La Guardia Civil consideró desde el primer momento la desaparición de Gabriel como un caso de alto riesgo. Por la zona en la que se perdió, un lugar complicado para que un extraño pudiera habérselo llevado, por el escaso terreno que tuvo que recorrer solo y porque no era una zona para irse a jugar con amigos ni nada parecido. La pregunta es cuándo se convirtió Ana Julia en la principal sospechosa de la desaparición teniendo en cuenta que participaba activamente en la búsqueda del pequeño, mostraba su dolor en las entrevistas con la prensa y era la pareja del padre del niño desaparecido.
Y el testimonio del capitán José María Zalvide, jefe de la Policía Judicial de la Comandancia de Almería da luz a algunos hechos que en su momento no saltaron a la luz pública. El primer error de Ana Julia fue promover subir la recompensa para localizar al niño al margen de los padres. Ante la negativa de estos, Ana Julia mostró su desacuerdo. La realidad demostraría que Ana Julia tenía deudas. Esa iniciativa escamó a los veteranos investigadores.
Pero fue la aparición de una camiseta del pequeño en un lugar que fue barrido desde el principio lo que hizo saltar todas las alarmas. Cómo era posible que esa camiseta apareciera allí y cómo podía no estar mojada como debería después de las lluvias de esos días. Uno de los policías locales de Níjar también se sorprendió de la aparición de la camiseta porque él mismo había pasado por la zona y no había visto nada. Por eso habló con el padre de Gabriel que le dijo que ir a esa zona había sido idea de Ana Julia porque ella iba por allí con sus perros. En ese momento al agente se le vino una idea a la cabeza que le puso "los pelos de punta". Pensó que Ana Julia estaba armando un plan.
"El 3 de marzo, extrañamente, aparece la camiseta en una zona que previamente ya se había batido la encuentra la posteriormente detenida y que es del niño. Había contradicciones porque ella dice que vistió al niño y la abuela dice que no, que no reconoce la prenda", señala Zalvide. Esto hizo "priorizar la investigación" sobre Quezada, aunque no se cerraron otras líneas. Porque para entonces las fuerzas de seguridad ya habían iniciado intervenciones telefónicas, seguimiento de grabaciones de sistema de seguridad, consultas en cámpines y hoteles, y consultas de los antecedentes de carácter sexual y violento de personas de la zona como se hace en este tipo de casos.
La pérdida constante de los móviles de Ana Julia también era un elemento que generaba sospechas. Ahora Ana Julia lo atribuye a la medicación que tomaba para soportar la presión, pero en esos momentos resultaba extraño. También hizo sospechar el que Ana Julia señalase a su expareja de Burgos durante una batida en un lugar que no se encontraba en una "zona de paso". Los investigadores sospecharon que parecía que quería implicarlo.
Sobre el hecho de que no se inspeccionara la finca de punta a punta Zalvide ha sostenido que "no se entró en la finca en la que estaba enterrado Gabriel porque los familiares entraban y salían, que no había rastros de sangre ni de violencia y se seguía creyendo inicialmente que Gabriel pudiera estar vivo y retenido por un tercero". De hecho hasta el último momento los investigadores pensaron que Gabriel estaba con vida.