La Audiencia de Cantabria ha condenado a una mujer a seis años de prisión por estafar a un hombre con el que había trabado una relación de "íntima amistad" y que le entregó hasta 922.000 euros durante tres años.
En una sentencia contra la que cabe recurso ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, la Audiencia considera a esta mujer autora de un delito continuado de estafa.
Para fijar la condena, el tribunal ha tenido en cuenta la cuantía defraudada, la situación en la que ha dejado esta mujer al perjudicado y la reiteración de los actos defraudatorios.
Y también "la ficción especialmente reprochable de fingir una amistad íntima", de conseguir que este hombre creyera "que se trataba de una relación de especial confianza", y todo ello con el único objetivo de lograr la estafa.
Junto a la prisión, el tribunal le ha impuesto a la mujer una pena de multa de 4.320 euros, así como el pago de una indemnización cuya cuantía es la de la cantidad defraudada: 922.000 euros.
Según el relato de hechos que se recoge en la sentencia, la mujer conoció al perjudicado en el club de alterne donde trabajaba y ambos establecieron "una relación de íntima amistad".
Así, "aprovechando la relación de confianza", la acusada, que era consciente de que el hombre disponía de patrimonio, urdió una serie de actuaciones para obtener de él la mayor cantidad de dinero posible.
Así, le fue requiriendo para que le entregase distintas cantidades durante tres años, con justificaciones que no eran ciertas, como enfermedades, accidentes y situaciones familiares críticas, todas ellas de carácter extremo y que requerían de intervención económica para poder solventarse.
Entre las diferentes situaciones "inventadas", la acusada le contó a este hombre que debía ser intervenida quirúrgicamente para una extirpación de útero, ovarios y reconstrucción de mamas, tratamientos de quimioterapia y radioterapia, o una operación de un tumor cerebral tras un accidente de coche.
También le dijo que el dinero se encontraba en un banco de Rumanía, país del que es la acusada, y que había sido objeto de engaños y secuestros.
Cuando el perjudicado le solicitaba la devolución del dinero o le pedía explicaciones, la acusada "inventaba que había sufrido engaños por parte de su abogado en Rumanía para recuperar el dinero, o bien por el director del banco".
En estos casos, narraba "situaciones de corrupción en su país" y le pedía más dinero al perjudicado para poder recuperar la totalidad de lo adeudado.
Cuando la condenada "tuvo la convicción de que no iba a obtener más beneficios económicos, rompió toda relación con el perjudicado y desapareció de su lugar de residencia habitual".