María lleva cuatro días atrincherada con su hija en el consulado de Uruguay en Barcelona, es su último intento para que el padre de la menor no consiga la custodia total. Es lo que ha decretado un juzgado de Vielha, tras desestimar la denuncia que interponía la madre al progenitor por abusos sexuales a su hija.
El objetivo de esta madre es que la custodia de la niña no sea entregada por completo a su expareja, sin embargo, por orden judicial, los Mossos d'Esquadra, que se encuentran en la puerta desde hace tres días, tienen la orden de llevarla con su padre en cuanto la menor salga del edificio. Poner un pie en suelo español es suficiente para hacerlo con todas las de la ley.
Al tratarse de un edificio internacional, las dependencias de la sede funcionan como un territorio extranjero, esto imposibilita una intervención de los Mossos d'Esquadra en el interior. Cuentan además con el apoyo del cónsul, que se negó a acatar la sentencia, por no formar parte de sus competencias.
Este caso ha supuesto un conflicto diplomático entre los dos países, España y Uruguay. En el país latinoamericano el caso se ha vuelto uno de los más mediáticos, como es en nuestro país el caso de Juana Rivas, con el que hay además muchas similitudes.
Las manifestaciones en Montevideo, capital del país, son frecuentes, en ellas los participantes reclaman que la custodia quede en manos de la madre. Sin embargo, la justicia española falló a favor del padre, de nacionalidad española, dándole la custodia total. A la madre le concedían un horario de visitas reducido y bajo vigilancia.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña acordó esto tras la recomendación de nueve profesionales, que señalaron que el objetivo se centraba en llegar al “mejor desarrollo emocional de la menor”.
En el juicio los psicólogos describieron a la mujer como “alguien que interfiere en el vínculo con el padre, con una práctica nociva”, además de tener una “personalidad paranoide y baja escala de sinceridad”. Por su parte, describen al progenitor como alguien sincero, angustiado por la situación y preparado para la paternidad.
Sin embargo, los especialistas uruguayos llegaron a conclusiones muy diferentes cuando la madre consultó con varios expertos e instituciones, de ahí la controversia de este caso.
Por el momento, María no tiene previsto salir, se quedará con su hija en la habitación que les han habilitado dentro del consulado. Un despacho en el que los trabajadores han colocado dos camas, como informa El Periódico, que además detalla que los empleados y los familiares de la niña de siete años están haciendo todo lo que está en su mano para que la pequeña no se dé cuenta de la gravedad del asunto.
A las puertas del edificio, además de los Mossos, una concentración de ciudadanos, muchos de ellos de origen uruguayo. Su objetivo, tratar de apoyar y reconfortar a la madre de la niña, su mensaje, “María, no estás sola”.
En el año 2016, María emprendió un viaje a Uruguay con su hija con el fin de visitar a la parte de su familia que reside en el país latinoamericano. El viaje iba a ser en un principio temporal, sin embargo, la madre cambió de opinión tras observar un comportamiento anormal en la niña. Cuando se encontraban en el avión, la menor, de entonces cuatro años, dibujó ilustraciones de contenido sexual.
A la llegada al país natal de la progenitora, esta se puso en contacto con diferentes expertos en menores. Acudió al Instituto Técnico Forense de Montevideo, en la capital del país uruguayo, donde su directora confirmó las sospechas de la madre. Según recoge un informe de la institución la niña expresaba “miedos a la figura del rol paterno, ausente y agresivo”.
No fue la única profesional a la que acudió María, una psicóloga experta en menores, declaró que en “las expresiones verbales, juegos y dibujos se ven indicadores de abuso sexual por parte del padre, en actividades obligadas relacionadas con juegos sexuales” además, añadió que “estos sucesos, acaecidos a tan corta edad generaron gran confusión y angustia en la niña”.
Tras obtener estos informes la madre de la menor decidió no volver a España y cortar toda comunicación con el padre. Además, interpuso desde Uruguay una denuncia contra su expareja por maltrato y abusos sexuales a su hija. El progenitor, por su parte, denunció en España a María por sustracción de menores.
Dos años después el juzgado de Vielha, encargado del caso, resolvió que madre e hija deberían volver a España. Para facilitar la adaptación de la madre se le concedió un trabajo en Casteldefells. La madre cumplió la sentencia y volvió a Cataluña.
Hace unos meses este mismo juzgado desestimó la denuncia que había interpuesto la madre por malos tratos a la niña contra su expareja. Decretó además que la custodia recayese por completo en manos del progenitor, estipulando para la madre un régimen de visitas vigilado, a pesar de que la menor lleva sin ver a su padre tres años.
María no tiene intención de entregar a la niña. Se quedará en la habitación que le han habilitado a ella y a su hija en el edificio internacional, cuidando a la pequeña con la ayuda de sus hermanas y los trabajadores de las dependencias y esperando un cambio en la sentencia que permita un reparto de la custodia con su expareja o quedarse, como hasta ahora, con su hija de siete años.