Por fín Maite se ha permitido respirar. Lleva casi tres años conteniendo el aire cada vez que van al hospital, pero esta semana su hijo Lucas tocó la campana de los sueños y Maite pudo tomar aire. Con ese gesto Lucas estaba diciendo adiós al tratamiento que seguía para combatir la leucemia que le detectaron a los 3 años.
Por eso el tañido de estas campanas es el mejor sonido que se puede escuchar, suenan a felicidad y a vida. Las llaman también campanas de la salud y con razón, cuando un paciente las toca significa que se ha curado.
La idea nació en 1996 en el centro MD Anderson de Houston. Cuando el almirante Irve Le Moyne superó el cáncer que padecía (en cabeza y cuello) regaló una gran campana de bronce al centro para que todos los que se curaran como él pudieran expresar su alegría. Desde entonces esta práctica se ha extendido y pacientes de todo el mundo, cuando acaban su tratamiento, la hacen sonar.
Un simbólico gesto que ha sido el elegido este año por la fundación Juegaterapi para lanzar su campaña "Bye, bye quimio" con motivo del Día Internacional del Cáncer Infantil.
Porque cuando el que toca la campana es un niño que se ha curado la emoción se multiplica.
"Ese golpe de campana significa alivio, es un paso más hacia el buen camino", aclara Beatriz. Ella, y su pareja Rocío, tienen acogida temporalmente a Mbarka, una niña saharaui de 9 años con un tumor en el riñón.
Se lo detectaron hace un año en los campamentos de refugiados y, gracias al Hospital Reina Sofía de Córdoba y a la Asociación Cordobesa "Amigos de los Niños Saharauis" a la que pertenecen ambas, pudo venir a España. Desde que llegó hace un año ha pasado por 21 tratamientos de quimioterapia y otros tantos de radioterapia, afortunadamente las últimas evaluaciones indican que los ganglios cancerígenos han desaparecido.
Mbarka también acaba de tocar la campana. Un gesto que estaban deseando hacer. Habían oído hablar del tema y, tras recaudar fondos con su asociación, regalaron una al centro para agradecerles el traslado y tratamiento de la niña saharaui. "Fue precioso y emotivo, todavía queda mucho camino pero tocarla significa un gran paso", comenta Beatriz.
"El tratamiento del cáncer infantil es muy agresivo, más que cualquier otro de oncología médica. Los enfermos necesitan transfusiones, quimioterapia, radioterapia, cirugía, tienen episodios febriles. la esperanza, el positivismos, ver las cosas de manera favorable con objetivos a corto plazo te ayuda a sobrevivir", explica el doctor Luis Madero, jefe de Servicio de Oncohematología del Hospital Infantil Niño Jesús.
A lo largo de su extensa carrera ha tratado a muchos niños enfermos y sabe de la importancia de enfrentarse al cáncer infantil con calma, celebrando cada paso, porque el camino a la curación es muy largo. En medicina no se considera que una persona ha superado un proceso oncológico hasta que han pasado cinco años desde que se acaba el tratamiento y eso son muchos años en la vida de un niño.
Por eso el doctor Madero ha encargado una campana para su unidad de Oncohematologia: "Da esperanza, alegría, implica cumplimiento de hitos. Son muchos los puntos a favor y ninguno desfavorable", comenta tras explicar que el concepto de curación de un cáncer es muy complejo y que una meta así ayuda a decir "mira ya hemos superado este momento", lo cual puede ser muy beneficioso psicológicamente para familias y enfermos.
"En el hospital te animan a llegar a esa meta, se lo dicen al niño y a nosotros, y cuando lo consigues sabes que te has quitado a la maldita quimio de encima. Somos conscientes de que quedan muchos años hasta estar tranquilos pero lo gordo lo has dejado atrás, estás diciendo adiós a todo ese sufrimiento por eso tocarla suena a gloria", explica Maite.
"Es el momento que el paciente espera con ilusión desde el primer día que empieza el tratamiento. Para los pacientes y familiares simboliza el fin de una etapa. Por ello es tan emotivo, tanto para ellos como para todos los profesionales del Centro", cuenta Ana Calderón, responsable de Experiencia del Paciente del Centro de Protonterapia Quirónsalud. También allí tiene una campana, donada por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), cuyo tañido están deseando oír.
"El último día de tratamiento, todos los trabajadores dejamos a un lado lo que estemos realizando en ese momento, y acompañamos al paciente en su momento especial. A veces el Centro se llena del repicar de la campana de los sueños, otras lo tocan con timidez y otras con tanta fuerza que parece que la van a tirar, pero son tantos los aplausos que se acaba silenciando su sonido", comenta.
Lucas tocó la campana de su hospital hace unos días y luego se abrazó a su familia mientras su hermana Lucía de diez años no paraba de llorar. Para él fue un juego, para el resto una llamada a la esperanza.