La pandemia del COVID-19 está dejando imágenes desgarradoras en todo el mundo, especialmente en los hospitales donde los enfermos que fallecen lo hacen en la más absoluta soledad, mientras que sus seres queridos no pueden acercarse ni despedirse para una última caricia.
Pero ahí están los héroes sin capa, personal sanitario que además de jugarse la vida y la de los suyos debido a los contagios, en la mayoría de los casos están demostrando una gran humanidad con los enfermos y sus familias.
Todos éstos héroes sin capa se encuentran repartidos por todos los países y los medios nos hacemos eco de esos gestos de bondad que hacen algo más llevadero la situación más dura en la que se encuentra el mundo en las últimas décadas.
Fox2 ha contado el reciente caso de Michelle Bennetts, quien gracias a una enfermera se pudo despedir de su madre minutos antes de su muerte.
Carolann, una mujer de 75 años que trabajó durante toda su vida de enfermera, fue ingresada por problemas respiratorios en el hospital del condado norteamericano de King. Tras dar positivo en COVID-19 su estado de salud empeoró. Desde el centro se pusieron en contacto con su hija, Michelle, a la que informaron que su madre tenía un 10% de posibilidades de sobrevivir.
Días después fue la enfermera, Tatiana, quien decidió llamar a la hija. "Por los signos que presenta y por la forma en que respira, es probable que el final esté cerca". Michelle le pidió que si podía hablar con ella y después de ponerse toda la protección, le hizo una vídeollamada para que pudiera verla.
"Ella sostuvo el teléfono en la cara de mi madre, y le dije a mi madre que la amaba y que la iba a extrañar", dice Michelle. "Ya sabes, como todas las madres e hijas, tuvimos nuestros problemas, pero nunca tuve ni un momento para decir: 'Te perdono y tú me perdonas". Pude decir: "Mamá, te perdono ... y te amo, y te voy a extrañar. Y está bien que te vayas. Está bien que te vayas".
Las enfermeras tomaron el teléfono celular para que Michelle pudiera ver a una enfermera frotando la cabeza de su madre y otra enfermera sosteniendo su mano.
"Mi madre podía escuchar mi voz mientras la consolaban", dice Michelle. "Mi mayor temor era que ella muriera sola en esa habitación. Ni siquiera pude soportarlo ni un segundo, y esas enfermeras lograron que eso no sucediera".
Las enfermeras que rodeaban a Carolann le dieron a esta madre e hija más que el regalo de despedida. Les dieron paz.