La vida cotidiana, una vez finalizada la pandemia, continúa siendo una auténtica incógnita. Por el momento, aunque no sin dificultades y muy poco a poco, el gran objetivo de todos es recuperar, en la medida de lo posible, la normalidad de la que disfrutábamos antes de que apareciese el coronavirus.
Existen cada vez más voces que exigen que la necesaria reconstrucción económica venga de la mano de la sostenibilidad. Para lograrlo, serán necesarias grandes estrategias coordinadas a nivel mundial. Por ello, la conocida como red de ciudades C40 ha creado un grupo de trabajo para explorar posibles medidas que ayuden a que la 'nueva normalidad' sea también una herramienta contra la crisis climática.
Desde Medellín a Hong Kong, pasando por Milán, París o Lisboa, cada vez más ciudades están elaborando planes que permitan garantizar la seguridad pública mientras se refuerza también la lucha contra el calentamiento global. La red C40, que reúne a casi un centenar de grandes urbes con un compromiso ambiental claro, quiere que este esfuerzo sea coordinado.
Por el momento, muchas ciudades ya han anunciado medidas, desde cientos de kilómetros de nuevos carriles-bici en urbes como Berlín o Ciudad de México hasta la ampliación de aceras y peatonalización de calles enteras que han planificado en Nueva York o Seattle. Las iniciativas están diseñadas para permitir a las personas moverse con seguridad por los espacios urbanos en un mundo donde el distanciamiento físico será la norma hasta que se logre encontrar una vacuna.
El término fue acuñado por el profesor Carlos Moreno, quien estudia innovación y sostenibilidad en áreas urbanas. La investigación reciente de Moreno se centra en cómo el uso del tiempo de los habitantes de la ciudad podría reorganizarse para mejorar las condiciones de vida y el medio ambiente. Moreno argumentó que las necesidades urbanas diarias deberían ser un alcance de 15 minutos a pie o en bicicleta, incluyendo trabajo, esperanza, tiendas, educación y atención médica.
La primera en aplicarlo fue Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, que trabajó en infraestructura peatonal y tránsito sin automóviles. Hidalgo incluso hizo el concepto de una ciudad de 15 minutos durante su última campaña electoral. Seguir ese modelo ayudaría a las ciudades a reconstruir áreas afectadas por la pandemia y garantizaría empleos y servicios municipales para todos, argumentó el C40 en su carta.
Un ejemplo claro es Milán, el epicentro del brote de coronavirus en Italia. Su alcalde, Giuseppe Sala, anunció la transformación permanente de 35 kilómetros de sus calles en vías ciclistas, "para evitar el uso excesivo de automóviles privados, con el consiguiente aumento de la contaminación del aire". Una estrategia que se acompañará de nuevos límites de velocidad reducidos y aceras más amplias.
Por supuesto, es importante recalcar que son sobre todo los coches de gasolina y diésel los que contribuyen a las emisiones de carbono y al aire tóxico en las ciudades. Los vehículos eléctricos podrían por tanto formar parte de la solución, aunque no están libres de problemas: son caros, requieren instalaciones de carga suficientes y generalizadas, y contribuyen de la misma manera que sus homólogos contaminantes a la congestión en las calles de la ciudad.
El pasado 22 de abril, aprovechando la celebración del Día de la Tierra, la ONU recordó que la crisis actual debe convertirse en un punto de inflexión en nuestra relación con la naturaleza. "Debemos actuar con decisión para proteger nuestro planeta del coronavirus y de la amenaza existencial de la alteración del clima", aseguró el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que cree que es necesario "convertir la recuperación en una oportunidad real para hacer las cosas bien en el futuro".