La llegada del invierno, las bajas temperaturas y las precipitaciones hacen que las personas pasen mucho más tiempo en espacios cerrados en los que se recurre a la climatización para obtener un ambiente de confort. Sin embargo, los sistemas de calefacción se enfrentan este año a la pandemia, en la que ventilar se ha convertido en una premisa fundamental.
Las facturas de invierno son dos o tres veces más caras que las de verano. Mantener una temperatura agradable en casa gracias a la calefacción y ventilar las habitaciones para evitar los riesgos de la covid19 serán dos tareas que tendremos que combinar. Será más complicado ahorrar y no malgastar. Y es que los problemas aumentarán si recibimos visita, ya que ventilar entonces será más que una recomendación. Un factor a tener en cuenta también estas Navidades.
Una vivienda normal, de tres o cuatro miembros, utiliza la caldera aproximadamente unas seis horas al día, es decir, más o menos una hora o dos por la mañana, y entre cuatro y cinco por la tarde. Esto varía en función de los ocupantes y la dimensión de la vivienda.
"Como hemos tenido el primer confinamiento en un periodo de primavera-verano, quizá no hemos sido tan conscientes porque el consumo de gas es diferente al consumo de luz, es decir, de la misma manera que hemos podido notar el aumento de gasto por tener dos ordenadores, no nos ha dado la sensación porque la factura de la luz no se resiente tanto", explica a Informativos Telecinco el arquitecto experto en Análisis Energético en las Edificaciones de la UNIRJavier Martínez Moronta.
Lo más complicado es que la gente se pueda hacer a la idea de que, en momentos determinados en los que lo fácil sería de tirar de calefacción, a lo mejor no es necesario. Según el especialista, para ahorrar y hacer que nuestra calefacción no se resienta, hay que ventilar la casa en momentos específicos del día y aprovechar las horas de luz para aumentar la temperatura -sin tirar de la caldera-.
"La gente que está concienciada con el teletrabajo, seguramente tendrá que adquirir ciertos conocimientos sobre ventilación y aprovechar el calor de la calefacción, pero a nivel de mantenimiento de las calderas, los índices están en porcentajes muy altos. Es decir, la gente suele tener los equipos bien preparados para poder funcionar los inviernos. Ya sabemos cómo son en España", comenta al respecto el profesor Martínez Moronta.
La ventilación es un punto crítico. Normalmente renovamos el aire lo más habitual: abrimos las ventanas al levantarnos, pero ¿Lo estamos haciendo bien? "Ahí lo que estamos haciendo realmente es meter aire muy frío que es verdad que hace una función de ventilación, pero estamos obligando a nuestra calefacción a realizar un esfuerzo", detalla el experto de la UNIR.
"Lo mejor es poder hacer la ventilación, precisamente coincidiendo con las horas de más calor del día. A partir del mediodía, a la una de la tarde (una renovación al día). Con el coronavirus, en nuestras casas vamos a tener que abrir o ventilar con más asiduidad. Y, aunque en las viviendas no está establecido un parámetro mínimo, sí que los locales, colegios y oficinas recomiendan una renovación de entre cuatro y cinco veces diarias. Esto provoca que en lugares en los que la ventilación no era habitual, se dan situaciones de no confort", añade Martínez Moronta.
"Lo que tenemos que intentar en casa es aprovechar al máximo la ganancia de radiación solar que podamos obtener a través de las ventanas -especialmente las de orientación sur-. Tenemos que abrir cortinas para que pase la radiación solar, que en invierno siempre va a aumentar la temperatura. Aunque fuera haga frío, la radiación solar hace que ganes un poco de temperatura", comenta el especialista.
El arquitecto destaca que, una vez se ventila la casa y se aumenta la temperatura con el sol, lo que hay que hacer es tratar de mantener la temperatura. "Cuando empieza el sol a perder potencia calorífica, tenemos que proteger las ventanas con cortinas o estores, ya que son los espacios más vulnerables por los que se disipa el calor que hemos ganado (se pierde de manera muy rápida). Por eso también normalmente los radiadores se suelen colocar debajo de las ventanas, porque son puntos débiles, por decirlo de alguna manera", comenta Martínez Moronta al respecto.
Hay que buscar calentar la casa al inicio del día, intentar mantener la temperatura durante al menos todas las horas de luz, desde las 10 horas hasta las 18, y buscar un encendido de la calefacción hacia el final del día, pero no coincidiendo especificamente con las horas más frías.
El mejor momento para calefactar la casa es entre las 20 y las 22 horas, y lo recomendable es que la caldera deje de funcionar a partir de las 23 horas, aunque la casa se quede paulatinamente más fría, esto depende del uso de cada uno. Con las calderas tenemos que tener en cuenta dos factores: uno el funcionamiento y otro el económico. "Es verdad que en la caldera doméstica, ahora mismo casi todas las empresas, las principales, permiten mayor flexibilidad en los pagos, que también es una cuestión a tener en cuenta. En vez de pagar en los meses de frio mucho mas dinero, puedes hacer una especie de tarifa plana que todos los meses del año tienes un gasto fijo pero te da un poco mas de tranquilidad en invierno para poner la calefacción si lo necesitas una hora más o media", señala el arquitecto de la UNIR Martínez Moronta.
