Colas y nula distancia de seguridad en el 'no besapiés' del Cristo de Medinaceli en plena pandemia
'Besapiés' suspendido para evitar los contagios por coronavirus
Una doble cola rodeaba la fachada de la iglesia del Cristo de Medinaceli
El templo se cierra a las 22:00 horas por el toque de queda
El segundo 'no besapiés' del Cristo de Medinaceli en plena pandemia ha concitado este primer viernes de marzo colas, aunque no las kilométricas de siempre, que llegaban hasta la Ronda de Atocha, y nula distancia de seguridad entre los fieles.
Una doble cola rodeaba la fachada de la iglesia hasta doblar por la calle Lope de Vega, esquina con el templo, a pesar de que el 'besapiés' había sido suspendido para evitar los contagios por coronavirus cuando se empieza a salir de la tercera ola.
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Hace justamente un año, una de las primera medidas contra el covid-19 que se tomaron fue la de suspender el besapiés'. Hoy, 365 días después, el Cristo de Medinaceli ve como, de nuevo, el acto de fe de sus fieles vuelve a ser imposible, a la espera de que llegue la vacunación masiva y el principio del fin de la pesadilla. La diferencia es que hace un año las mascarillas aparecían puntualmente en la cola para acceder al templo mientras que hoy son absolutamente obligatorias.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que ha acudido a la iglesia del Cristo de Medinaceli en una visita privada, ya adelantaba que este año no se podría celebrar esta tradición por la pandemia de coronavirus. Días después, el Arzobispado de Madrid confirmaba que las procesiones de Semana Santa tenían que suspenderse, tanto por la crisis sanitaria como para evitar aglomeraciones.
Medio millón de personas el año antes de la pandemia
El año antes de la pandemia fueron alrededor de 500.000 personas las que acudieron a su cita con el besapiés, según datos que aportaba la Archicofradía de Jesús de Medinaceli, una tradición que incluso se transmite de generación a generación.
Normalmente un viernes como éste congregaba a entre 300 y 400 autobuses de fuera de Madrid, pero ya el año pasado se redujeron a 60 y en 2021 las colas son de vecinos de la ciudad y de la región dado que las comunidades autónomas están perimetradas.
La talla de Jesús de Medinaceli pertenece a la Escuela Sevillana. Tallada en la primera mitad del siglo XVII en Sevilla fue llevada por los Capuchinos a la plaza fuerte de Mehdía o Mámora (Marruecos) para culto de los soldados españoles. En abril de 1681 fue hecha prisionera por los musulmanes, que la arrastran por la calles de Mequinez. La rescataron los trinitarios, llegando a Madrid en el verano de 1682.
Debido a un cúmulo de avatares históricos, la imagen ha recorrido varias iglesias de Madrid e incluso durante la Guerra Civil fue trasladada a Valencia, Cataluña y Francia. Terminada la contienda española regresó a su iglesia de la basílica de la calle Jesús.
Casi 300 años de tradición
La tradición establece que el primer viernes de marzo se celebre el besamanos, suspendido por la covid-19, y para eso el templo se abre desde la medianoche del jueves al viernes y cierra sus puertas cuando no quedan más fieles en la calle esperando a entrar, sea la hora que sea, aunque en esta ocasión se respeta el toque de queda y la basílica se cierra a las 22:00.
Fieles y devotos acuden todos los viernes del año al Cristo de Medinaceli, a las espaldas de Neptuno, pero "el primero de marzo es más especial". "Llevamos haciéndolo casi 300 años. Solía coincidir con el primer viernes de Cuaresma, que es cuando se hizo tradición venir al Cristo de Medinaceli ese primer viernes de marzo", ha descrito el vicehermano mayor de la Cofradía del Cristo de Medinaceli, Miguel Ángel Izquierdo Mota.
Además, ha asegurado que las colas que se han registrado este viernes han sido "espontáneas por gentes y devotos del pueblo de Madrid" dado que la cofradía ha anulado el besamanos. El templo ha abierto "como un viernes normal", con los horarios restringuidos, de 6.30 a 22 horas. "Lo que hay son fieles y devotos que vienen todos los viernes. Hoy hay cola pero desde junio, cuando se abrieron las iglesias, también vienen, son asiduas en venir", ha asegurado.
"Como en Doña Manolita"
Sobre las colas que se han registrado este viernes, el cofrade ha remarcado que ellos son responsables de lo que ocurre en el interior del templo y pide responsabilidad para lo que sucede fuera. "Lo comparo como en Navidad se va a comprar la lotería a Doña Manolita. Ellos son responsables de lo que hay dentro pero fuera la gente tiene que ser consciente de lo que está pasando y guardar su seguridad lo mejor que pueda", ha argumentado.
La cofrafía ha organizado dos filas, "una para subir y venerar la imagen y otra para entrar en la iglesia para la misa o para ver la imagen pero sin subir arriba". "El aforo es el que es. Una vez que la iglesia está aforada se cierran filas y la gente ya no puede estar en la basilica, por eso hay más colas de lo normal, porque dentro tenemos que cumplir con las normas de las que sí somos responsables", ha expuesto. El aforo permitido, del 50 por ciento, supone unas 200 o 250 personas en el interior.