Datos objetivos y nada de opiniones: cómo escribir correctamente un texto expositivo
Lucía SicreMadrid
Un ejemplo de texto expositivo son los libros de texto.Pixabay
Saber redactar textos expositivos puede servirnos de gran ayuda en nuestra vida académica y profesional
Se trata de textos asépticos y objetivos, donde no cabe la opinión ni las valoraciones personales
Un ejemplo de ello son los libros de texto y demás publicaciones cuyo fin es divulgar información
A lo largo de la etapa escolar pero, sobre todo, de nuestra vida profesional, nos encontraremos con momentos en los que será necesario redactar textos explicativos sobre cualquier materia. Uno de los casos con los que más frecuentemente nos encontraremos será sin duda el de los llamados texto expositivos, una modalidad de escrito en la que de lo que se trata es de exponer un tema determinado de forma objetiva con el fin de dar a conocer unos hechos o datos. Es un tipo de texto aséptico y sin opiniones, como, por ejemplo, el que se utiliza en los libros de texto y documentos similares. ¿Cómo hacer un texto expositivo? ¿Cuáles son sus características y qué estructura debemos darle para que resulte coherente?
Si quieres exponer un tema concreto de manera objetiva y sin opiniones, dando a conocer hechos, datos, conceptos... y si la finalidad de todo ello es informativa, entonces el tipo de escrito que necesitas es un texto expositivo.
Aunque está claro que puedes elegir redactar sobre cualquier materia sin ceñirte a un patrón concreto, muchas veces es de gran ayuda hacer uso de un modelo que se corresponda con la finalidad que persigues y que pueda ser fácilmente comprendido y categorizado por el resto. Por eso es importante conocer las claves para redactar un texto expositivo, ya que se trata de algo que, con toda probabilidad, necesitarás hacer en algún momento de tu vida académica o profesional.
Estas son algunas de las características del texto expositivo:
Su finalidad es divulgar.
No suele expresar opiniones ni sentimientos ni pensamientos el autor, sino hechos objetivos, conceptos o explicaciones.
Son muy utilizados en ámbitos académicos.
Suelen usar la tercera persona.
Su longitud puede ser muy variada.
No tratan de convencer de una idea determinada: en tal caso, estaríamos ante un texto argumentativo.
En cuanto a cómo redactar un texto expositivo, aunque existen distintos tipos, en general deben seguirse unas reglas determinadas:
Maneja una estructura clara. Debes tener claras las ideas o conceptos que quieres exponer y dar a tu texto una estructura que permita profundizar poco a poco en el tema, explicando el contenido de forma clara.
Evita las opiniones. Tu texto debe resultar aséptico y no contener valoraciones de ningún tipo. Sí es posible y necesario explicar los conceptos e ideas que lo requieran, pero nunca en primera persona.
El lenguaje debe ser cuidado. Se trata de un documento serio en el que el tono no puede ser coloquial. Puede que sea necesario un nivel de tecnicismo elevado, en función de a quién se dirija.
Trabaja con introducción, desarrollo y conclusión. Aunque puedes variar esta estructura, suele ser la más útil en la mayoría de casos. A veces necesitarás partir de lo particular para llegar a lo general: lo importante es que el camino tenga sentido y que exista un orden lógico.
Evita posibles confusiones. Dado que la finalidad del texto es divulgar, evita ser ambiguo o dejar espacio a interpretaciones variadas.
Piensa en quién va a leer el documento. Es importante que el público que vaya a recibir tu texto lo pueda asimilar, por lo que deberás tener en cuenta, entre otras cosas, su nivel de formación en el área de la que estés escribiendo.