Tener un sueño de calidad y con la cantidad suficiente es necesario para nuestro organismo. Ayuda a que nos levantemos con más energía, a mantenernos sanos, evitar enfermedades y liberar hormonas, entre otras funciones esenciales. Pero, ¿cuánto necesitamos dormir?
La respuesta a esta pregunta está en la edad del individuo. Según la Biblioteca de Medicina de EEUU, los bebés recién nacidos duermen entre 16 y 18 horas al día, un tiempo que se acorta según vamos creciendo. Así, pasarán a dormir 11 o 12 horas al día a medida que vayan creciendo y, cuando estén en edad escolar, será suficiente con 10.
¿Cuándo acortamos los tiempos de sueño? Principalmente, en la adolescencia, cuando pasamos a dormir entre 9 y 10 horas. Esto se debe a que “el reloj biológico de los adolescentes cambia y es más probable que se acuesten más tarde que los niños y adultos, y tienden a querer dormir más por la mañana”, según esta fuente. Al retraso a la hora de acostarse se suma el hecho de que la mayoría de los días tienen que levantarse temprano para ir al instituto, por lo que los tiempos se reducen.
Ya en la edad adulta, lo ideal es dormir entre 8 y 9 horas. “Algunas personas piensan que los adultos necesitan dormir menos a medida que envejecen, pero no hay evidencia que lo demuestre”, puntualizan, detallando que “a medida que las personas envejecen tienden a dormir menos o a pasar menos tiempo en el sueño profundo y reparador”.
Pero, insisten, no solo es importante cuánto dormimos, sino cómo. Se tienen que cumplir todas las fases del sueño -1, 2, 3, 4 y sueño de movimientos oculares rápidos (MOR o REM en inglés)-. En este sentido, “las personas cuyo sueño suele interrumpirse o acortarse pueden no pasar suficiente tiempo en las diferentes etapas del sueño”. Estas personas suelen tener problemas de concentración a lo largo del día, somnolencia y dificultad para levantarse por las mañanas.
De no dormir bien, puede afectar nuestro estado de ánimo y a la salud aumentando el riesgo de sufrir hipertensión, una enfermedad cardiovascular, obesidad, diabetes, etc.
Por todo ello recomiendan tener una rutina de sueño; evitar la cafeína, la nicotina, el alcohol y las comidas copiosas; hacer ejercicio con regularidad; no dormir la siesta hasta tarde, mantener la habitación con una temperatura fresca, no utilizar dispositivos electrónicos hasta tarde y relajarse antes de dormir.