El coronavirus tiene a millones de personas confinadas en sus casas para intentar frenar su expansión. Las medidas tomadas por los gobiernos de diversos países, entre ellos España, han dado lugar a una situación excepcional tanto para el ser humano como para el medioambiente. El bloqueo al que se ha sometido Europa (y buena parte del mundo) ha disminuido considerablemente los niveles de contaminación.
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado una comparativa entre los niveles de dióxido de nitrógeno que había sobre España, Italia y Francia hace un año frente a los que hay ahora (tomando como referencia los datos obtenidos por el satélite espacial Copernicus-Sentinel-5P del 14 al 25 de marzo).
Este gas es producto de las emisiones procedentes del uso de combustibles fósiles, por ejemplo, en el transporte o la industria. Por eso en estos momentos, cuando la mayoría de la población está recluida en sus casas, su presencia en la atmósfera se ha desplomado.
Las fotografías de España muestran una gran disminución de las concentraciones de dióxido de nitrógeno en todo el país, mejorando la calidad del aire que respiramos. Donde más se aprecia este cambio es en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla.
Lo mismo ocurre en Francia e Italia:
Que el aire sea más puro no es la única consecuencia medioambiental que está dejando el coronavirus. En muchas ciudades del mundo los animales han aprovechado que las calles están vacías para darse una vuelta por ellas. Suelen proceder de reservas cercanas o de parques, como los pavos reales que se han visto en Madrid.
La ausencia de turistas (y de los deshechos que generan) también se ha dejado sentir en las aguas de los canales de Venecia, más cristalinas que nunca (incluso se ven peces). Esto se debe a que el tráfico de barcas provocaba que los sedimentos del fondo se removieran, enturbiando las aguas.
A pesar de todos estos aspectos positivos, el coronavirus también está incidiendo de forma negativa en la naturaleza. Principalmente, en forma de residuos. Por ejemplo, algunas playas de Hong Kong se han visto invadidas por las mascarillas de un solo uso que la población usa para protegerse, aunque las autoridades sanitarias insisten una y otra vez en que la población sana no debería recurrir a ellas si no está en contacto con alguien contagiado.