El computo global de mujeres asesinadas a manos de sus parejas en España registra 1.083 víctimas mortales por violencia de género. Hay que destacar, que este registro se contabiliza desde el año 2003. El maltrato y los asesinatos machistas son un tema gravísimo que sufre nuestra sociedad. Por eso, desde el Centro de Terapia Breve de Arezzo y en un programa de investigación e intervención, se ha trabajado sobre un grupo de mujeres que están viviendo o han vivido relaciones de maltrato.
Esto ha hecho posible delinear una dinámica de desarrollo de las relaciones, analizándolas desde el principio, que se han subdividido por comodidad descriptiva y de identificación preventiva en las siguientes fases. El psicólogo Jorge López Pérez Vallejo analizó en 2017 la radiografía de un maltratador y también elaboró las fases de la violencia machista.
1. El narcisista: En este perfil encajarían hombres socialmente muy hábiles. Para ellos moverse por su territorio es algo espontáneo, natural y placentero.
2. El obsesivo: Para esta clase de maltratadores, moverse entre la gente puede ser fatigoso y en estos casos es muy común que se recurra a Internet que les permite realizar una preselección controlada y compulsiva de las potenciales candidatas.
Con este medio también es posible mantener diversas relaciones contemporáneamente y elegir de entre ellas sólo a las mujeres que mejor se correspondan a sus propios deseos y sobre la que tienen controlado todo. Permite también presentarse modificando algunos aspectos de su Yo, engañando, impostando y convirtiéndose en mejores, aspecto no indiferente para quien posee escasas habilidades sociales.
3. El paranoico: Esta clase de maltratadores también suelen buscar a su víctima a través de Internet con la idea ilusoria de encontrar a la perfecta mujer con un intento de control de los comentarios de ella y los comentarios de fuera. Una vez identificada una potencial víctima, se entra al cortejo, a la seducción.
En una entrevista con EFE, la catedrática de Psicología Social de la Universitat de València Marisol Lila, quien dirige el programa "Contexto de intervención con hombres maltratadores como estrategia de prevención en la violencia de género", mostró algunos de los factores de riesgo que hacían probables la aparición de actitudes violentas. Según la experta, haber sufrido abusos o maltrato durante la infancia, haber vivido violencia intrafamiliar, el consumo de alcohol o drogas o el aislamiento social potenciaban y hacían mucho más probable la aparición de actitudes violentas en el hombre.
"Se trata de una suma de factores, ninguno de ellos por sí mismo explica la violencia", explica Lila, según la cual los hombres que abandonan el programa tienen un 100 % más de probabilidad de reincidir que alguien que lo acaba, y también aquellos que consumen sustancias, son antisociales, ejercen una violencia general, no solo contra la pareja, y presentan déficit emocionales y poca empatía.
1. La caza: Es llamada así para subrayar el aspecto depredador del maltratador cuyo proceso inicia la necesidad de conquistar a su víctima para finalizar con la agresión a ésta. Cada maltratador desarrolla un estilo particular, en sintonía con la propia estructura de su personalidad, de ahí la dificultad de identificar un patrón común y la dificultad de prevenir e intervenir desde esta fase que solo nos servirá de soporte para fortalecer dudas cuando en etapas posteriores surjan sospechas de perfil de un presunto maltratador.
Estas personas se ven empujadas por la necesidad de la conquista inicialmente de un territorio físico (que a menudo lo constituye la casa) y luego relacional (la pareja y/o los hijos) sobre los que ejercer el propio control base del problema. El maltrato es algo que se inicia progresivamente y más o menos velozmente, dependiendo del sistema control y pérdida de control que se active en la relación.
En esta fase, el futuro maltratador desea realizar sus sueños de una pareja y una familia feliz. El maltrato es algo que se aparece después, identificado el momento del cambio comportamental, cuando se entra en la fase de la rotura del encanto y que tenemos identificado cómo y por qué.
