El otro sofocón del verano para padres e hijos: deberes sí o no
El 30% de las familias reconoce que las obligaciones de los escolares condicionan el ocio
Más de un 80% del alumnado confiesa sentirse agobiado con las tareas
Los expertos son más críticos con los excesos de extraescolares en invierno que con los deberes
Dice el pedagogo Francesco Tonucci que los niños que juegan más y durante más tiempo son
mejores adultos, pero a los mayores se nos ha olvidado lo bien que nos sentaba jugar. Llega el verano y con este, el dilema de los deberes. ¿Es recomendable que los niños tengan trabajo en las vacaciones? ¿Es lo más lógico que los pequeños tengan una agenda de adultos durante todo el año con actividades extraescolares que al final es el recurso para conciliar a los padres? En España se hacen una media de 1,5 a 3 horas diarias de deberes al día y se pasan 7.300 horas en la escuela entre las edades comprendidas de siete a 14 años, según la OCDE. Los resultados son un fracaso escolar (no terminan la Secundaria) del 26,5% y el puesto 29 en el ranking de PISA de 2015.
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Sí, brecha de género en los deberes también existe. Ellas son más aplicadas. El 32,24% de las chicas afirma dedicar más de dos horas diarias a los deberes, mientras que tan solo el 12,2% de los chicos afirma superar ese límite. No solo eso. Los padres y las madres no se implican de igual forma. El 61% de las madres y el 47% de los padres de los estudiantes comprueba que realizan los deberes, según un informe del Observatorio Social de La Caixa. Cuatro de cada 10 progenitores directamente les ayudan a hacerlos, lo que no es bueno y afecta, para mal, a los niños en su futuro, según los expertos.
En 1º de la ESO la asignatura que más se repasa es Lengua (25%) y la que menos inglés (8%). En 2, 3 y 4º de la ESO es Geografía e Historia la que más tiempo ocupa mientras que inglés sigue siendo la que menos se repasa. En Primero de Bachiller, la asignatura que más se repasa es Filosofía y la que menos inglés, pero en segunda las cosas cambian. Se destina más tiempo que a otras a Historia y menos a mates.
Ahora bien. Qué impacto tiene en los hogares los deberes, convertidos en un sofoco veraniego más además del calor. El 30% de las familias reconoce que las obligaciones de los escolares condicionan mucho el ocio familiar. Los que sí se sienten angustiados son los alumnos. Más de un 80% del alumnado confiesa sentirse agobiado con las tareas, mientras que un 35% se siente muy cansado y estresado.
Pese a todo, más del 60% de alumnado y profesorado reconoce la necesidad de las tareas veraniegas para garantizar un ritmo homogéneo en el aula. Solo el 40% de las familias opina lo mismo. Cierto es que casi el 50% del profesorado entona el mea culpa y reconoce que un mayor aprovechamiento del tiempo en el aula permitiría reducir las tareas encomendadas. Son datos del informe ‘¿Deberes sí o no? Esa es la cuestión’ realizado por Alba Hernández Costoya.
Más radicales se muestran, no obstante, las asociaciones de padres. Un 35% de las asociaciones considera que deberían reducir tareas. El 84% opina que los deberes tendrían que realizarse en el aula, dentro del horario escolar, y no en casa. Así lo pone de manifiesto una encuesta realizada en el marco de Acción Magistral, un proyecto de apoyo al profesorado puesto en marcha por la Unesco, el BBVA y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) considera en varios manifiestos publicados al respecto que los deberes, lejos de fomentar el desarrollo integral de la persona, son la herencia dañina de un método pedagógico obsoleto que está basado en la memorización y en la repetición de los contenidos. Critican que la jornada llega a superar en muchos casos las 60 horas semanales y consideran esto una de las claves de la desmotivación. Los expertos consultados por Informativos Telecinco no son tan categóricos al respecto.
Eva Bailén es ingeniera de telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Valencia, tiene un máster de formación del profesorado de Secundaria en la especialidad de Matemática por la Universidad Rey Juan Carlos. En marzo de 2015, inició una campaña por la racionalización de los deberes en change.org reuniendo más de 200.000 firmas de apoyo. En septiembre de 2016 publicó 'Cómo sobrevivir a los deberes de tu hijo' (Temas de Hoy). Un 35% de las asociaciones de padres considera que los deberes son excesivos.
Bailén considera que "las vacaciones son fundamentalmente tiempo de descanso. Existe el temor a que los niños olviden todo en los meses estivales y cuando comience el curso de nuevo regresen completamente en blanco. Si eso fuera así, todos los cursos habría que repetir los mismos contenidos, pero lo cierto es que después de unos días de adaptación se recupera el ritmo y los conocimientos que se aprendieron y quedaron asentados afloran", señala la experta.
Alberto Royo, profesor de instituto, musicólogo, acaba de publicar su tercer libro 'Cuaderno de un profesor' en la editorial Plataforma tras sus éxitos con 'Contra la nueva educación' y 'La educación gaseosa'. En principio, sí que es partidario de los deberes, aunque él en su día a día apenas mande tareas a sus alumnos durante el curso. Quizás esa sea la clave. "Me organizo de forma que, si tienen que hacer algo en casa, sea más bien repasar lo que hemos visto porque el trabajo se hace en clase".
