Enfrentarse e introducirse en un mercado laboral cada vez más difícil y precario se ha convertido en una ardua y angustiosa tarea para la mayor parte de la sociedad española. Especialmente, se convierte en toda una odisea para las personas trans quienes no solo tienen que conseguir pasar los filtros habituales de una entrevista de trabajo, sino que deben hacer frente a los prejuicios existentes sobre las personas transgénero y los estereotipos que las estigmatizan.
No existen estadísticas oficiales, pero se estima que alrededor de un 85% de la población trans vive en situación de desempleo. El artículo 4 del Estatuto de los trabajadores recoge que estos tienen derecho a no ser discriminados directa o indirectamente para el empleo, o una vez empleados, por razones de sexo, orientación sexual, condición social o discapacidad entre otras. Sin embargo, las personas trans son rechazadas cada día de puestos de trabajo por el mero hecho de pertenecer a este colectivo.
"He ido a entrevistas y me han dicho que a gente como yo no cogían" asegura Maribel, una mujer trans que actualmente ha conseguido trabajar como barrendera. A pesar de todos los obstáculos a los que se ha tenido que enfrentar, agradece las pocas oportunidades que tienen a día de hoy, "antes, las mujeres trans, no teníamos otra salida que no fuera la calle".
A la hora de encontrar un trabajo, juega un papel muy importante el grado de passing en el que se encuentre esta persona. En psicología se entiende como passing la capacidad de que, sobre todo físicamente, se reconozca y se trate a la persona por su género, es decir, a un hombre trans como a cualquier otro hombre y a una mujer trans como cualquier otra mujer. Acudir a una entrevista pudiendo esconder cualquier rasgo que pueda crear sospecha de pertenecer a una identidad de género diferente a la que el individuo siente (por ejemplo, la barba en las mujeres trans), puede abrir muchas puertas.
"Cuando ya tenemos el grado de passing en el que la sociedad nos acepta como hombre o mujeres de manera física, comienza a ser una decisión nuestra exponernos como personas trans o no. A veces, hacerlo puede suponer exponernos a un grado de violencia o abusos mucho más alto" explica David Orion (@dvd_orion), un joven trans graduado en psicología y que actualmente trabaja como lector de sensibilidad.
En muchos casos, para las personas que han conseguido adaptarse a los estereotipos que les encasillan en un género u otro, el problema llega en el momento en el que hay que entregar el DNI y en este aún aparece lo que el colectivo trans denomina como deadname o necronombre. Hay una discordancia entre el nombre que aparece en el documento y el nombre con el que él o ella quiere ser identificado. "Yo personalmente he tenido mucha suerte con el tema del DNI pero recientemente, a un amigo muy cercano le concedieron una beca para estudiar en Francia, ya había sido seleccionado, entregó la documentación que todavía no había podido cambiar y le rechazaron la beca. Argumentaron que estaban barajando otros candidatos, sin embargo, está claro que fue por ser un chico trans. El problema está en que es muy difícil demostrar que no te han dado el trabajo por ese motivo" cuenta David.
Conseguir el cambio en el DNI es un trámite que se puede alargar hasta un año, se deben reunir algunos requisitos como tener la nacionalidad española, adjuntar un informe médico o psicológico que diagnostique disforia de género (considerado un trastorno que describe la discordancia entre la identidad de género y el sexo físico o asignado al nacer con el que las personas afectadas no se identifican, este trastorno les impide acceder a trabajos como el de policía o bombero) y otro que acredite que el interesado lleva hormonándose para acomodar sus características físicas al sexo reclamado al menos 2 años. David explica que cuando acudes al registro juega mucho la suerte, "hay a gente que le piden más requisitos que a otros, por ejemplo, a veces te hacen demostrar que has estado utilizando el nombre que has elegido".
Tal y como está la ley, hay personas que nunca podrán conseguir este cambio de nombre ya que no todas ni todos deciden hormonarse, creen que el aspecto físico no es lo que debe condicionar el género, o incluso hay muchas a las que su salud les impide recibir este tipo de tratamientos. Por esto, desde las asociaciones LGBT reclaman una Ley Trans estatal y específica que trate de despatologizar las identidades trans y se base en la libre determinación de la identidad de género.
A esta espera para conseguir cambiar el nombre del DNI se le añaden otras como las largas listas de espera para las operaciones. En la Comunidad de Madrid las listas de espera rondan los 3 años, además se entra en ellas a los dos años de comenzar el tratamiento de hormonas. "La mayoría de la gente acaba acudiendo a la sanidad privada, la gente que aguanta de 3 a 5 años en lista de espera es porque no tiene recursos para hacer frente al coste de la operación. No tienen recursos para operarse porque no pueden acceder a un trabajo, es la pescadilla que se muerde la cola. Mucha gente se dedica incluso a hacer crowdfunding" explica David.
Todo el proceso es una situación que genera ansiedad y es muy frecuente caer en una depresión. "Las personas trans, como muchos otros colectivos, es muy común que desarrollemos lo que en psicología se denomina estrés minoritario. Sales a la calle con ansiedad, lo mejor que te puede pasar es que te miren mal, entras en depresión, necesitas un psicólogo pero quizá no te lo puedas permitir y en la seguridad social las citas son cada 3 meses, además le añades que no encuentras trabajo o que no puedes seguir estudiando. Vas arrastrando ese peso en todo lo que vas haciendo, te mina las fuerzas y psicológicamente te hace pedazos. El bagaje que llevamos detrás solo para llegar a una entrevista de trabajo es muy grande" asegura David quien recuerda que encontrar trabajo siendo trans es complicado, pero "si eres mujer y trans, agárrate, y si eres migrante y trans igual".
Ante esta exclusión social y laboral, diversas asociaciones llevan a cabo extensos programas para incluir en la sociedad y fomentar la igualdad del colectivo trans como la asociación Imagina Más, ante la especial situación de vulnerabilidad de las mujeres trans ha desarrollado un programa de mejora de la empleabilidad y el acceso al mercado laboral para estas mujeres. Bárbara Mainieri trabajadora social y técnica de empleo de la entidad explica que llevan a cabo un plan de acción profesional individualizado, en primer lugar, se define el objetivo e intereses profesionales de las usuarias, después les ayudan a desarrollar nuevas competencias y habilidades laborales, como la comunicación verbal y no verbal, el asertividad, la gestión del tiempo, autonomía, autoconfianza. Rompen con la brecha digital a través de la utilización de las TIC y les entrenan para hacer frente a una entrevista de trabajo: dinámicas grupales de presentación, comunicación, adecuación de la imagen personal al puesto de trabajo y empoderamiento para romper las barreras del miedo al rechazo por transfobia.
La transfobia no termina cuando encuentran un puesto de trabajo, el acoso laboral puede convertir el trabajo en otra pesadilla, tal y como cuenta Maribel, "estuve trabajando en un bingo, allí fui fuertemente insultada y psicológicamente terminé muy mal, tuve que dejar el trabajo y denunciar. Escuchaba comentarios como: "eres un hombre, ¿cómo vas vestido de mujer?", todo esto delante de mucha gente, yo era el hazmerreír, el acoso venía tanto de parte de los cliente como de los jefes".
Por su parte, David comenta que durante la época en la que trabajaba en una tienda de cara al público, no ha tenido situaciones de violencia por parte de los clientes pero sí situaciones violentas, "la gente te mira y dice comentarios, muchas veces lo hacen solo por pensar que soy un chico gay sin saber que soy trans". Algo en lo que sí que ha ganado ha sido en privilegios por el hecho de ser hombre, "para mí ha sido una cosa bestial, me hacen mucho más caso y me dejan hablar más, cuando antes era una persona mandona, ahora soy asertivo". David cuenta que durante un tiempo trabajó en un escape room donde muchos de los clientes iban de despedida de soltero o soltera. A su compañera le tocó dirigir a una de ellas, se trataba de un grupo de hombres de unos 35 años que iban tan ebrios que se vio incapaz de dirigirlos. Se intercambió con David quien asegura que a pesar de no tener un aspecto para nada amenazante, incluso es más bajito que su compañera, le hicieron muchísimo más caso, "me escucharon mucho más por el hecho de ser hombre", otro ejemplo es que "ya no tengo miedo de volver a casa solo a las 2-3 de la mañana, se cómo llevar las llaves en las manos pero ya no tengo la necesidad".
Las leyes que aboguen por los derechos de las personas trans se pueden ver paralizadas por el ascenso a puestos de poder de partidos en contra de este colectivo como Vox. El partido ya ha pedido listas con los nombres de las personas que se hayan dedicado a actividades de concienciación LGTB y de violencia de género en colegios. "Hoy en día con el nombre tienes la red social y con esta lo tienes todo, desde ahí se puede acosar y amenazar, es muy peligroso, estamos acojonados, yo he trabajado en talleres y podría parecer en estas listas" teme David, "el resurgir de este tipo de ideas hace que sea más posible ejercer este tipo de violencia en espacios públicos, en la comunidad LGBT ya se ha hablado y avisado que hay grupos neonazis que salen de fiesta en zonas de ambiente, solo para ver a quien pueden pegar".
Un cambio en la legislación que recoja la libre determinación de género sería fundamental para conseguir la inclusión laboral de las personas trans en España. Así como intensificar la concienciación de la sociedad, formar al personal de recursos humanos en diversidad para crear entornos laborales más inclusivos o crear incentivos que inviten a las empresas a contratar personas transgénero. El empleo es considerado un elemento facilitador o limitador de los procesos de inserción por lo que encontrar trabajo ayuda a las personas trans a vivir en mayor igualdad.