El hallazgo de la botella de buceo y de una funda nórdica, que la familia del padre ya ha identificado, dan un giro a la investigación en el caso de las niñas desaparecidas de Tenerife. No porque los investigadores no hayan pensado siempre que en el fondo del mar estaban las claves sino que después de confirmar que los objetos encontrados pertenecen a Tomás Gimeno (la botella lleva grabado su número de identificación), la hipótesis de que Tomás la utilizara para lastrar los cuerpos de las niñas aumento. Las pistas encontradas han aparecido a más de 1.000 metros de profundidad en el punto donde se pierde la señal del móvil de Tomás Gimeno y donde estuvo dos veces antes de que se le perdiera la pista indican que pudo usar la botella para lastrar. No hay que olvidar que faltan por encontrarse el cinturón de plomos y el ancla.
Es en ese radio de menos de 15 millas donde se circunscribe la señal del móvil es donde buscan los cinturones de plomo que llevaba en la lancha y que también pudo usar como lastres. Estamos ante la primera pista real tras una semana de búsqueda interrumpida por lo que la juez ha prorrogado una semana más los trabajos con el robot marino pese a su coste diario de 10.000 euros. Beatriz mientras tanto y pese a pasar una noche terrorífica al pensar que iban a encontrar restos de sus hijas, parece que sigue pensando que incluso la aparición de la botella y de la funda nórdica responde al plan de Tomás Gimeno para hacer creer a los investigadores lo que no es. Ella y su entorno, además de los amigos de Tomás también creen que este dejó pistas pero se llevo a las niñas fuera de España. La investigación continúa.