Pero al llegar las vacaciones Alberto reconoce que trata de que sus hijos no pierdan el hábito de hacer algunas tareas en vacaciones. "Hay tiempo para todo. No se trata de llevar el mismo ritmo del curso sino de no olvidar lo que se ha aprendido. Como profesor de instituto, considero que uno de los problemas más graves que nos encontramos en la Secundaria es la falta de hábitos de trabajo. Y para alumnos con pocos hábitos o dificultades de aprendizaje, como para aquellos que en casa no encuentran un buen nivel sociocultural, los deberes pueden llegar a ser incluso indispensables". Alberto considera que el día tiene muchas horas y en verano es "más provechoso hacer un puzle o dibujar una historieta o inventar un cuento que ver la televisión o jugar a la Play".
No opina lo mismo Eva Bailén, que no es partidaria de los deberes "porque sí, por costumbre, por miedo a que se olvide todo. Pensando en la Primaria, no creo que un niño que ha sacado un curso adelante se merezca hacer cuadernillos de verano, ni fichas. No creo que se aprenda nada perdurable gracias a esos deberes. Tampoco creo que un niño que ha tenido dificultades para aprobar las asignaturas sea receptivo después de todo a continuar haciendo deberes como los que hizo durante el curso", explica. Sí es partidaria Bailén de la lectura y más en verano.
Eva Millet Malagarriga es periodista, licenciada en Ciencias de la Información por la UAB. En 2002, a raíz del nacimiento del primero de sus dos hijos, empezó a publicar sobre temas de educación. En los libros 'Hiperpaternidad' e 'Hiperniños' (Plataforma) analiza el fenómeno de los hiperpadres. En 2014 puso en marcha un blog, www.educa2.info, especializado en noticias que ayudan a educar. Considera esta experta que el verano es demasiado largo, casi tres meses, como para dejarlo todo. "Un repaso no es malo fundamentalmente para que no se olviden las cosas, un pequeño refuerzo no viene mal. En esto de los deberes", según Millet, "no es todo blanco o negro, hay padres que reclaman que haya deberes y los hay que piensan que es mejor que no los hagan".
En su opinión "cada escuela debería regular los deberes y enseñar a los padres cuál es su política al respecto nada más comenzar el curso". La clave, en su opinión, es que se sepa cuál es la dinámica durante el curso y en verano. De la misma opinión es Bailén que considera que "los centros educativos deberían tener un protocolo de deberes para la organización de una familia".
La realidad es que algunos centros educativos tienen políticas tan sencillas como no mandar deberes de más de dos asignaturas cada día, otros no los mandan hasta cierto curso, quinto o sexto de Primaria, por ejemplo, y en algunos, los menos, solo se pueden mandar deberes personalizados, los que cada niño requiera.
¿Se queman los niños con tanta agenda?
Los efectos colaterales de un exceso de tareas dentro y fuera del aula ya se notan. Son el incremento de los menores con ansiedad producto también de una sobreprotección excesiva desde la cuna. Alberto Royo reflexiona al respecto que "hacer muchas tareas no debe frenar en un niño la capacidad para sorprenderse o su inquietud por aprender". Al contrario, el educador considera que "deben entender que las cosas se hacer con esfuerzo y perseverancia".
Su mensaje es para tomar nota, nunca mejor dicho: "Se puede llegar a disfrutar del aprendizaje, pero a este disfrute se llega con el tiempo y nunca de manera inmediata. Esto es precisamente lo hermoso, lo emocionante de aprender. Y no se aprende sin exigencia. La exigencia afectuosa, proporcionada y razonada es esencial en la educación, y es garantía de que se terminará encontrando placer en el aprendizaje. Y esto, con toda probabilidad, contribuirá a que se tenga una vida más plena".
Bailén es más crítica en este sentido y cree que "muchos niños están quemados y sufren ansiedad porque viven al ritmo de vida que les marcamos los adultos. Hemos entendido que conciliar es eso, llevarlos a nuestro lado y a nuestro ritmo. Que estén más horas ocupados, que estén más horas aprendiendo, que no pierdan el tiempo porque nosotros tampoco lo perdemos", destaca como una realidad cotidiana.
¿Es el problema el exceso de extraescolares?
Eva Millet ve más que en los deberes, un problema con las extraescolares porque "los chicos van de culo, no llegan, es como una obsesión de los padres en convertir al hijo en superhijo, parecen pequeños renacentistas, del inglés al piano y luego a fútbol...
Eva Bailén coincide en este análisis y piensa que "en la búsqueda de ese diez a veces se nos olvidan los valores más esenciales: la empatía, la cooperación, el respeto. Si nos centramos en criar niños perfectamente competitivos, a muchos los haremos unos desgraciados. Es descorazonador leer noticias como las de este verano sobre esos campamentos en los que niños con diferentes capacidades han tenido que marcharse porque sus compañeros o las familias de estos no querían que estuvieran juntos".
Y que nadie se engañe, continúa, "las extraescolares ayudan a conciliar aunque conviertan a los padres en asistentes personales. Al final los deberes los hacen los padres porque los niños no llegan y ahí nacen los grupos de whastapp, otro de los sofocos, aunque estos ya sean más propios del invierno más que del verano.