Antonio Robledo, de 38 años, tenía un par de horas libres y le propuso a su pareja llevar al hijo de ella a saltar a unas camas elásticas. Apenas llevaban 10 minutos saltando cuando Antonio cayó mal en una de las volteretas y quedó parapléjico.
La familia llegó sobre las 12 a las instalaciones del Altitude Park, un parque de trampolines situado en el Centro Comercial Málaga Nostrum. Allí, este hombre se rompió una vértebra del cuello, quedando paralítico. Las posibilidades de que vuelva a caminar son casi nulas.
"Avisa a mami, dile que venga", le dijo al crío. "Quería que yo lo moviera. Solo me pedía que le cruzara las piernas para poder incorporarse", explica en declaraciones al Diario Sur su pareja, Eva Ordóñez, que se negó a hacerlo por temor a que pudiera lastimarlo aún más.
El personal del Altitude Park había llamado ya a los servicios de emergencias. Una ambulancia del 061 estaba de camino. Mientras llegaban los sanitarios, se acercó a atenderlo una enfermera que estaba allí con su marido y su hijo.
Preguntó a Antonio qué sentía y él respondió que le dolía el brazo derecho y que la boca le sabía a sangre. Pero no sangraba. "La mujer me apartó y me dijo: 'No te quiero asustar, pero cuando eso ocurre, es una lesión en el cuello'. Luego nos dimos cuenta que le dolía ese brazo porque era lo único que sentía'", recuerda Eva.
La ambulancia llegó, pero los sanitarios tampoco pudieron acceder a él. Antonio había quedado en el centro de la piscina de espuma donde se aterriza en los saltos y volteretas. Las oscilaciones provocadas al pisar en ella podían causarles daños aún peores, por lo que hubo que llamar a la policía y a los bomberos.
Fue un rescate complejísimo. Por las características del firme no pudieron utilizar una camilla de cuchara. Tuvieron que hacer una especie de puente y emplear una tabla de rescate que lo inmovilizara de la cabeza a los pies. De ahí lo pasaron a un colchón de vacío y por último a la uvi móvil. Tardaron más de una hora en sacarlo de allí y evacuarlo.
Las radiografías confirmaron los peores augurios de la enfermera. Antonio se había fracturado la quinta vértebra cervical de la columna (C5), con tan mala suerte que, al romperse, se desplazó y dañó la médula.
Lo operaron dos veces: la primera, por la garganta, para introducir una prótesis; la segunda, por la parte posterior del cuello, para ponerle una placa con 18 tornillos (nueve a cada lado) entre la C4 y C6 para sujetar la columna.
"Antes de operarlo movía solo el brazo derecho. No los dedos, pero sí hasta la muñeca. Nos dijeron que después de la operación seguramente no movería nada y nos advirtieron de que, con tantas horas en quirófano, podía coger alguna infección. Así fue. Tiene neumonía, por lo que aún no está despierto del todo. Desde entonces está sedado", relata Eva.
Una de las doctoras que lo operó les informó de que no había posibilidad de que volviera a andar. "Luego miró hacia arriba y nos dijo: 'Pero los milagros también existen...". Y para eso, ha ingresado en el Hospital Nacional de Parapléjicos, especializado en el tratamiento integral de las lesiones de columna.
Con él han viajado sus padres, Pilar y Paco, y también Eva. Las dos primeras noches las pasaron durmiendo dentro del coche –un Xsara Picasso con bastantes años encima– entre mantas y maletas. Pilar y Paco en los asientos delanteros. Eva, en el de atrás. "Somos gente humilde. Los pocos recursos que tenemos no podemos gastarlos en un hotel", explica Eva.
Anoche durmieron a cubierto en una casa que les ofreció una voluntaria de una asociación de personas con lesiones medulares. El dueño del Atitude Park Sergio Tiedeke –todo el personal del parque se ha volcado con la familia– les ha enviado 500 euros.