"Lo segundo que tenemos que tener en cuenta es que nuestra caldera esté bien revisada, que hayamos pasado el mantenimiento anual que normalmente todas las distribuidoras hacen pasar, porque en este mantenimiento lo que verifican es que la calidad de la combustión del gas es correcta, eficiente. Que la caldera no tiene problemas técnicos que puedan derivar en problemas de combustión, o que los filtros están sucios o que la rejillas están obstruidas. Es bueno pasar estos controles. Suelen venir incluidos en los contratos", añade el experto.
En cuanto al mejor funcionamiento, lo mejor seria intentar durante la noche que la caldera esté en un consumo relativamente bajo, es decir, que nuestra casa este entre los 17 y 18 grados y siempre buscar temperaturas no más altas de 21 o 22 grados. "Es lo que recomiedan a nivel de eficiencia. No por nada en concreto sino porque las calderas, para subir un grado centígrado el nivel de exigencia no es lineal, es exponencial. Pasar de 20 a 21 a la caldera le puede costar 100, por ejemplo, pero pasar de 21 a 22 a lo mejor le puede costar 150", precisa el especialista.
Las personas que desarrollan su trabajo en lugares físicos no pueden ventilar con asiduidad sus domicilios. Es más, "si la casa ha estado cerrada todo el día, a la vuelta no hace falta una renovación de aire". Con ventilar por la mañana sería suficiente, aunque llegaremos con la casa más fría. En este caso, el gasto y la demanda de calefacción es más puntual.
"Si de la otra manera queríamos conseguir temperaturas de equilibrio, la diferencia que vamos a tener es que seguramente la gente que trabaja fuera de casa a lo mejor con dejar la casa a 19 grados centígrados le vale hasta marcharse, pero seguramente cuando llegue después de todo el día se va a encontrar la casa más fría. La solución sería el termostato, para monitorizar la caldera, o buscar una tarificación que se adecúe a las horas de más uso, que eso también lo hacen mucho las empresas distribuidoras. Te ofrecen paquetes de horas, en los que según tu consumo, te pueden ajustar los precios, porque tu consumo será más puntual en esas horas y por tanto te pueden optimizar en ese sentido", explica el arquitecto Martínez Moronta.
Los termostatos se muestran como una solución para trabajadores que desarrollan su labor a distancia y en lugares físicos. Los que tienen que abandonar el domicilio, pueden utilizar termostatos móviles para monitorizar la temperatura y los que teletrabajan, irremediablemente van a utilizar zonas del domicilio que en una situación normal no necesitarían calefactar.
"Los termostatos inalambricos lo que hacen es que allí donde están ubicados captan una temperatura y nosotros lo programamos para que en una temperatura límite se ponga a funcionar. Cuando nosotros estamos trabajando y ya tenemos calefactado el espacio o la habitación en la que estamos, Pues automáticamente nuestra caldera va a dejar de consumir", explica el especialista.
"Con los termostatos de pared esto es más difícil porque suelen estar normalmente en el salón o en una estancia fija, y esto nos quita versatilidad. Los inalámbricos son equipos que varian en el precio pero pueden estar entre los 20 y los 50 euros (los mas asequibles). Te permiten de manera autónoma poder regular el tiempo de funcionamiento. Tú le dices por rango temporal qué dia de la semana y en qué rangos de hora quieres alcanzar según qué temperatura, y automáticamente te optimiza el uso", aclara Martínez Moronta.
La clave, según el especialista, está en la sensación térmica. Todo influye y todo recurso es bien recibido. "Las alfombras ayudan a que las estancias se calienten más. Además la vestimenta también influye para la percepción de la temperatura en casa. Otras soluciones, por ejemplo, son los radiadores eléctricos, que permiten un consumo menor y más puntual. Sirven mucho en el caso de no tener la necesidad de calentar toda la casa en un momento determinado", sugiere.
Los sistemas de calefacción del sur no son tan "habituales" como los que pueden tener en Madrid o Castilla y León. "En País Vasco, Asturias, Galicia hay una demanda mayor. Varía mucho, por la diferencia de clima entre la parte norte, meseta y sur", explica el profesor de la UNIR.
En la parte norte y meseta tenemos directamente el gas que llega a nuestra vivienda, sin embargo, en el sur es mas habitual utilizar sistemas de gas con bombona (viene el suministrador). "El clima del sur es más suave y el uso de calefacción es menor. Los de climas más fríos tienen exigencia más alta. La tipología del uso de la calefacción varía en función de donde estemos, pero no hay una comunidad que ahorre mejor", concluye.