Un viaje de 11 minutos al espacio de un multimillonario emite más CO2 de lo que generará una persona en el extremo opuesto de renta a lo largo de toda su vida. Un ejemplo práctico de otro tipo de desigualdad: las emisiones de dióxido de carbono, que pone de relieve el último informe World Inequality Report. El texto cuantifica algo que no es difícil imaginar: las rentas altas contaminan más que aquellos con menores ingresos. Mayores ingresos se traducen en mayor huella de carbono debido, básicamente, al patrón de consumo. Pero, ¿cómo de grandes son esas diferencias?
De media cada humano produce al año unas 6,5 toneladas de gases de efecto invernadero. Pero esta cifra oculta las significantes diferencias que hay dependiendo de lo que gana cada ciudadano. Si miramos en la escala global, el 10% más rico de la población produce casi la mitad de los gases responsables del cambio climático. Supone casi cuatro veces más que lo que genera el 50% de los ciudadanos con menos recursos.
Los más pudientes viven principalmente en países avanzados, por lo que la mayor parte de la "peso" en las emisiones recae en dichos territorios. Zonas como Norteamérica triplican la media emisiones per cápita, mientras que en África es seis veces menor. Pero, dentro de cada área geográfica, la disparidad de emisiones entre personas de diferentes escalas socioeconómicas es muy notable.
Después de exponer los desequilibrio de emisiones entre países y dentro de los mismos, los autores del informe destacan que la mayoría de políticas medioambientales se adoptan a nivel territorial y conciernen al conjunto de la población. Un sistema que "desdibuja" el peso de los patrones de consumo de los más adinerados.
Esto queda claramente reflejado en la variación entre dos conceptos:
Autoridades de todo el mundo recurren a la primera figura para presumir de su reducción en emisiones o discutir nuevos objetivos en las cumbres climáticas. Pero, muchos países ricos externalizan sus industrias intensivas en emisiones y sus residentes más pudientes adquieren bienes y servicios que provienen de otros lugares. Lo que aumenta la polución territorial de estos países en desarrollo.
Así, un europeo no contamina tanto en su país. Pero nuestro patrón de producción y consumo aumenta nuestra huella de carbono un 25% respecto a nuestras emisiones territoriales. En cambio, en Asia Oriental el 8% del CO2 que genera una persona proviene de actividades como la exportación de móviles a Occidente.
Para los responsables del World Inequality Report, sí. Consideran que muchas de las políticas actuales afectan de forma desproporcionada al 90% de la población que conforma la clase media y baja. De hecho, apuntan que este grupo ha reducido sus emisiones en los últimos 30 años, mientras que el 10% de aquellos con rentas más altas las han aumentado.
¿Y qué proponen para ajustar los planes medioambientales a estas diferencias? La propuesta se apoya principalmente en: