Qué diferencias hay entre acoso, abuso y agresión sexual

  • La polémica, como en el caso de La Manada, está servida

Tras el caso de La Manada un nuevo caso, esta vez, el de Manresa vuelve a traer la polémica sobre el abuso o la agresión sexual. El código penal deja mucho espacio a la interpretación. El abuso pueden ser tocamientos, penetración o sexo oral sin el consentimiento de la víctima, y sin violencia o intimidación. La agresión sexual serían los mismos actos sexuales, pero con violencia o intimidación. Lo que conocemos como violación. Las penas de los abusos sexuales más graves serían entre 4 y 10 años de prisión. Los de la agresión sexual entre 4 y 15 años de cárcel. Explicamos lo que dice la legislación al respecto de los diferentes abusos.

El delito del acoso sexual

El delito de acoso sexual consiste en la presencia de requerimientos por lenguaje verbal, no verbal o escrito para relaciones sexuales con una persona que las está rechazando, según establece el Código Penal. La víctima puede ser tanto mayor como menor de edad y el delito puede darse de forma puntual o continuada en el tiempo. La condición es que tenga lugar en el ámbito de las relaciones laborales, en la prestación de servicios o en el ámbito de la docencia.

El abuso sexual

El delito de abuso sexual es acceder al cuerpo de otra persona sin consentimiento y sin violencia física. Es lo que ocurre sobre los menores de edad, que no pueden prestar por ello ese consentimiento; con las personas con algún tipo de incapacidad y con aquellas que están bebidas o drogadas y que por tanto, no están en condiciones de autorizar esa actividad sexual.

Agresión sexual

En cuanto a la agresión sexual, se trata de acceder al cuerpo de la otra persona para una actividad explicitamente sexual, sin consentimiento y mediante la violencia. Su forma más grave es la penetración, pero no la única.

La Asociación de Mujeres Juristas Themis, ha explicado ya en más de una ocasión que "la regulación en el Código Penal es muy farragosa" y a veces estos delitos se solapan. Las penas tienen también una horquilla "muy amplia" en función de la situación de la víctima, de la gravedad del hecho y de otras circunstancias como su relación con el agresor, si la había.

Para las víctimas, sin embargo, no hay tanta diferencia. La psicóloga de la Federación de Mujeres Progresistas Yolanda Mateo, ha argumentado en más de una ocasión que, al final, "se trata de delitos que dañan un aspecto muy íntimo de la persona" y que dejan secuelas de todo tipo, especialmente sobre la seguridad en uno mismo y la confianza en los demás.

"Hay una correlación entre el tipo de abuso y el tipo de secuela pero hay muchas variables que influyen, como las propias características de la persona y sus recursos psicológicos, la frecuencia y gravedad del abuso, el nivel de violencia física o psicológica que tenga, y sobre todo, la relación que exista con el agresor. Por ejemplo, en niños, el mayor daño es si lo comete el padre o padrastro, una figura primaria de apego con la que existe una relación de cuidado y dependencia", explica.

En el caso del acoso sexual en el ámbito laboral, la psicóloga llama la atención sobre el hecho de que "muchas mujeres que son violentadas sexualmente no saben que lo son". "Están incómodas y se sienten mal pero no acaban de percibir que eso sea una violencia o un delito. Cuesta mucho identificarlo, ponerle nombre y sobre todo, saber dónde está la línea, porque está tan normalizado este tipo de conductas, como los comentarios inapropiados yendo por la calle, que es difícil ver que no es lo normal y que no eres tú quien se equivoca", explica.

En este sentido, incide en la importancia del entorno porque para la recuperación de las víctimas de delitos contra la libertad sexual, "es vital poder contarlo y recibir una respuesta adecuada de personas significativas", como puede ser una madre en el caso de los niños o un responsable en un ambiente de trabajo. "Si ella dice lo que ocurre y nadie toma medidas, dar el paso ha sido en vano. Eso es devastador, puede ser incluso más traumatizante que la agresión en sí", apunta.