El pueblo de Valga vivía este lunes un nueva y trágico asesinato por violencia de género. Un hombre mataba a disparos a su expareja, su excuñada y su exsuegra, sin embargo, solo la primera de ellas se contabilizará en el registro oficial por violencia machista siendo la número 41 en lo que va de 2019.
La dramática escena ocurría en presencia de los dos hijos, de 4 y 7 años, de la pareja. "Mi papá ha matado a mi mamá con una pistola", confesaba el pequeño de 7 años a la Guardia Civil. Una imagen que no se le borrará, al igual que a su pequeño hermano y que puede condicionar su vida en el futuro. En muchos casos, los feminicidios dejan tras de sí, además de las mujeres asesinadas unos daños colaterales muy profundos: esos hijos menores huérfanos -30 en lo que va de año-, unas víctimas indirectas de la violencia de género que no pueden quedar en el olvido.
Bárbara Zapico, psicóloga infantil, explica a Informativos Telecinco que muy probablemente estos menores ya sufran un estrés postraumático importante. “Han perdido a su madre y en cierto modo también a su padre, sus figuras afectivas y protectoras principales. En niños en edades tan tempranas este estrés postraumático, a corto plazo, les podría generar actitudes como volver a hacerse pis en la cama o volver a usar chupete”.
Al preguntarle a la psicóloga Maribel Manso, especializada en terapias familiares e infantiles entre otras, sobre los efectos que los menores víctimas indirectas de violencia de género pueden tener en el desarrollo de su vida futura, asegura que: “este hecho puede afectar en diferentes áreas de funcionamiento o áreas de daño;, como son el área social, física y psicológica. A medio plazo, muy probablemente van a presentar problemas psicopatológicos que involucrarán su salud física, de conducta, emocional, de desarrollo cognitivo y de ajuste social. Por lo que es sencillo presuponer que, a efectos afectivos o emocionales en un futuro, es probable que presenten problemas para desarrollarlos de una forma saludable”.
Ambas psicólogas coinciden en que los menores deben ser atendidos psicológicamente de inmediato. “Una buena evaluación psicológica y multidisciplinar de los menores, así como una intervención adecuada a sus diferencias individuales, pueden garantizar con mayor probabilidad de éxito su salud física y psicológica futuras” afirma Maribel Manso. Sin embargo, como comenta Bárbara Zapico, que los menores reciban un tratamiento psicológico adecuado es esencial de cara a su posterior educación psicosocial pero, no siempre implica que estos traumas psicológicos desaparezcan, en la capacidad de resiliencia de los menores intervienen diferentes variables y factores.
En cuanto a la tutela de los niños y niñas, se debería hacer cargo de ella la persona que esté mejor capacitada para suplir las carencias que les haya generado la pérdida de sus padres. "Habría que evaluar la situación socioeconómica de la familia y su estabilidad psicológica ante los hechos sucedidos, para determinar si la tutela es más positiva con algún miembro de la unidad familiar o con los organismos sociales pertinentes” apunta la psicóloga Maribel Manso.