En un mundo en el que la producción en cadena nos lleva a construir hogares casi calcados los unos de los otros, estilos decorativos como el wabi sabi nos colocan exactamente en el lugar opuesto: abrazar la singularidad, la imperfección y la sencillez (entre otras muchas cosas) son algunos de los pilares para comprender este concepto que, más que definir una forma de ocupar el espacio, nos ofrece toda una filosofía de vida y, con ello, también una forma de consumo distinta. ¿Qué es el estilo wabi sabi y qué ideas de decoración nos ofrece?
La mejor forma de acercarnos al estilo decorativo wabi sabi y sus manifestaciones concretas es comprender el origen de este término. Su esencia describe un tipo de visión estética basada en "la belleza de la imperfección". El estilo wabi sabi también emana de las ideas de fugacidad e impermanencia, presentes en las Tres Características de la Existencia que define el budismo.
Por eso encontramos en sus manifestaciones elementos sencillos, modestos, cálidos, íntimos, naturales, asimétricos y cargados de textura. El resultado es una sensación de serenidad que tiene que ver con la propia naturaleza de nuestra existencia: nada dura, nada está completado y nada es perfecto. Los espacios wabi sabi invitan al refugio y a la introspección ('wabi', de hecho, se refiere originalmente a la vida en soledad y en la naturaleza, lejos de la sociedad).
Para conseguir este efecto, nada mejor que recurrir a recursos como los siguientes:
Así, algunas maneras de aproximarnos a este estilo pasan por optar por piezas naturales y singulares, preferiblemente procedentes de materiales como la madera, las fibras vegetales, el mármol, la piedra, la cerámica... También el cristal, el hormigón o el cemento. Otra idea clave es la de descargar los espacios, dejando pasar la luz y optando por tonos y textiles que nos permitan la máxima armonía: crudos, blancos, grises, tonos piedra... siempre en texturas naturales y ricas, irregulares y singulares.
Claro está, no se trata de hacernos con piezas que no tengan significado ni de rellenar el espacio de forma compulsiva: un verdadero espacio wabi sabi se construye con tiempo y puede pasar por dar una nueva vida a elementos antiguos con cierto valor sentimental, en combinación con nuevas piezas que logren transmitirnos serenidad y que resulten necesarias y pertinentes.
En cuanto a la iluminación, destaca su carácter neutro y cálido: suele tratarse de espacios relativamente 'oscuros', siempre íntimos, donde predominan los pequeños y discretos puntos de luz. Durante el día, la luz natural debe ser la protagonista absoluta.
Además, el estilo wabi sabi es limpio y ordenado: la irregularidad y la imperfección no están reñidas con esta idea, y de lo que se trata es de que el espacio resulte limpio y funcional, sin elementos que nos entorpezcan o nos distraigan de lo verdaderamente importante, y evitando a la vez lo agotador de perseguir un estándar de perfección simétrica y estandarizada que la mayoría de las veces resulta inalcanzable.