Sandro Marín, el dueño de Magrudis sobre el papel, era detenido junto a su hermano Mario. Los dos han salido por última vez de la misma nave de donde salió la carne mechada con listeria, y donde tenían registradas dos empresas diferentes, cada una a nombre de un hermano.
Tras ellos salía la furgoneta de la empresa y varias cajas repletas de documentación camino de la comandancia de la Guardia Civil. Allí esperaba también su padre, el gerente y dueño en la sombra, detenido en el chalet familiar, al igual que su cuñada y un comercial, si bien estos dos últimos ya han sido puestos en libertad y esperan para comparecer en el juzgado.
El padre y los dos hijos, por su parte, pasarán a disposición judicial el jueves. Todos han sido detenidos bajo la acusación de un delito de homicidio imprudente, delito contra la salud pública y lesiones al feto. De sus naves salió la carne que provocó 3 muertes y 7 abortos, y aún mantiene a 12 personas ingresadas.
Los detenidos tenían dos naves conectadas por dentro y enganchadas a la luz de forma ilegal; una muestra más de la forma en que operaban, ajenos a la regularidad pese a que el gerente de Magrudis, José Antonio Marín, siempre ha defendido lo contrario asegurando que estaba todo en regla: “Yo no he hecho nada; nada que esté fuera de la ley”, manifestó, pero el informe que un laboratorio le ha entregado al juez prueba que ya en febrero había listeria en Magrudis. Ya entonces tuvieron una alerta por positivo, pero siguieron trabajando, haciendo la vista gorda. Por eso se inició la operación.
“Mintieron a la opinión pública, mintieron a los afectados”, ha recalcado Rubén Sánchez, portavoz de FACUA.
El informe ha precipitado las detenciones y será clave para probar el homicidio imprudente porque Magrudis no comunicó el positivo y siguió vendiendo carne mechada contaminada desde febrero hasta el 15 de agosto, cuando se decretó la alerta sanitaria.