Miedo, vergüenza o desconocimiento: las claves de por qué las mujeres no denuncian la violencia de género

  • Ninguna de las 10 mujeres asesinadas hasta el 10 de febrero habían denunciado

La mayoría de las víctimas por violencia de género registradas en lo que va de 2020 no había denunciado a sus presuntos agresores. Los datos, recogidos en el portal estadístico del Observatorio dependiente del Ministerio de Igualdad reflejan la dificultad de muchas mujeres para identificar estas situaciones como agresiones machistas, independientemente del estatus social o la formación de las víctimas.

En muchas de estas mujeres prevalece una sensación de miedo que tiene que ver con su estatus en la pareja: temor a actitudes violentas, a quedarse desamparadas, por la seguridad de sus hijos o por cuestiones económicas. Tampoco hay que descartar la sensación de vergüenza o por no perjudicar a su presunto maltratador.

Mónica y su hija Ciara, de tres años fueron las primeras asesinadas del año. Les siguieron Olga, en Puertollano y Judith en Terrasa. Todas con algo en común. Al igual que Liliana, Maria o Manuela, ninguna había denunciado. Las mujeres que sufren malos tratos tardan de media ocho años en denunciarlo.

Un trece por ciento, por miedo a que no las crean. La nueva Delegada del Gobierno, Victoria Rossell se ha referido a la "irresponsabilidad de algunos partidos políticos" en este sentido, por su continua referencia a las denuncias falsas cuando solo suponen en 0.07% del total. Además ha anunciado que el ejecutivo quiere poner en marcha una reforma que recoge el Pacto de Estado pero que no se ha ejecutado: que no sea imprescindible la denuncia a la hora de que una mujer comience a ser apoyada por la administración en su ruptura del maltratador.

26 de febrero: María del Mar

Lo último que hizo María del Mar antes de ser asesinada por su marido fue llamar a su hija, de 20 años. La comunicación se interrumpió de forma brusca. Nada hacía sospechar que algo así podría ocurrir. No existían antecedentes de violencia de género en historial del marido ni tampoco denuncias previas por parte de ella.

Lo cierto es que cuando la hija mayor llegó al domicilio familiar se encontró los cadáveres de sus padres. Él se había suicidado con la misma escopeta con la que minutos antes había matado a su mujer.

08 de febrero: Clara María Expósito y Ana

Ana tenía 38 años, era madre de una preciosa niña de 10 y trabajaba como profesora en un Instituto de La Zubia, cerca de la capital granadina. Su trabajo con los pequeños y su lucha por la igualdad le había granjeado el cariño y la admiración de la comunidad educativa.

Hacía poco que había terminado su relación con un joven militar de 24 años destinado en el cuartel de la Legión ubicado en la cercana Viator, en Almería. Según confesaría a los agentes que le detuvieron, esa noche se presentó en su caso y la apuñaló. Cuando llegaron los sanitarios, Ana seguía con vida pero sus esfuerzos fueron en vano y la joven profesora falleció como consecuencia de las graves heridas sufridas

Clara María Expósito

El asesino de Clara María Expósito, de 49 años tuvo el detalle de darle a elegir el arma con la que quería que la asesinara. No sabemos si llegó a hacerlo pero lo cierto es que en su confesión a la Policía aseguró que lo hizo con la de filo más cortante.

Los vecinos de Clara aseguran que las discusiones en la pareja eran constantes y que en alguna ocasión la habían escuchado echarle de la casa, pero que él siempre terminaba volviendo.

No se conocían denuncias previas por violencia de género ni Clara llegó a denunciarlo pero si constaban diversas condenas por delitos relacionados con la seguridad vial.

La noche en la que Clara fue asesinada, su presunto asesino la apuñaló y se quedó a dormir junto al cadáver. Por la mañana temprano salió cerrando la puerta con sus llaves. La falsa coartada que proporcionó a los investigadores y el hecho de que lo confesara a sus amigos hizo que fuera apresado a las 24 horas.

06 de febrero: Lorena Dacuña

Lorena Dacuña, de 41 años era un mujer alegre, divertida y familiar. Trabajaba a destajo mañana y tarde en dos empresas diferentes. Su vida eran su hermano y su sobrina a los que estaba muy unidos.

