caso habrá que reparar la filtración y dejar secar antes de reparar la pared. Ante la duda, elige nuevamente productos que transpiren: permitirán que toda la humedad residual desaparezca y minimizará la probabilidad de que aparezcan nuevas manchas. Una pista para detectar este tipo de humedad es la presencia de salitre, que suele proceder del exterior y que resulta especialmente peligrosa para la estructura del edificio.
Más complicado es el caso de la humedad por capilaridad, ya que esta procede del propio terreno. Es muy frecuente en casas y en pisos bajos, en contacto con el suelo, ascendiendo hasta cierta altura y provocando manchas blancas procedentes de sales del exterior. Es especialmente peligrosa para la estructura de la vivienda y, desgraciadamente, combatirla es difícil: es posible que, a pesar de utilizar los mejores materiales, tengamos que realizar reparaciones cada cierto tiempo que consistirán en eliminar las manchas y desprendimientos de la parte baja de las paredes.
En estos casos, se pueden utilizar distintas soluciones. Una de ellas, cada vez menos utilizada, consiste en inyectar resinas hidrófugas que impermeabilicen la zona, debiendo aplicarse por un profesional cada pocos centímetros para evitar filtraciones y zonas sin cubrir. Sin embargo, este método no siempre resulta eficaz y no siempre puede utilizarse: no es apto para piedra u hormigón, no puede usarse en muros muy gruesos...
Otra vía es utilizar morteros transpirables: se trata de un material que deja salir la humedad y que neutraliza las sales. Lógicamente, la pintura utilizada para el acabado también deberá ser transpirable. De esta forma se evita que la humedad se acumule, dejándola salir y evitando lesiones en la pared.
Sin embargo, el sistema más usado es la electroósmosis inalámbrica o electro física inalámbrica, un sistema basado en la física aplicada contra la atracción de la humedad a los edificios. Funciona como una especie de imán que, en lugar de atraer la humedad hacia la vivienda, la repele. Además, optar por formas de construcción que dejen transpirar la pared puede ser de gran utilidad, por ejemplo, evitando zócalos o colocando un trasdosado.
Por último, otra causa común de humedad en las paredes es la falta de ventilación, que puede desembocar en condensación en determinadas zonas, como baños y cocinas. Airear es la solución más eficaz para evitarla, así como colocar deshumificadores en lugares específicos o abrir nuevas zonas de ventilación natural cuando sea posible. En general, en zonas geográficas húmedas es importante ventilar cada día para que la humedad no se acumule.