Ahora que media España se congela, es habitual ver cómo se recurre a la práctica de esparcir sal en las carreteras y aceras que tras bajas temperaturas nocturnas amanecen heladas, informa 20 minutos.
Al contrario de lo que se suele pensar, la sal no derrite ni la nieve ni el hielo, entonces, ¿cuál es la verdadera razón por la que se echa sal en el pavimento?
Como explica la profesora de química de la Universidad de Richmonf Julie Pollock, en The Conversation, la sal se usa para dificultar que el agua o la nieve lleguen a convertirse en hielo. Es decir, no lo deshace, pero evita su aparición. Al disolver sal en agua se puede comprobar que esta complica la formación de cristales de hielo al interponerse las moléculas de cloruro de sodio en el proceso de congelación.
La sal tiene la capacidad de bajar la temperatura de congelación del agua. Mientras que sin sal sería a 0 grados, con sal se baja a menos 10 grados, razón por la que siempre será más difícil ver agua del mar congelada.
El esparcimiento de sal se realiza antes de una nevada o de que el agua de una calzada se congele. Si no hay agua en la calzada se suele optar por esparcir una solución de sal con agua. De lo contrario el proceso resulta menos efectivo, ya que habría que esperar mucho más a que la sal se disuelva en agua y que haga efecto contra las placas de hielo.
En el caso de países donde son habituales las temperaturas por debajo de los -10 grados, suele emplearse también gravilla y otras impurezas junto a la sal para crear una capa que cubra el hielo.