España se derrite en la segunda jornada de una ola de calor que promete quedarse con nosotros también durante el fin de semana y que, además de temperaturas elevadísimas que superan los 40 grados y ponen al país en riesgo extremo por incendio… nos ha dejado también una densa calima que asfixia a casi toda la Península.
Las partículas en suspensión llegadas del Sáhara superan en algunos puntos los límites marcados por la Organización Mundial de la Salud y degradan la calidad del aire. Al respirarlo, alertan los expertos, nuestra salud puede verse afectada.
Cuando los pacientes con asma o bronquitis se exponen a la calima, sus síntomas se agudizan. Por eso, los médicos aconsejan evitar salir a la calle durante las horas centrales e hidratarse frecuentemente.
Una buena aliada la tenemos a mano estos días, desgraciadamente debido a la pandemia: la mascarilla. Con ella se filtra el aire que llega a las vías respiratorias.
Por otra parte, las precipitaciones ayudan a limpiar el ambiente, pero cuando llueve estos días es en forma de barro. Prueba de ello son los lavaderos de coches, que hacen más que nunca su agosto.
Ayer mismo, este miércoles, eran muchos los que en la primera ola de calor reparaban en el estado del cielo, envuelto en una especie de “filtro amarillo” que, realmente, estaba provocado por esta situación de polvo en suspensión.
En las redes, muchos ironizaron con el “ambiente apocalíptico” que se vivía en plena ola de calor en algunos puntos, donde todo ello también estuvo acompañado incluso de tormentas secas de verano y rachas de viento.