La decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de no prorrogar el toque de queda en los principales centros urbanos de la región, ha sido bien recibida por una parte de la ciudadanía que está cansada de las limitaciones provocadas por el coronavirus. El final de las restricciones a la movilidad nocturna en Barcelona ha coincidido con las fiestas de Gracia dando lugar a una noche de descontrol donde las mascarillas y la distancia de seguridad han brillado por su ausencia.
La decisión de la justicia de tumbar la medida en los municipios catalanes con menos de 250 casos de covid por cada 100.000 habitantes ha sido celebrada por cientos de personas, en su mayoría jóvenes que dicen haber recuperado su libertad.
En Cantabria el veredicto de la justicia también ha dado por terminado el toque de queda pero allí las calles han permanecido vacías. "Si te soy sincero ni sabía que se levantaba hoy el toque de queda"-comenta un transeúnte.
El entusiasmo ha dado lugar al descontrol durante las fiestas de Gracia de Barcelona donde la policía ha tenido que acabar dispersando a la multitud después de ser recibida con botellazos, gritos e insultos. Después de un año y medio de restricciones, los jóvenes están cansados y quieren recuperan su vida social.
La fatiga pandémica, ese sentimiento de hartazgo provocado por las restricciones y las medidas necesarias para frenar la expansión de los contagios, se ha vuelto crónica en parte de la población que ha decidido priorizar su vida social por delante de la salud colectiva.
Se trata de un sentimiento identificado por los psicólogos y es comprensible ya que las personas, en especial los jóvenes, tienen la necesidad de socializar. El reto, aseguran, es encontrar el equilibrio entre la salud mental y el respecto a las normas de seguridad para proteger a los demás.