Su nombre es Corey Philpott, nacido en la región de las ‘Montañas Azules’ de Gales del Sur, en Australia, y a sus 23 años ha hecho historia completando la que ya es considerada como ‘la maratón más dura del mundo’.
Concretamente, el australiano completó nada más y nada menos que los 42 kilómetros y 195 metros propios de una maratón arrastrando con una cuerda un vehículo de 1,5 toneladas de peso; un hito que bien podría parecer imposible de no ser porque Philpott lo ha conseguido hacer realidad.
Realizando un esfuerzo absolutamente descomunal, logró completar su hazaña en 16 horas y 12 minutos, consiguiendo un incontestable Récord Guiness.
Anteriormente, fue un británico, Ross Edgey, quien en 2016 también realizó lo que califican como el ‘World’s Strongest Marathon’, realizando la maratón en el popular circuito de Silverstone tirando de un ‘Mini Countryman’. Su marca, ahora se ha visto superada por la de este australiano que se fijó en él como principal inspiración y que, del mismo modo, también ha querido dedicar los beneficios obtenidos con su reto para un fin solidario: ayudar a la organización ChildSafe Australia, dedicada a proteger a los menores y luchar contra el abuso sexual infantil. A ellos les ha donado los 30.000 dólares que ha logrado recaudar.
En declaraciones al medio local 7News Australia, Philpott ha explicado que para conseguir tan impresionante récord estuvo entrenando durante más de 8 meses, combinando sesiones de running, levantamiento de peso y arrastre de coches.
A través de su cuenta de Instagram, el atleta ha compartido su experiencia y cómo se decidió a abordar esta particular locura:
“Era febrero de 2020, la covid estaba empezando a golpear, las carreras empezaban a ser canceladas y todos nosotros estábamos pensando que íbamos a morir. Una noche acababa de ver un vídeo de Ross (Edgey) en YouTube y según lo terminé salí de mi habitación para decirle a mis padres que en 2021 iba a completar la ‘World’s Strongest Marathon’, cuenta, dando cuenta de la incredulidad con la que sus progenitores recibieron semejante noticia.
“Creo que pensaron que era solo una habladuría”, dice, pero la realidad es que a continuación se puso manos a la obra con el entrenamiento y publicó en las redes sociales que iba a intentarlo.
“Pasaron los meses y empecé a reunirme con distintas personas para hablar sobre el evento, dado que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo ni de lo que implicaba organizar un evento de esta magnitud. Todo lo que sabía es que quería hacer la maratón más dura del mundo y quería un récord mundial, un trampolín que, con suerte, me pusiese en el mapa con algunos de los mejores atletas extremos del mundo; con el objetivo de convertirme algún día en atleta profesional”.
Hoy, el reto lo ha completado, pero esa no era su verdadera meta: “A medida que avanzábamos para hacer realidad un sueño, mi sueño de batir el récord mundial, ya no era el sueño. El sueño era (y sigue siendo) crear entornos seguros para los niños y crear espacios seguros para que los supervivientes cuenten sus historias y estas sean escuchadas”. “Defiendo a una comunidad de personas que han sido silenciadas y estigmatizadas durante demasiado tiempo. Mi esposa es la mujer más fuerte que conozco y también es una sobreviviente de abuso sexual infantil. Tener a tu esposa llorando en tus brazos por incontables noches, tener que abrazarla fuerte mientras está temblando, mirarla a los ojos con lágrimas fluyendo por ambos lados para recordarle que estoy aquí, tener que recordarle que está en un lugar seguro desde la comodidad de nuestro hogar… ¡El trastorno de estrés postraumático es real!", denuncia.