"Lo que hacen es cogen el clítoris y cortarlo, sin ponernos anestesia” nos dice una de las víctimas. Con solo empezar la conversación con Adama Camara, mutilada con solo 14 años, ella empieza a llorar recordando las atrocidades que ha tenido que soportar, "cuanto tenía solo 12 años, en mi país, Guinea Conakry, una mañana, mi abuelo vino a donde yo me encontraba con algunas chicas del pueblo que íbamos a dormir juntas, y nos arrastró a todas para hacernos la mutilación femenina, daba igual que no quisieras, mi opinión no cuenta. Se hacía sí o sí”, nos cuenta con su escaso español.
"Lo que hacen es cogen el clítoris y cortarlo, sin ponernos anestesia. Te cogen cuatro mujeres de los dos brazos y las dos piernas y hay una quinta que es la que te lo corta. Utilizan el mismo cuchillo para todas, por lo que si una está enferma, nos contagia a todas”, apunta su amiga Josephine Chabet, ella es somalí y consiguió escapar de la ablación, una lacra que sufren cada año dos millones de mujeres, que se ha agravado por la pandemia debido al cierre de escuelas y los confinamientos, y que se practica sobre todo en el África Subsahariana.
Hay países como Egipto, Somalia o Mali donde más del 85% de las menores de 50 años, lo han sufrido. "Una niña a la que han mutilado no tiene deseo sexual, lo que hacen es garantizar la fidelidad de la niña, y por ende, que los hijos que vaya a tener sean del marido” nos cuenta María Estrella Giménez, presidenta de la Fundación Kirira, que tiene su sede en Tomelloso (Ciudad Real) y que lleva años ayudando a estas mujeres.
Hoy, día seis de febrero se celebra el Día Internacional contra la Mutilación Femenina, un día para recodar que sigue pasando, y que desgraciadamente hay mujeres que viven en un infierno.