2. La fase del cortejo: Todo maltratador se caracteriza por un estilo de cortejo particular, determinado además de por su habilidad como seductor por su estructura de personalidad. Es experiencia común de todas las mujeres afectadas afirmar que al inicio de la relación su compañero era extremadamente fascinante. De hecho, es en ese momento cuando el maltratador juega sus mejores cartas, las necesarias para convencer de que él es la persona adecuada.
Es en esta fase cuando el maltratador sugestiona a la víctima con su promesa y la ilusión de que entre ambos puede haber un intercambio afectivo. Su comportamiento y su comunicación se orientan a la finalidad de crear en la mente de la víctima elegida la ilusión de un escenario amoroso que sea compatible con los deseos de la víctima. Él encarna la expectativa. Una vez capturada emotivamente la víctima, el maltratador tenderá a reducir la vida social, recluyéndose en casa o frecuentando sólo un grupo estrecho o seleccionado de personas.
3. Fase de encanto: Si la fase cortejo ha llevado a buen fin para el maltratador, aparece rápido la fase del enamoramiento o del encanto. Es la fase en la que todos son aparentemente felices. Características y capacidad del maltratador en esta fase es hacer que algo normal se convierta en increíble, de convertir lo imposible en posible, conquistando así la confianza de la víctima elegida, hasta el punto de hacerla fiarse completamente. Esta confianza conquistada por el maltratador representa, por ello mismo, la defensa principal de cada crítica y de cada ataque proveniente del exterior de la pareja.
Por un tiempo indeterminado, gracias a la confianza concedida, la mujer verá la realidad con lentes deformantes, gracias a las cuales la pareja gozará de un aura de protección. Es en este momento donde familiares y amigos detectan y sospechan que algo está ocurriendo y donde debemos identificar si la relación ha pasado por alguna de las fases anteriormente descritas. Si se confirman características de las anteriores fases, podemos encontrarnos con mucha probabilidad ante un futuro caso de violencia de género. La víctima comienza a confundir control de los celos con amor, confunde la falta de emociones (ausencia de afectividad) con fuerza de carácter, confunde el desinterés con libertad a ella concedida.
En esta etapa aparecen los verdaderos y propios autoengaños y son la causa principal de la imposibilidad de la víctima de darse cuenta de la situación que está viviendo, solo los de fuera lo ven e identifican.
4. Fase de rotura del encanto: Es una fase que puede variar mucho en el tiempo, según los casos. A menudo se coloca temporalmente tras el matrimonio o tras algunos meses de convivencia. En este punto el maltrato se revela en su forma más evidente. De hecho, más o menos rápidamente, el maltratador se da cuenta de que la víctima no quiere, no puede, es incapaz o rechaza satisfacer todas sus expectativas egocéntricas lo que le hacen perder continuamente el control.
En el caso del narcisista se puede quejar de tener junto a si a una persona que no tiene intención de confirmarlo, reforzando alagarlo continuamente, o bien se da cuenta de que ella no puede admirarlo y aprobarlo siempre. En el caso del maltratador obsesivo puede percibir el deseo de autonomía de tomas de decisiones diferentes a las suyas de ella como intento de rebelión.
Un paranoico puede interpretar las atenciones de un colega de trabajo como una traición de ella, conversaciones con amigas como comentarios en contra de él o a los amigos como el intento por parte de otro de arrebatarle su pareja.
En la fase de la rotura del encanto se generan una serie de equilibrios y desequilibrios entre maltratador y la víctima que involucionan en las siguientes reacciones y fases finales y antes de un posible fatal desenlace que pasa por la rebelión, la sumisión y la trinchera.
La delegada de Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, ha anunciado que el servicio de atención y consulta 016 dará "por primera vez" asesoramiento jurídico y atención psicosocial urgente a víctimas "de todas las violencias machistas" recogidas en el Convenio de Estambul. El servicio 016 da seguridad y asesoramiento a las víctimas de violencias machistas.
El servicio 016 da atención psicosocial inmediata con profesionales de psicología o trabajo social y tiene nuevos canales de acceso, como el servicio de Whatsapp, que se realizará bajo el número 600 000 016. Se une así, al servicio de teléfono del 016 y al del correo electrónico. Hay que recordar que este teléfono no deja rastro en la factura de teléfono.