El joven caníbal acusado que en 2019 presuntamente descuartizó a su madre en un piso de Madrid y se comió parte del cuerpo y otros se los dio a su perro, contó a los policías "tranquilamente" que su progenitora "le hacía la vida imposible" y no se arrepentía. Alberto S.G habría cocinado algunos trozos y otros se los habría comido crudos.
Con lujo de detalles, lo ha contado Alberto S.G este miércoles, en el juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid. También varios agentes de la Policía Nacional que acudieron al domicilio en el que se encontró el cadáver de la mujer, tras recibir la llamada de una amiga de la fallecida al no tener noticias de ella desde hacía días.
Los policías han explicado la cantidad de restos humanos que encontraron dispersos por toda la casa, algunos en recipientes de plástico y otros en proceso de ser cocinados o esparcidos por diferentes habitaciones. La cabeza estaba sobre la cama del dormitorio principal, donde también hallaron el corazón en un recipiente junto a un tenedor.
El acusado ha escuchado todas las declaraciones de los testigos sin inmutarse y con relativa atención; cambiando la mirada de los testigos ohacia abajo, mientras intercambiaba frases con su letrada.
Los testigos han explicado que Alberto S.G -tenía 26 años cuando ocurrieron los hechos reconoció a los agentes que acudieron a su casa en enero de 2019; a estos les dijo que su madre no podía salir "porque estaba muerta", y luego confesó el crimen ante otros, explicando en al menos una ocasión que la había matado "porque le hacía la vida imposible" y que no se arrepentía.
Un policía de la patrulla del distrito de Salamanca que acudió a al domicilio, en el barrio de La Guindalera, ha contado que cuando trasladaba al detenido a comisaría le preguntó qué había pasado y el joven "contó de forma espontánea que había matado a su madre, asfixiándola y que había descuartizado el cuerpo".
A los agentes llamó la atención en esos momentos la "frialdad" y la aparentemente "tranquilidad" con la que hablaba de su comportamiento." Así contó que el cuerpo se lo comía unas veces cocinado, otras veces de forma cruda, y otras veces se lo daba al perro", todo ello "como una conversación tan normal", con "naturalidad y frialdad".
Este agente ha detallado que el detenido tenía restos de sangre seca en la comisura de los labios y trozos de carne en las uñas. Al igual que otro de los policías, este agente ha explicado que conocían a Alberto por otras intervenciones, ya que solía quebrantar la orden de alejamiento que tenía sobre su madre y también por consumo o venta de droga en un parque cercano.
Un compañero de este testigo ha confirmado que el joven confesó "totalmente tranquilo" el crimen y el canibalismo" y sin embargo, estaba preocupado por el perro, con qué le iba a pasar al animal".
Un subinspector de Homicidios que hizo luego la inspección ocular de la vivienda ha detallado que junto a la cama había dos manos seccionadas, con las uñas largas y pintadas, una pelvis descarnada y, encima de un aparador, un recipiente redondo con lo que parecía un corazón humano y debajo un tenedor.
Este agente ha precisado que en el baño había un cuchillo y varios restos de masa corporal, mientras que en la cocina hallaron varios huesos que parecían costillas, una membrana que parecía un diafragma y, dentro de una cazuela, una bolsa de plástico con un trozo de carne, que según la forense era un muslo.
La Fiscalía pide para Alberto S.G. quince años de cárcel por un delito de homicidio y cinco meses por profanación de cadáver, en un juicio con jurado en el que el acusado declaró este martes que no recuerda haber matado a su madre, ni descuartizarla ni comer sus trozos, aunque sí explicó que escuchaba voces que le decían que la matara.