Si hay una regla que debería existir en cualquier relación de pareja es precisamente que no hay reglas escritas en cuanto a la manera de gestionar la sexualidad y más en estos tiempos donde las encuestas dicen que la insatisfacción de ambos ha aumentado, siempre, claro está, que exista pleno respeto mutuo. El concepto de cuckolding encaja perfectamente en esta idea, aunque para muchos pueda ser una terapia de pareja extrema, una línea roja que nunca van a sortear: se trata de una fórmula que consiste en que una de las partes (ya sea de forma real o imaginaria) busque una relación sexual fuera de la pareja, con el consentimiento de la otra parte, para relatarle luego su experiencia (o bien haciéndole partícipe como observador), con el objetivo del placer mutuo. ¿Cómo funciona el cuckolding?
En realidad, cuando hablamos de cuckolding no podemos hablar de infidelidad en sentido estricto, ya que existe consentimiento de ambas partes con respecto a esta práctica. Sin embargo, sí puede existir la ficción de “engaño”, precisamente como ingrediente de este fetiche. Además, normalmente las definiciones de cuckolding hacen referencia a la mujer como sujeto que participa activamente en la relación sexual externa a la relación.
Por otro lado, es importante diferenciar cuckolding de voyerismo: en el segundo caso se trata de la práctica de observar a otras personas con el objetivo de excitarse, sin que la persona o personas observadas sean conscientes de ello. En el caso del cuckolding, el placer se obtiene del relato o de la visualización de la otra parte de la pareja mientras mantiene relaciones con otra persona, con conocimiento de todas las personas implicadas.
Se trata de una práctica que puede resultar difícil de comprender para muchas parejas: los celos o la entrada de terceras personas en la relación son tradicionalmente temas tabú en nuestra sociedad, aunque los tiempos (y las ideas) cambian hacia un panorama mucho más diverso en el ámbito sexual. Quienes defienden esta práctica hablan de una mayor honestidad con respecto a sus deseos fuera y dentro de la pareja: en lugar de recurrir a la tan frecuente infidelidad, prácticas como el cuckolding ponen sobre la mesa los deseos reales de cada miembro de la pareja, que son utilizados precisamente para reforzarla.
Un signo claro de que las cosas están cambiando en el plano sexual es el aumento de la infidelidad del lado femenino, así como el éxito de plataformas pensadas precisamente para propiciar encuentros sexuales fuera de la pareja, también pensadas por y para mujeres.
Es el caso de Gleeden, una web que se define como "el primer sitio para encuentros extraconyugales pensado por mujeres". Según un estudio realizado por esta plataforma, el 30 por ciento de las mujeres españolas ha sido infiel en algún momento de su vida y el 14 por ciento a su actual pareja, cifras que suponen un importante aumento con respecto a las de hace una década. En cuanto a su motivación, deja de ser cierta la máxima de “ellos buscan sexo, ellas amor”: la mitad de las encuestadas fue infiel motivada por una atracción física o sexual. Para bien o para mal, los roles de género en materia sexual se diluyen cada vez más.