La muerte de sus padres abrió en su fortaleza y seguridad una grieta por la que se coló José Manuel Sánchez, un camarero posesivo y celoso que había cumplido pena de cárcel por anteriores episodios de malos tratos a parejas anteriores.

Esta actitud es la que le llevaba a llamarla a altas horas de la noche devorado por los celos o a recriminarle el tipo de vestidos que llevaba puestos. Lorena siempre encontró una excusa para justificarlo. Jamás le denunció.

Estuvieron juntos ocho años pero ella hacía meses que le había dejado. La noche que José Manuel asesinó presuntamente a Laura, llevaba varios días poseído por los celos. Un compañero le había avisado de que tenía nueva pareja y decidió seguirlos. Cuando la pareja llegó al portal, él estaba allí apostado y ahuyentó al acompañante. Ya a solas con la víctima y a pesar de los gritos le asestó presuntamente dos puñaladas en el abdomen que le causaron la muerte.

28 de enero: Rosa Navarro

A Andrés Ángel, de 45 años, los Mossos d'Esquadra le detuvieron en el aeropuerto de Barcelona. Intentaba huir del país después de haber asesinado presuntamente a su pareja, Rosa Navarro, de 40 años en la localidad de Sant Joan Despí.

Hay muchos elementos de la historia de Rosa y Ángel que ya son lugares comunes en casi todos los casos de violencia de género. Rosa estaba divorciada y tenía una hija de 14 años de esa relación. Trabajaba administrando la empresa familiar pero en los últimos meses había conocido a Andrés Ángel.

Los vecinos de la pareja aseguran que los gritos y peleas eran constantes en la vivienda, incluso en alguna ocasión habían llamado a los Mossos alertados ante la situación.

Eran señales de alarma que pasaran desapercibidas. Como la existencia de denuncias previas contra él por sus anteriores parejas, algo que tampoco había hecho Rosa.

Los investigadores sospechan que Andrés Ángel ahogó a Rosa por que no había golpes ni heridas en su cuerpo. También creen que le sustrajo sus objetos personales que utilizó para hacerse una transferencia de 3.000 euros desde la cuenta de Rosa a la suya.

25 de enero: Manuela Iglesia Fernández

Manuela Iglesia Fernández y Hortensio Ónega Murado llevaban más de 50 años conviviendo en su domicilio del concello de A Pastoriza perteneciente a la parroquia de Crecente, en Lugo. Todos los vecinos conocía a este matrimonio y su morada a la que llamaban 'Casa de Paredes'. Quienes les conocían los consideraban personas maravillosas: ella, dedicada por entero a su marido y a su familia y él, a la explotación agraria. Nadie conocía problemas en el seno de la pareja y, menos aún denuncias previas por malos tratos.

La noche de ese fatídico 25 de enero, una de sus nietas se encontró a su abuela muerta en la cocina y, posteriormente, el cuerpo sin vida de su abuelo en el exterior de la vivienda.

La autopsia determinó que Hortensio apuñaló a Manuela hasta matarla y que después, tras cortarse las venas y a pesar de sus problemas de movilidad, subió a la planta superior desde donde se terminó de suicidar arrojándose por una ventana.

22 de enero: Liliana Mateescu

Liliana (43) y Daniel llevaban viviendo desde 2006 en el municipio toledano de La Puebla de Almoradiel. Habían llegado desde Rumanía y con ellos llegaron también sus dos hijos, Luisa y Eduardo, de 13 y 11 años.

Fué a última hora del día cuando Luisa alertó a una vecina que su padre había atacado a su madre con un cuchillo. Luego se supo que las puñaladas había sido mortales. No había denuncias previas pero sobre Daniel pesaba una orden de alejamiento por haber intentado agredir a su hija con una barra de hierro, orden que se incumplía sistemáticamente.

El matrimonio se había roto hacía tiempo pero seguían conviviendo en el adosado que compartía en la localidad. Su vida había estado centrada en las tareas agrícolas: él, en una bodega y ella, en trabajos de recolección aunque se había quedado en paro recientemente. El día que cayó presuntamente asesinada por su exmarido, Liliana empezaba un nuevo trabajo.

