Tiene 67 años, edad más que suficiente para retirarse, pero Miguel Ángel Morcuende (Madrid, 1954) no lo va a hacer hasta que lo diga el volcán. Este funcionario del estado, ingeniero de montes y experto en emergencias, seguirá al frente del Pevolca, informando en rueda de prensa diaria, pendiente de los informes técnicos, del comando avanzado, de la revisión de las coladas y hablando con la prensa, hasta que el Cumbre Vieja cese su actividad.
¿Cuándo? Es la gran pregunta sin fácil respuesta, aunque en esta entrevista a NIUS Miguel Ángel Morcuende se aventura a hacer una estimación. No cree que la erupción dure dos meses más, pero "tampoco se puede decir que ya se ha pasado lo peor porque este volcán, nos sorprende cada día", subraya.
Pregunta: Con este volcán ¿nos van a dar las uvas?
Respuesta: A mí no me gustaría, pero es complicado saberlo. Me encantaría llegar a Nochebuena y no tener que estar preocupado porque continúa la erupción.
P. ¿Cómo de activo se encuentra ahora?
R. Yo lo veo un poco dormido, pero no acabado. Está atenuado, con menor fuerza, con menor ruido, con menor explosividad, con menor tremor... A eso me refiero cuando digo que lo veo dormido, porque las dos primeras semanas estaba desbocado. Ya no emite tanta lava como entonces, pero continúa expulsando una gran cantidad.
P. ¿Cuándo dejará de hacerlo, cuándo se podrá decir que es el principio de su fin?
R. Tienen que pasar todavía bastantes más días con las variables descendiendo y con una tendencia a la baja para poder decir que el volcán se termina, aunque luego se tire dos, tres o cuatro semanas lanzando cenizas y de vez en cuando algo de explosividad. Tal y como ha explicado María José Blanco (portavoz del Comité Científico del Pevolca) la erupción no va a acabar a corto plazo.
P. ¿Se atrevería a hacer una estimación, se ha pasado ya el ecuador?
R. Voy a arriesgarme y voy a decir que sí, aunque luego el volcán venga a darme una bofetada. Creo que ya hemos superado la mitad de la erupción, aunque no se puede decir que ya se haya pasado lo peor, porque este volcán nos sorprende todos los días.
P. Después de casi dos meses de erupción, ¿entiende ya al volcán?
R. Presenta un reto casi a diario, así que es difícil de entender. Además yo no soy vulcanólogo ni geólogo, soy ingeniero de montes, experto en emergencias. Lo que yo tengo que entender es la emergencia generada y eso sí lo voy entendiendo. Voy adaptándome al volcán y a las necesidades que nos plantea cada día, porque cada jornada tenemos algo nuevo que regular, que atender, que entender… Todos los días hay algo nuevo que hacer en materia de protección civil.
P. ¿Qué está resultando lo más duro de todo?
R. Sin duda el desastre, el drama humano que ha provocado el volcán. La isla de La Palma vive fundamentalmente del sector primario y del turismo. Además de todas las viviendas que se ha llevado por delante, la lava está haciendo mucho daño en, probablemente, las mejores plataneras de Canarias y en una gran cantidad de alojamientos turísticos. Todo esto se ha ido al traste y a la gente hay que darle una respuesta.
P. ¿De ahí el llamamiento a los turistas de que la isla de La Palma es segura?
R. Nosotros tenemos un problema en una parte mínima de la isla, en el Valle de Aridane, pero si no viene gente a la isla, estamos dejando sin trabajo a ese 92% que no tiene problemas, como es el flanco este y el flanco norte. Se condena a los palmeros a no poder trabajar y a tener que cerrar sus negocios en un sitio en el que no pasa nada, donde no hay problemas y la vida es segura.
La gente no debe dejar de venir a La Palma porque considere que la isla no es segura. No hay que pensar que el volcán me va a comer, se puede venir con tranquilidad. No pasa nada ni en las inmediaciones de Cumbre Vieja. Dejar al resto de la gente de la isla sin poder desarrollar su trabajo porque hay un volcán es una faena. Además, así las personas del Valle de Aridane pueden encontrar un trabajo en el norte de La Palma y no tienen que irse a otra isla de las Canarias o a la península.
P. El pasado puente no faltaron las visitas.
R. Yo no estaba animando a venir a ver el volcán, sino a que no se dejara a los palmeros sin su trabajo, aunque hay muchísima gente que quiere contemplar un volcán que está en medio de un núcleo habitado enorme y de campos de cultivo. Esto despierta interés en toda Europa. Los geólogos están como locos para venir a verlo y estudiar cómo hemos hecho para evitar que haya víctimas. Cómo hemos llevado a cabo el plan especial y cómo hemos dirigido el problema de contención civil. Afortunadamente, hasta ahora, no hemos tenido ninguna víctima. Puede que ahora se haya registrado la primera, estamos a la espera de la autopsia.
P. ¿Cuál es el mensaje que Morcuende quiere transmitir hoy a los palmeros?
R. Una frase que en realidad es suya, de los habitantes de esta isla. Somos más fuertes que el volcán y lo vamos a demostrar una vez que termine esta erupción y nos pongamos manos a la obra para afrontar la reconstrucción de todos los daños ocasionados.
P. ¿Seguirá Miguel Ángel Morcuende entonces al frente del Pevolca?
R. Yo tengo 67 años. Podría estar ya retirado, pero me jubilaré en cuanto diga el volcán. Soy funcionario del estado, jefe del Servicio de Medio Ambiente y Emergencias del Cabildo, y me quedaré hasta que el volcán se apague. Luego me retiraré, aunque no me iré de La Palma. Soy de Madrid, pero después de 36 años, esta ya es mi casa, aquí me casé y aquí he tenido a mis dos hijos.
P. Tras dos meses de erupción y comparecencia casi diaria, ¿lleva mejor al volcán o a la prensa?
R. Sin lugar a dudas, a la prensa. No hay que olvidar que estas son islas volcánicas, el volcán lo que ha hecho es cumplir su función: crear un nuevo espacio. Las dos primeras noches de erupción fueron un espectáculo indescriptible e impresionante, pero este volcán, por decirlo educadamente, es un gran macho cabrío.