18 de enero: Judith Sánchez y María Concepción (Mary)

El caso de Judith Sánchez, de 29 años y de su expareja Carlos, de 42 conmocionó a la pequeña sociedad de Terrassa, muy próxima a Barcelona. Especialmente porque él era agente de los Mossos d'Esquadra y por haber usado su arma reglamentaria para asesinarla en el garaje dónde vía su madre.

El entorno familiar de Judit relata que la joven, tras convivir unos años con Carlos había dado por rota la relación empezando una nueva con otro hombre. A pesar de que los dos seguían en contacto, Carlos se había obsesionado con su expareja y la vigilaba y controlaba tanto en su trabajo como por telefóno y redes sociales.

Incapaz de aceptar la ruptura, el agente de los Mossos la abordó en el garaje de la madre de ella y le descerrajó dos tiros a quemarropa.

Olga tenía un hijo menor de edad de una pareja anterior y trabajaba realizando prácticas como auxiliar de enfermería en el hospital Parc Taulí de Sabadell.

Mary

A María Concepción todo el mundo la conocía en el pueblo granadino de Caniles como Mary. A sus 73 años llevaba una vida placentera junto a su pareja, Manuel de 77 años. Vivían entre este tranquilo municipio y la localidad barcelonesa de Badalona. Ella, de origen ecoatoguineano, tenía un hijo de una anterior relación y nada en el entorno hacía presuponer un problema en la pareja.

Las alarmas saltaron cuando Manuel, con problemas de memoria y una salud mental quebrada se presentó en el hospital con evidentes signos de desorientación y aturdimiento y balbuceando frases inconexas en las que hablaba del Mary.

Los responsables sanitarios y policiales intentaron localizar a Mary en el domicilio familiar pero no daba señales de vida. Hizo falta una orden judicial para acceder a la vivienda en la que la hallaron degollada.

Los médicos recuerdan el carácter posesivo de Manuel y sus problemas diarios para recordar y manipular un móvil por lo que su dependencia de Mary comenzaba a ser cada vez mayor.

12 de enero: Olga Savenchuk

Olga Savenchuk, una mujer de origen ucraniano de 61 años, y Antonio Sánchez, español de 53 llevaban solo un mes de convivencia cuando la Policía halló sus cadáveres con signos de una muerte violenta: ella tenía heridas por arma de fuego y él se había suicidado con el mismo arma.

Antonio trabajaba en el parque de bomberos de la factoría de Repsol y conoció a Olga a través de un programa de televisión. Enseguida surgió la llama del amor por lo que ella se mudó desde Ciudada Real a Puertollano.

El círculo íntimo de Olga la había avisado que Antonio era un hombre posesivo y celoso pero a pesar de ello decidió compartir su vida con él. En su decisión podría haber pesado el hecho de que no contaba con un fuerte arraigo en la Ciudad Real.

Había llegado a esta capital catellanomanchega en busca de un futuro mejor. Contaba con una sólida formación como ingeniera eléctrica pero la imposibilidad de homologar su titulación en la UE le había llevado a dedicarse al cuidado de personas mayores, algo que le había granjeado el apodo de 'ángel' por por parte de las personas y familias a las que atendía.

6 de enero: Mónica Linde

Mónica Linde, de 28 años es la primera víctima por violencia de género en 2020. Su pareja, de la que se estaba separando no aceptó la ruptura de la relación por lo que la noche del día de reyes la habría ahogado junto a su hija de 3 años.

Rubén Darío, de 27 años y Mónica eran pareja de hechoRubén Darío, de 27 añospareja de hecho. Llevaban meses conviviendo tras la separación de ella de su marido y padre de su hija Quiara, de 3 años.

Según las investigaciones, ella no había denunciado anteriormente a Darío por agresiones y los vecinos de la pareja no habían notado ninguna situación que les llevase a pensar que Mónica se hallaba en situación de riesgo.

Mónica había estudiado un ciclo formativo en la rama administrativa, conocimientos que pudo desarrollar en un centro sanitario de Barcelona. Tras pasar una temporada en el extranjero aprendiendo idioma y desempeñando diversos trabajos, había sido contratada como auxiliar de tierra de Easyjet en el Aeropuerto del Prat-Barcelona.

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